Bahía Blanca | Miércoles, 02 de julio

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¿Tiempos diferentes?

Nueve lunas. Entre 38 y 41 semanas. Esa es la extensión considerada normal para un embarazo y de ahí que, si se extiende mucho más allá, lleva a los médicos, en muchos casos, a analizar la posibilidad de poner en práctica métodos para acelerar el nacimiento. De ahí que los obstetras den habitualmente a las mujeres embarazadas una fecha estimada de parto que se calcula en 280 días a contar a partir del inicio de su último período menstrual.

 Nueve lunas.


 Entre 38 y 41 semanas.


 Esa es la extensión considerada normal para un embarazo y de ahí que, si se extiende mucho más allá, lleva a los médicos, en muchos casos, a analizar la posibilidad de poner en práctica métodos para acelerar el nacimiento.


 De ahí que los obstetras den habitualmente a las mujeres embarazadas una fecha estimada de parto que se calcula en 280 días a contar a partir del inicio de su último período menstrual.


 Sin embargo, investigadores estadounidenses acaban de publicar un estudio en el que, tras analizar estadísticas de embarazos de ese país, hallaron que sólo el 4 por ciento de las mujeres da a luz a los 280 días de su última menstruación y que el 70 por ciento lo hace a 10 días de la fecha estimada.


 Esto ha llevado a los expertos del Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental norteamericano a plantear que es normal que un embarazo dure hasta 5 semanas más de lo que se considera normal.


 "Hallamos que el tiempo promedio desde la ovulación hasta el parto fue de 268 días (38 semanas y 2 días)", comentó la autora principal del estudio, la doctora Anne Marie Jukic, miembro postdoctoral de la rama de epidemiología en el Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental.


 No obstante, incluso después de que excluyeran seis partos prematuros, descubrieron que la duración de los embarazos varió hasta 37 días.


 Las conclusiones del estudio fueron publicadas en la prestigiosa revista "Human Reproduction".


 Se sabe que la duración de la gestación varía en las mujeres, pero parte de la variación siempre se ha atribuido a los errores en la asignación de la edad gestacional.


 "Nuestra medida de la duración de la gestación no incluye estas fuentes de error y, aun así, sigue habiendo una variabilidad de 5 semanas. Es fascinante", dijo la investigadora.


 Uno de los aspectos más interesantes del estudio es que, a partir de la información recabada, combinada con estudios hormonales adicionales realizados desde análisis de orina de las embarazadas, los investigadores fueron capaces de desarrollar un método que permite detectar el momento preciso en que una mujer ovula y en que se implanta un embrión fertilizado en el útero en un embarazo concebido naturalmente.


 Con esa información, pudieron hacer un seguimiento del embarazo hasta el parto.


 Basados en su método (aún experimental, vale aclarar), los investigadores fueron capaces de calcular la duración de 125 embarazos.


 Aun así, los investigadores comandados por la doctora Jukic advirtieron que es necesario validar dicho método con nuevos estudios antes de implementarlo en la práctica obstétrica diaria.


 "Creo que lo mejor que puede decirse es que la variabilidad natural podría ser mayor de lo que hemos pensado hasta ahora y, si eso es cierto, los profesionales clínicos quizá quieran tener eso en cuenta cuando intenten decidir si intervienen en un embarazo", concluyó la investigadora.

Opinión

¿Esperar o no?

Dr. Carlos Fernández (*)










 La posibilidad que sugiere el estudio, de tomar en forma más laxa la duración normal del embarazo, plantea la necesidad de nuevos estudios, ya que efectivamente se sabe que la prolongación de la gestión, más allá de lo que habitualmente se considera como normal, puede tener consecuencias negativas para la salud del bebé en gestación.


 La placenta es un órgano fundamental en la relación madre-hijo, pero que dura los 280 días del embarazo y luego comienza a envejecer.


 A medida que la placenta envejece, sus funciones comienzan a alterarse, lo que puede afectar al bebé.


 Otro de los puntos en favor de no demorar el parto demasiado es que existen estudios epidemiológicos que han demostrado que la inducción del parto en los casos en los que el embarazo se prolonga más allá de lo considerado normal, se traduce una reducción de las tasas de mortalidad neonatal.


 Además, como señala un estudio cuyas conclusiones destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inducción del trabajo de parto puede ayudar a reducir la necesidad de un monitoreo adicional de las mujeres y reducir la duración de hospitalización.


 Esto, en especial, en aquellos lugares donde las mujeres deben ser hospitalizadas con anterioridad, para evitar la situación en la que no puedan llegar al hospital en caso de emergencia.


 En definitiva, las conclusiones del estudio norteamericano deben ser analizadas por nuevos estudios para determinar cómo optimizar, aún más, las recomendaciones médicas acerca de cuándo es correcto inducir un trabajo de parto.

(*) Ex presidente de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires (SOGIBA).