Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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La clásica picada

La clásica picada. Bahía come... y toma La Nueva. Bahía Blanca

El origen de la picada argentina es tema aún de grandes discusiones en el mundo culinario. Algunos expertos del queso y salamín, aseguran que su origen está atado al concepto previo de “copetín”, otros, aducen que la picada claramente mutó de las españolas “tapas” o inclusive del italiano “antipasto”.

Quien nos acerca a la verdad histórica, es el periodista Héctor Nicolás Zinni, en su ensayo El maní en la cocina criolla, donde dice que la picada se origina, como tantos otros adelantos culinarios, en una gran casualidad.

En 1896 se anuncia el paso por Rosario de sir John William Beresford, agregado cultural británico, sobrino nieto del general William Carr Beresford, de destacada intervención en las invasiones inglesas.

Ante la importancia de la visita, las autoridades locales encargan a doña Quintina Pereyra Sosa, dueña de La Posta de los Postillones (La Florida), una comida para agasajarlo. Doña Quintina decide preparar locro, la emblemática comida patria. Para tal fin, y procurando deslumbrar a los viajeros, dispone una enorme variedad de ingredientes, cada uno en platitos distintos, con la finalidad de arrojarlos luego a una misma olla inmensa y calentar el locro.

Tal es su entusiasmo por la tarea que comienza a sumar elementos hasta superar las ochenta opciones, incluyendo maní, menta, trozos de corzuela, batatas y cardamomo.

El tiempo que esto le lleva conduce a que la galera que transporta al ilustre visitante y su gente llegue a la Posta de los Postillones antes de que doña Quintina haya volcado su conjunto de bocadillos en la olla común. Hambriento y cansado, pero urgido por continuar el camino hacia San Nicolás, Beresford exige la comida.

Él y los suyos se lanzan sobre los platitos aún fríos y, ávidos y felices, dan cuenta en poco tiempo de su contenido.

Beresford, sorprendido y deleitado, bautiza al almuerzo como pickles, para así emparentarlo con la denominación inglesa de los bocados que pueden tomarse con la mano.

No obstante el éxito inicial de la picada, el despliegue de platitos no se afirmó entre las costumbres locales hasta principios del siglo diecinueve, época donde se inventa el escarbadientes o mondadientes, ya que al tener que tomar la comida con las manos era sumamente rechazada, especialmente entre las damas, que usaban guantes.

Hay quienes sostienen que se llamó así dado que La Posta de los Postillones se hallaba en el sendero que conducía al picadero de los Funes, corral para doma y yerra de caballos al oeste de la ciudad.

Otros insisten en que se debe a que dicha comida rápida comenzaba a degustarse al "repicar" o "repicada" de las campanas de la Iglesia de la Merced al llamar a misa de once. Sin embargo, la versión más aceptada es la que acuñó sir Beresford comparándola con los pickles. De pickle a picada hay solo un trecho.

Hoy hay tantas versiones de la picada como pueda plantear la imaginación, desde exclusivas de quesos con frutos secos, hasta vegetarianas y por colores.

La propuesta marida con amigos, con asado, con reunión y con buenas charlas, una razón más para disfrutarla.