Tequila, la cuna de la bebida mexicana de los charros, mariachis y machotes
Por Corina Canale / [email protected]
Cuando la bruma esconde la cima del volcán Tequila, los lugareños miran hacia el cielo y dicen que son los ángeles que bajan a buscar la sabrosura dulzona del agave.
Hace miles de años, los primitivos habitantes de Tequila, "lugar de tributo" en lengua náhuati, profesaban en este valle, que semeja un mar verde azulado, su adoración por Meztli, la luna, a la que ofrendaban su planta mágica: el agave.
El volcán dormido custodia la modorra de Tequila, el pueblo de Jalisco en la bravía tierra de los mariachis y los charros. Tierras abrazadas por los cultivos de esta planta cuyo corazón, una piña, es la simiente de la bebida nacional.
El pequeño pueblo está a tres horas de Puerto Vallarta, la ciudad sobre el Pacífico donde vivieron su tumultuoso romance Elizabeth Taylor, la mujer de los ojos color violeta, y Richard Burton, el hombre con el que se casó dos veces.
Tequila es la cuna de la bebida del mismo nombre, un fuerte destilado que el mundo conoció en los violentos tiempos de Porfirio Díaz, el dictador que instaló de 1876 a 1911 el Porfiriato, la más férrea dictadura personalista de México.
Pero volvamos al tequila para derribar mitos, como el que asegura que se obtiene de un cactus, cosa que no es así, sino de la "planta tequilana Weber, variedad azul", y solo con el agave cultivado y elaborado en la comarca de Denominación de Origen.
Para llamarse "Tequila" la bebida tiene que tener, al menos, el 51 por ciento de azúcares del agave, mientras que los puros tienen el 100% y los mixtos más comunes son los que se mezclan con jarabe de maíz o caña de azúcar.
Siguiendo la matriz de otras famosas bebidas, como el vino y la cerveza, la bebida nacional de México también muestra su historia en La Ruta del Tequila y el Paisaje Agavero, un recorrido que lleva hacia el pasado milenario de la cultura de Jalisco.
Primero fueron cinco municipios, a los que luego se sumaron otros tres, los que decidieron crear una red de negocios para impulsar dos eslabones del turismo: el rural y el cultural.
Fue así que comenzaron a comercializar productos y servicios y a rescatar para los viajeros antiguas haciendas, minas de ópalo, obsidiana, ágatas y turquesas, viejas destilerías y vestigios arqueológicos, como el de guachimontones, que se cree fue un centro ceremonial del 200 al 900 a.C.
La visita a la fábrica de tequila "Mundo Cuervo" es penetrar en una historia de 250 años, que comienza con un recorrido por los cultivos del agave.
El forastero planta un retoño usando técnicas milenarias y recorre el jardín botánico donde un cartel reza: "Ven, planta un agave y cosecha un tequila".
La visita a las fábricas y las haciendas es una experiencia única para conocer el lugar de origen de la bebida, sus diferentes maridajes y la tradición del linaje que creó una industria eterna.
Casa Sauza es una de las destilerías más antiguas de Jalisco, donde la degustación del tequila extra añejo se realiza directamente de las barricas, mientras que en Tequila Cascahuín hay un patio de hornos donde se cocinan las piñas del agave.
El turismo fluye sin pausa hacia el pueblo de Jalisco. Y no son pocos los que llegan en el "José Cuervo Express", el convoy que parte de Guadalajara y recorre 60 kilómetros hasta Tequila.
Y cuando las sombras bajan sobre el pueblo serrano, los jinetes inician la cabalgata nocturna hacia los campos azules del agave, donde se escucha el desbande de los pájaros que buscan su reposo.