San Silverio, el Patrono de los Pescadores
El relato histórico convirtió a Silverio en mártir y protector de los pescadores que lo habían albergado y alimentado durante sus años de exilio, suceso que se convirtió luego en leyenda.
En resumidas cuentas, el sentimiento de todo un sector vinculado con el mar y la pesca arranca allá por el siglo V, cuando Silverio fue elegido Papa, tras la muerte de Agapito. Depuesto por sus enemigos, bajo la acusación de haber entregado Roma a los godos, debió exiliarse durante una gran cantidad de años en Palmarola, una de las islas del archipiélago Pontino.
Y contada su historia de generación en generación, San Silverio continúa en la memoria de todos los nativos de Ponza, que fueron los primeros en pedirle salud, trabajo y que el mar no se convirtiera en un peligro.
La devoción a este santo llegó a la Argentina con la inmigración italiana, a partir de 1923, cuando residentes de Ponza, todos pescadores, arribaron a Ingeniero White, para radicarse en estas tierras.
Uno de los inmigrantes, Alessio Califano, mandó una carta al sacerdote de Ponza de ese entonces, Salvador Tagliamonte, pidiéndole una imagen de San Silverio.
Gracias a esas gestiones, una imagen del santo arribó a Ingeniero White, el 11 de noviembre de 1926, y, a partir de ese momento, Filomena Coppa y Lucía y Josefa Vitelli, quienes viajaban a bordo del buque "Nazar Isauro", portando la reliquia, fueron las encargadas de movilizar a la población ponceña afincada en White, para crear una sociedad y organizar una festividad en honor del santo.
Luego del arribo de la primera estatua del santo, los ponceses que habitaban Ingeniero White contagiaron su devoción por San Silverio a todos los hogares de la zona portuaria.
Pese a que el santoral marque al 20 de junio como Día de San Silverio, los portuarios exteriorizan su fe en el patrono, el tercer domingo de noviembre de cada año, en conmemoración de su paso a la inmortalidad.