Bahía Blanca | Miércoles, 02 de julio

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Kicillof, bañado de realismo

El ministro de Economía volvió de su reunión con el FMI con dos opciones: ser el mentor del ajuste o no lograr un solo dólar. Hugo E. Grimaldi / Agencia DyN

Como el adolescente que sale por primera vez a vivir la noche, el ministro de Economía, Axel Kicillof ha vuelto de Washington DC muy confundido.

Es que, el ministro tiene la sensación de que el mundo no era como tal y como él imaginaba.

Apenas, pudo balbucear que la situación de conmoción que había vivido en su viaje iniciático fue culpa exclusiva de la "visión amarilla" de ciertos medios.

El baño de realismo que le propinaron en apenas 72 horas los experimentados funcionarios del Fondo Monetario, con una cáscara de banana en cada esquina, le hicieron transmitir ante la prensa una visión casi amateur -y perogrullesca- sobre que en esos mitines se tratan "cuestiones mundiales".

Destratado

Aunque aún se sienta maravillado por el entorno de la capital estadounidense y por los personajes que frecuentó, lo que en realidad le pasó a Kicillof fue que lo destrataron.

Y lo destrataron, por más que el organismo haya alabado su predisposición al acercamiento.

Y aunque las autoridades hasta consintieran su look informal entre todos los dinosaurios de la economía.

Nada de lo que le sucedió al ministro en su viaje fue improvisado, quizás como réplica a las chicanas de Jorge Capitanich, elegido para representar en la interna local del kirchnerismo el rol del policía malo.

Todos sabían en la Asamblea que la Argentina necesita del FMI como auditor, porque busca dólares frescos y le quisieron hacer sentir el rigor.

Primero, en la visión del Fondo sobre el futuro del país se lo puso en línea con Venezuela.

Y hasta se dijo que en ambos países las perspectivas en el mediano plazo "se han deteriorado más".

Luego, fue Christine Lagarde, quien en la CNN en español señaló que fue la Argentina la que "pidió volver a negociar" el año pasado y que ahora estaba "encantada" por la visita del ministro y por discutir "avances" en la relación.

Gran recibimiento, nada ingenuo por cierto, bien directo a los titulares de los diarios.

Traición

Por último, la traición más evidente llegó del jefe del Hemisferio Occidental, Alejandro Werner.

El funcionario, después de haber hablado con Kicillof, se fue derechito a conversar con la prensa argentina.

Directamente, le dijo que el país "va en la dirección correcta" y que había hablado de la devaluación y de la quita de subsidios".

Otro palazo para la autoestima de la muchachada camporista.

Al regresar, el ministro quedó atrapado entre la confusión del debut y la necesidad de decirle al kirchnerismo en general -y especialmente a la presidenta- que las cosas no eran como se habían relatado y también en eso falló.

Atribulado, retorciendo los argumentos, en la conferencia de prensa apenas balbuceó que el Artículo IV del Fondo no es una imposición y que pedir esa auditoría "es decisión del país".

Sin embargo, el ministro se cuidó muy bien de marcar que se trata de una "obligación" de blanqueo de los números hacia los demás países miembros.

Manipulado

Pero eso no fue todo. Kicillof debió puntualizar algunas cosas más, pero quizás tuvo algo de rubor para admitir que lo habían manipulado o, al menos, que se dejó seducir adrede porque ése es el único camino para acceder al Club de París o para renegociar algo coherente con los holdouts.

Entrampado

Así, Kicillof quedó entrampado, porque si sigue adelante con las pleitesías hacia el FMI será el ministro del ajuste de un gobierno cada día menos "nacional y popular". Pero si se planta en los principios anteriores del modelo, la Argentina (y el kirchnerismo) no conseguirá ni un solo dólar.