Fabián Gómez, Piñón Fijo y una bici que responde
Sábado 26 de abril de 2003.
Federico Avila tiene 7 años y llega al estadio de Estudiantes de la mano de su papá.
La cola interminable, la ansiedad, la emoción...
Federico había conocido a Piñón por la tele. Se aprendió sus canciones, que llegó a grabar con su propia voz en dos casetes, y las bailó con el traje del payaso que le hizo su abuela Francisca.
Desde entonces, terminó el primario y el secundario en La Inmaculada, y por estos días cursa las materias de primer año de Ingeniería Electrónica en la Universidad Nacional del Sur.
Desde entonces, aquel sábado quedó marcado como un símbolo de su infancia.
Sábado 1 de noviembre de 2014.
***
-- ¿Qué pasó en la vida de Piñón en estos últimos 11 años?
-- De todo... Cosas buenas que me emocionan y me dan ánimo para seguir.
-- ¿Y malas?
-- También pero como soy un tipo bastante optimista trato de transformarlas en una lección de vida, en una prueba para desarrollar la capacidad de corregir. Creo que lo malo se puede convertir en un circulo vicioso, y quedar patinando, o en uno virtuoso.
* * *
El maquillaje es parte de un cotidiano ritual. Frente al espejo, Fabián Gómez en unos 40 minutos se vuelve Piñón Fijo. Y mientras el payaso renace en cada pincelada, reflexiona sobre el compromiso que implica estar en tantas infancias y de preguntarse por qué hace lo que hace.
--¿Y hay respuestas?
--A veces.
--¿Siempre las mismas?
--Al principio de estos 25 años de Piñón Fijo, Fabián Gómez se había creído que él había elegido este oficio, hoy sabe que fue al revés. Pero para muchas cosas no hay explicación, como regresar a Bahía Blanca, subirme al escenario del Teatro Don Bosco y encontrarme con chicos y grandes cantando las canciones que escribí hace años en una habitación que queda a 1.000 kilómetros. Eso genera una energía especial. Por eso, mientras me maquillo, en esa especie de sesión de terapia, repaso mi camino.
--¿El personaje se apoderó de su intimidad?
--Mi personaje tiene mucho que ver con mi persona. Lo que aprende Fabián se lo pasa Piñón y viceversa. Y ahí vamos los dos tratando de meter todo en una misma bolsa.
--¿Y coinciden en la búsqueda?
--No sé si en la búsqueda de una felicidad permanente, porque creo que no existe, pero sí en un camino de tranquilidad y coherencia. La vida me ha dado oportunidades hermosas, como compartir desde hace unos cuatro años el escenario con Sol y Jeremías, mis hijos, parte de mi “equipaje” desde que empecé. Por momentos, ante el cariño que ellos reciben del público se me hace un nudo en la garganta. Es una emoción mucho más fuerte que cuando me aplauden a mí.
--Ya dijo que no cree en una felicidad permanente, pero, ¿cómo la define?
--La felicidad es una conquista de todos los días. Cuando uno se despierta debe repasar el cuerpo y el alma, valorar, agradecer y no quejarse tanto de lo que falta. Hay que darse cuenta de que la salud es fundamental y que todo lo demás es anecdótico.
--¿Algún día el escenario será solo para Fabián Gómez?
--Por ahí se me ha cruzado la idea de hacer algo como Fabián Gómez músico, pero.. no se trata de hacer canciones para chicos o para grandes, yo necesito hacer canciones y eso me construye como persona. Y me entusiasma todo lo que todavía tengo por aprender
--En 25 años de trayecto, ¿la vigencia pudo mezclarse con la rutina y el aburrimiento?
--Esta tarea es como el aire para mí; una rutina para nada aburrida. Me siento un tipo muy contenido haciendo de payaso y cuando empiezo a notar que algo me aburre lo cambio. Disfruto con el desafío y la adrenalina de comenzar algo nuevo.
--¿Cómo puede sostener un lazo tan fuerte con la gente?
--Es una feliz consecuencia de lo que me sucede por dentro.
* * *
En su largo viaje por el país, ahora con el espectáculo que celebra sus 25 años en familia, el payaso cordobés volvió este mes a Bahía Blanca, 11 años y seis meses después de aquel debut en el estadio de Estudiantes, donde en dos funciones sucesivas reunió a más de 10.000 personas.
--A propósito de familia, ¿cómo la advierte respecto de la que tuvo en su niñez?
--Son otros los ritmos. Hay muchas urgencias y falta tiempo para el diálogo que es lo que nutre, une y que es lo esencial. La familia nos puede mantener con el cable a tierra, pero, insisto, eso se complica porque a la hora de ganarse el pan papá y mamá deben salir a trabajar y los chicos no están con ellos por horas y horas. Como sociedad, creo que tendremos que pasar por más crisis para revalorizar el concepto de familia.
--¿Un concepto que se altera con las formas de ahora, por caso las ensambladas o las de los matrimonios igualitarios?
--Vengo de una familia tradicional, pero tengo la cabeza bastante abierta para con todas esas conquistas, más que por una cuestión social por una de integridad del hombre y por su felicidad. Ser feliz de alguna de esas maneras es un derecho y yo debo darme cuenta de que lo bueno sale de la unión y el amor.
--¿Qué siente de este momento del país?
--Que se han hecho cosas muy buenas y que falta mucho por mejorar.
--¿Qué?
--¡Cómo debe estar la política en nuestro país para que un payaso tenga que decir qué hay que mejorar...! Cuando uno se queda con lo que ha logrado, en cualquier ámbito que esté, está “chau”. El conformismo es una forma de derrota. La corrupción y la falta de transparencia en quienes tienen la gigante responsabilidad de gobernar, y que en sus manos quedan los sueños de millones de personas aunque las usan para sus beneficios personales, son una picardía y es lo que se debe corregir, aunque el tema es más filosófico que político.
--¿Puede resistir los condicionamientos del mercado?
--Estoy todos los días en eso. No reniego del mercado ni me aferro al criterio de que todo es una porquería y está mal, pero cuando el dinero se lleva puesto el objetivo central se me encienden todas las luces de alarma. Y bueno, por eso hay gente que se ha sentido decepcionada por algunas de mis decisiones.
--¿Qué gente?
--Aquella que por ahí solo vio en Piñón un negocio.