Bahía Blanca | Jueves, 26 de junio

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En un presente oscuro y lleno de dudas, el club que busca “Nuevos Horizontes”

Ubicado en Teniente Farías y Pueyrredón, y a dos meses de cumplir 76 años de antigüedad, apenas cuenta con un dirigente que lucha todos los días para que no baje las persianas.
En Teniente Farías y Pueyrredón, en pleno barrio San Martín, está el Club Atlético Nuevos Horizontes.

Pablo Andrés Alvarez

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Lejos del brillo que le dieron los títulos de bochas y la hermosa cancha al aire libre de pelota a paleta, en el Club Atlético Nuevos Horizontes hoy sólo subsiste la cantina.

Le queda un solo dirigente: Hipólito Hernández, quien desde 2007 lucha para no bajar las persianas definitivamente, como le ha sucedido a otros clubes barriales.

Fundada el 3 de enero de 1941, la entidad conoció sus años de esplendor en la década del '90, cuando, gracias al padrinazgo de algunas figuras políticas, pudo hacerse muy fuerte en el ambiente bochófilo y por sus instalaciones pasaban casi 100 personas por día.

Hoy “Gurí”, como le gustan que lo llamen, está solo.

Y no duda en pedir ayuda.

“Apenas me ayudan mi hermana (Gladys) y mi actual pareja (Mariela), quienes se encargan de que esté todo limpio. Pero así no se puede seguir”, dice, emocionado, al recordar la cantidad de gente que se acercaba cuando José “Lungo” Grau, ya fallecido, era cantinero, directivo y querido por todo el barrio San Martín.

Hipólito tiene 64 años, se crió a una cuadra del club y decidió acercarse a colaborar cuando le dijeron que la institución iba a cerrar sus puertas.

“Cuando entré, estaba todo sucio, casi todo abandonado. Lleno de ratas. De a poco lo acomodé, pero no puedo con todo y algunas cosas tuvimos que dejarlas de lado por cuestiones de dinero”, cuenta.

Mejores épocas

“Uno se acuerda de la cantidad de gente que venía a ver los campeonatos de pelota a paleta y los partidos de bochas y dan ganas de llorar al verlo así”, señala Hernández.

Y se le caen realmente las lágrimas.

La cancha de bochas está reseca por la falta de mantenimiento y el desuso, mientras que a la de pelota a paleta se le realizaron parches desparejos por las baldosas rotas.

“Ni siquiera cobro el alquiler si alguien las quiere usar. Me conformo con que los chicos vengan y las utilicen. Me encantaría que vengan a practicar deporte, pero también sé que mucho no les puedo ofrecer. A veces me da vergüenza estar tan solo”, admite.

La cantina, señala, es el único ingreso con el que cuenta para mantener las instalaciones.

“A la noche vienen muchos chicos a jugar al pool y a las cartas. Todos respetuosos. Jamás tuve un problema con los vecinos. Conocen los límites y se los marco permanentemente”.

Un grupo de ellos, hinchas de Olimpo, le hicieron un mural en la pared que da a la esquina de Teniente Farías y Pueyrredón.

“¿Les iba a decir que no? Tampoco los puedo obligar a ser hinchas de este club. Eso sí, los cargo bastante porque yo soy hincha de Huracán de Ingeniero White”, dice.

Y recupera la sonrisa.

Pero enseguida se le borra cuando recibe, en ese mismo momento, la factura de la luz: 950 pesos.

“Esto es lo que más cuesta: pagar los servicios. Hace un par de días llegó la del gas. Otros 1.500 pesos. Y ahora son mensuales”.

--¿Cómo se hace para pagarlas, teniendo en cuenta que el club no tiene asociados?

--Me las rebusco. Tengo una quinta en las afueras de Bahía y de vez en cuando carneo algún cordero o un lechón y los hago al asador. Suelo cobrar 120-150 pesos la tarjeta y con eso voy tirando, pero cada vez se hace más difícil. Con mucha suerte, le saco 500 pesos de ganancia a cada comida, teniendo en cuenta que después limpio todo yo, con mi hermana y mi pareja.

Un pasado difícil

Hernández cuenta que varias personas se le acercaron para instalar juegos clandestinos en el club.

“Los saqué `carpiendo'. Ni loco me meto en esos temas. No me quiero meter en problemas otra vez”.

--¿Alguna vez los tuvo?

--Yo me equivoqué en la vida y terminé preso. Pagué mi condena por un homicidio. Y el que estuvo en la cárcel sabe que es mejor no volver. Bueno, yo no quiero volver allí.

“Gurí” no esconde su pasado.

“No todo es cuestión de plata. Por eso no acepto cosas raras. Sólo quiero que el club resurja, que vuelva a tener vida, que pueda brindar sus actividades. Pero yo no puedo solo. Incluso, ofrecí la cancha en forma gratuita para que hagan una escuelita de bochas y si en la de pelota a paleta quieren hacer una de fútbol 5, tampoco hay inconvenientes”.

Debido a los robos que ha sufrido, “Gurí” duerme varias noches por semana en las instalaciones del club.

“Yo tengo mi casa a 50 metros, pero armé una pieza en lo que era la cocina de un salón y me quedo de vez en cuando. De todos modos, ya me entraron varias veces. Se llevan las bebidas alcohólicas, porque otras cosas de valor ya no hay”.

Sin actividades

Una de las decisiones más dolorosas que debió tomar fue desafiliarse de la Asociación Bahiense de Bochas.

“Era imposible seguir. Llegamos hasta 2012. Se iba mucha plata en la parte administrativa y en el mantenimiento de la cancha”, cuenta.

Pero se ilusiona con recuperarlas.

“Me gustaría armar otra vez un equipo. Pero tiene que ser con pretensiones, sino no. La única manera de arrimar gente a la cancha es con alguna figura conocida, caso contrario da mucha pérdida”.

Hernández admite su preocupación por el futuro.

“Muchas veces pensé en colgar los guantes. Pero si yo me voy, el club cierra, como ya ha pasado en muchos otros. Hoy no hay otra alternativa. Y es doloroso verlo así”.

--¿Cuál sería su sueño como dirigente?

--Techar la cancha de pelota a paleta y hacer un salón multiuso para que se puedan practicar distintas actividades deportivas, como también sociales. No sólo abrir el club para los chicos, sino para la gente grande.

Actualmente, Nuevos Horizontes no tiene actividad deportiva alguna.

"Es muy triste ver un club así. Es una lástima. Por acá pasan muchos chicos que van a la escuela (Nuestra Señora de Pompeya, ubicada en la misma cuadra sobre Teniente Farías) y se asoman para mirar, pero no hay nada para ofrecerles", señala Hernández antes de servir las primeras copas de la noche a los primeros habitúes de la cantina.