Bahía Blanca | Miércoles, 25 de junio

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Carmelo Fioriti, un canto a la trayectoria

A la vuelta. Con 40 años de labor en el atril de coros locales, el maestro recibió su reconocimiento. "El camino se hace de tesón y paciencia", asegura.
Carmelo Fioriti, un canto a la trayectoria. Aplausos. La Nueva. Bahía Blanca

Por estos días, Carmelo Fioriti y los coros que dirige en Bahía Blanca y la vecina Punta Alta trabajan en el ajuste de los repertorios navideños.

Le espera un concierto en la catedral Nuestra Señora de la Merced; otro del Coro de Niños, para el sábado 20, en Fortín Mercedes; y un tercero en el marco de la Navidad Coral que organiza Adicora el domingo 21 de este mes, más los varios que van apareciendo, aquí y allá, conforme se acercan las fiestas de fin de año.

Parece increíble, pero ya quedó atrás el homenaje y reconocimiento a la trayectoria que este maestro recibió a comienzos de noviembre, en el cierre de la octava edición del Festival Mundial Buenos Aires Cora, en el Centro Cultural Konex de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Sucede que el tiempo transcurre, el andar continúa y la trayectoria, según Carmelo, "es el camino recorrido, con las buenas, las otras y los múltiples aprendizajes", y hoy este cantante, arreglador y docente tiene a su cargo el Coro de la Universidad Nacional del Sur “José Luis Ramírez Urtasun”, el Coro de Niños de la Cooperativa Obrera y el Coro Juvenil de las Escuelas Medias de la UNS, sin contar que creó y dirigió durante 30 años el Coral Punta Alta y otros grupos vocales, y que fue el profesor responsable de la puesta en funcionamiento y del dictado de las clases de la carrera de Dirección Coral en el Conservatorio de Música de nuestra ciudad, desde 2003.

"No me propuse hacer nada de esto. Las cosas se fueron dando de a poco, por constancia y paciencia", cuenta con su decir afable y la expresión alegre que le dan sus ojos claros, siempre atentos, y la sonrisa constante.

"Para mí fue una sorpresa, de la que me enteré cuando lo anunciaron, durante un homenaje que se le hizo al maestro Mario Mancuso en el Senado de la Nación. Estaban en el auditorio, sentados al lado mío, maestros que tienen una trayectoria impecable, superior a la mía.

"¡Y no están de más! Un reconocimiento es un hito en la actividad que se realiza habitualmente; un mimo que estimula a seguir trabajando, porque siempre hay momentos de autocrítica, y la mía es muy dura y seria".

Más que una buena voz

La experiencia no resulta vana. Carmelo es concluyente.

"Yo, para un coro, no necesito encontrar la mejor voz. Si existe, bien; si viene con buena afinación, mejor. Pero sé que lo más difícil cuando se intenta reunir a varios desconocidos en un coro es lograr que el grupo funcione como tal, porque el resultado musical depende directamente de ese desempeño. No se trata de que sean amigos, sino de que aprendan a comprenderse, a tolerarse y a comprometerse con el conjunto.

"Tienen mayor importancia la presencia y la paciencia en los aprendizajes, sobre todo cuando se trata de un coro de adultos, donde convergen estudiantes universitarios, con profesionales y con personas mayores que están en otra etapa de la vida, con el ejercicio del estudio menos presente y ágil, quizás.

"También tiene que ver con los dones y las actitudes. A quienes tienen el don de cantar naturalmente, yo les pido la generosidad de compartirlo, y con humildad hacia los otros".

-- Y, ¿lo más sencillo?

-- Cantar, sin mucha ciencia. Lo más fácil es abrir la boca y cantar. Cuando cantan, el grupo se expresa y fluye".

También hay silencios

"El oficio enseña a tener la palabra justa en el momento exacto, y también a callar", asegura el maestro,y advierte que sus silencios suelen ser el anuncio de la tormenta.

"Quienes integran los coros deben tener una buena relación con sus pares, pero también conmigo. Detectar cuándo un elemento puede ser fructífero para el grupo, pero necesita tiempo para realizar aprendizajes de tipo social, también representa un desafío. Y una palabra o su ausencia --admite--, puede ser muy buena aliada.

"Si se realiza una labor a cargo de personas, cualquiera sea, se tiene que estar muy consciente del modo en que se toca a todas y cada una de esas vidas. De la definición de un líder puede determinar la elección, o no, de una vocación", subraya.

Sostén en la realización

Fioriti cuenta que un ejemplo sobre la influencia negativa que una calificación apresurada puede producir en el otro, lo encontró en Adriana Miconi, su esposa y compañera de camino.

"Adriana es profesora de Guitarra, pero cuando la conocí era muy desafinada, porque antes de un examen de Música, un profesor le aseguró que no podría cantar el Himno Nacional. Con esa sentencia, el hombre rasgó el cristal, y hubiera sido para siempre si ella no se hubiera esmerado en vencer sus temores".

Adriana es desde hace varios años la preparadora vocal del Coro de Niños de la Cooperativa, y Carmelo dice que ejerce un rol fundamental en los resultados que se están obteniendo con los chicos.

"¡Es mi compañera en toda esta historia! Ella, junto con mis hijos, es el aliento, el tesón y la paciencia detrás de cada proyecto. En la pareja, uno se va complementando, y mucho de lo que soy se lo debo a ella", le reconoce.

Otros "tocados"

"No pude ver a Abel Pintos en su último recital... No", comenta acerca del cantante, hoy en pleno éxito, y antiguo discípulo de Carmelo en el Coro de Niños.

"Lo trajeron sus padres, como a tantos otros. Pero desde el comienzo se notaba en él un talento único. Abel, por su manera de ser, aglutinaba a los otros chicos a su alrededor, y hoy lo sigue cultivando", confiesa.

"Otro caso que suelo mencionar es el de Esteban Meloni, un chico que descubrió su vocación de actor cuando lo elegimos porque necesitábamos figurantes para La Bohéme", asegura al recordar al intérprete teatral.

"La trayectoria se hace de tesón y paciencia. No es un salto mágico. Se hace en cada minuto de cada día de aprendizaje, enseñanza y pasos que dejen buenas huellas en el camino que vamos compartiendo", cierra Fioriti.