Bahía Blanca | Viernes, 18 de julio

Bahía Blanca | Viernes, 18 de julio

Bahía Blanca | Viernes, 18 de julio

Entre la "señalada" y la "corpachada"

Escribe David Roldán

El rito ancestral y pagano que se conoce como la "corpachada", que es, precisamente, el acto de dar de comer a la "Pachamama" o "Madre Tierra" está muy ligado a cuanta celebración se realiza en la región del noroeste argentino y se complementa con otras actividades, como la "señalada" del ganado menor.

Las prácticas de estas actividades vuelven a ser realidad con la masiva participación de los lugareños, integrantes de comunidades aborígenes y visitantes todos los meses de junio, cuando se realiza "el inti Raymi" o, también, para otros, la "Fiesta del Sol" en Huacalera, que se encuentra a unos cien kilómetros al norte de la capital jujeña y a nada menos que 2.650 metros sobre el nivel del mar.

Para esta celebración, heredada de los incas, cuya civilización se extendió por esta región, se acostumbra a agradecer al astro sol con una gran fiesta que comienza la noche anterior, con el encendido de grandes luminarias armadas con ramas y troncos de árboles, aguardando, entonces, la llegada del amanecer.

Como complemento de los festejos, se acostumbra "señalar" o marcar con tintura a los nuevos animalitos que se incorporan al rebaño.

También se los enflora y se realiza parodias de casamientos entre parejitas, implorando que el ganado se reproduzca.

Al mediodía, en un alto de las actividades que se prolongan durante toda la jornada, se preparan suculentos platos con productos regionales.

Y es aquí cuando se pueden saborear el cordero y el cabrito asado, acompañado de papas hervidas y salsas picantes, todo bien asentado con abundante chicha de maíz.

Previamente, se cava un hoyo en la tierra, se separa un plato muy bien servido, se introducen allí los alimentos, como una forma de homenajear también a la madre tierra, considerada una deidad generosa que todo lo da y todo lo produce, que junto al astro sol hacen germinar las semillas y reproducir el ganado.

En estas dos ceremonias sintetizan el sentimiento de una cultura que todos los años reúne a sus descendientes para agradecer los rayos bienhechores del sol y la generosa contribución de la tierra, que permite la continuidad de la vida en los eslabones que se suman de manera continuada.

Para esta ocasión no faltan las coplas, la algarabía se expande por los bellos paisajes quebradeños al son de erques, charangos, cajas, sikuris, tamboriles y se desarrolla una gran fiesta donde, finalmente, todos terminan agradeciendo al sol, cuando se comienza a despedir para dar al ocaso.

Con la esperanza de que pronto llegará un nuevo día y el sol estará otra vez entre la gente, bendiciendo la vida de todos...