Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Con sabor a Fiestas

El champagne es una bebida inquieta, un vino con burbujas que nació en Francia, allá por la mitad del 1600, en la Abadía de Hautevilliers, gracias a la dedicación de un monje ciego, Dom Perignon.

Cuenta la leyenda que Dom Perignon se encargaba de los viñedos, como muchos de los monjes de esa época. El monje observó que los vinos blancos que embotellaban frescos generaban pequeñas burbujas, que se diluían luego porque los tapones eran muy poco herméticos. Viendo que los españoles utilizaban corchos para sus cantimploras probó y tuvo buenos resultados, logrando que las burbujas perduraran.

Dice la historia que cuando saboreó ese vino con burbujas llamó a los otros monjes para decirles: “¡Hermanos!¡Estoy bebiendo estrellas!” y dejó esa frase para la posteridad. 

El champagne recibe dos fermentaciones y hay tres métodos para elaborarlo: Champenoise, Transfer y Charmat o Chaussepied.

Champenoise: la fermentación ocurre en la “misma botella que llega al consumidor”. El vino, embotellado y acostado en forma oblicua, forma pequeñísimas burbujas. Para que ello suceda, al vino base se le agregan azúcares naturales y levaduras que ayudan a lograr esta segunda fermentación que dura varios meses. La forma de estiba, con el pico levemente hacia abajo, contribuye a que se concentren en él las impurezas que luego se expelerán de la botella en lo que se conoce como degüelle.

Transfer: En este caso se fermenta en botella, pero no en la misma que llega al consumidor. El vino fermentado por segunda vez pasa a un tanque, se filtra y se agrega el dosage y se vuelve a embotellar. No es muy corriente que se utilice ese método.

Charmat o Chaussepied: el champán fermenta en tanques de acero inoxidable y luego se embotella. Es el método más económico.

A simple vista se ven las diferencias. Cuando se sirve en la copa el espumoso elaborado por el primer método, se puede observar que las burbujas son más pequeñas que en las otras formas de elaboración. Un espumoso por Champenoise tiene burbujitas muy pequeñas y parejas, que suben en el centro de la copa como un “surtidor”.

El champagne tiene denominación de origen y esto significa que sólo se puede hacer en la zona de Champagne en Francia.

A la hora de comprarla hay ciertos términos en la etiqueta que explican sus características y bien vale la pena tenerlos en cuenta:

Extra Brut: muy seco.

Brut: seco.

Demi Sec: un poco dulce.

Doux: dulce.

Moscato: muy dulce.

Millésime o Vintage: se elaboran cuando la uva presenta ciertas características especiales.

Grand Millésime: denota una cosecha donde toda la vendimia fue excelente.

Blanc de Blacs: champaña hecha exclusivamente con uvas Chardonnay.

Blanc de Noirs: elaborados únicamente con uvas Pinot Noir y Pinot Meunier.

Rosé: se elabora de manera similar a un vino rosado y sus colores van desde el rosa pálido hasta un color rubí ligero.

Es mejor servirlo frío, la temperatura ideal es alrededor de 7º a 8º porque conserva mejor su efervescencia y se mantiene mejor, si se lleva a la mesa, en un balde con hielo (mitad agua helada y mitad hielo).