Bahía Blanca | Miércoles, 25 de junio

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La ciudad de Gibraltar, última colonia de los ingleses en Europa

Está en el peñón que los españoles cedieron en 1713. Su puerto franco no cobra impuestos, los monos viven en libertad y es la capital de las apuestas.
Foto: Reuters

Por Corina Canale / [email protected]

El automóvil avanza por la única carretera que une el sur de la península ibérica con la ciudad de Gibraltar, última colonia británica en Europa.

Los trámites aduaneros en la frontera son rápidos y el vehículo continúa su marcha. Muchas veces los rodados deben detenerse ante un semáforo que indica que un avión está aterrizando o pronto a decolar.

Sucede que la carretera atraviesa la pista de este aeropuerto que se jacta de ser el más cercano a la ciudad que sirve: está a 500 metros del centro.

Al ingresar a la ciudad, carteles callejeros en inglés, típicos pubs y las casillas telefónicas coloradas, tan londinenses, no dejan dudas de que estamos en territorio británico.

Pero el forastero no encontrará en Gibraltar casas de oscuras fachadas victorianas, tan british, ni tampoco las casitas blancas de la cercana Andalucía.

Un grupo de turistas busca lo alto del peñón por un camino de cornisa flanqueado por árboles milenarios. La brisa marina acaricia el rostro de los expedicionarios.

Entre la fronda aguardan agazapados los macacos salvajes de Gibraltar, o monos de Berbería, los únicos de Europa que viven en libertad y constituyen un gran atractivo para los turistas.

Desde la cima del peñón el paisaje marino es imponente y se ve el puerto de Gibraltar, un puerto franco donde todo se compra sin impuestos.

Como en otros estrechos, naves de las grandes potencian y ofician de centinelas globales.

La gente es amable, pero es imposible entenderlos cuando hablan entre ellos, usando una suerte de dialecto, el "llanito", que mezcla palabras en inglés y en español.

El estrecho de Gibraltar es la unión natural del mar Mediterráneo con el océano Atlántico, en el sur de España, que separa dos continentes, Europa y Africa; dos religiones, la cristiana y la musulmana, y dos culturas, la oriental y la occidental.

En 2014, unos 110 mil barcos pasaron por este estrecho que es el más transitado del mundo, después del Canal de la Mancha, y más importante que los de Suez y Panamá.

El angosto desfiladero marino fue esencial en la primera ruta comercial entre China, el sudeste asiático y el Cercano Oriente y también el enlace para llegar a las costas atlánticas de Europa, Africa y América. Actualmente, la mitad del comercio mundial transita por sus aguas.

Gibraltar tiene 600 hectáreas, 30 mil habitantes y 52 kilómetros de túneles cavados en la roca. Muchos están cerrados y en otros se almacena agua y combustible.

Cuando se excavaron los túneles la tierra se tiró al mar, se construyeron pólderes y en ellos se instaló la pista de aterrizaje que convirtió a la ciudad en un "portaaviones gigante".

Desde allí salían las aeronaves que invadieron el norte de Africa durante la Segunda Guerra Mundial.

"Había que meterse bajo la roca para evitar el bombardeo de los alemanes", explica el historiador gibraltareño Tito Vallejo Smith, autor del Diccionario Llanito.

En 1750, la mayoría de los pobladores eran genoveses que habían llegado por intereses comerciales, en especial la pesca, y otros que, en su viaje hacia América, vieron en esta ciudad un buen lugar para afincarse.

Ellos forjaron en Gibraltar una arquitectura similar a la del norte de Italia.

A 303 años de aquel tratado, españoles e ingleses gibraltareños siguen enfrentados por la soberanía del istmo y de las aguas y por la política fiscal del peñón.

Según un dicho popular, los ingleses dejarán este enclave cuando se vayan los monos. Algo que hoy parece muy difícil.