En confuso hecho, matan a un testigo clave de la causa
BUENOS AIRES (DyN y NA) -- El maquinista ferroviario Leandro Ariel Andrada, testigo clave en la causa que investiga la tragedia en la estación de Once, fue asesinado de tres tiros por la espalda.
El crimen, de acuerdo a lo informado por fuentes policiales y gremiales, se registró el viernes en Ituzaingó (oeste del conurbano).
El 22 de febrero de 2012, cuando el choque de un tren atiborrado de pasajeros contra el paragolpes hidráulico del andén mató a 51 personas e hirió a otras 703, Andrada entregó el convoy al motorman imputado, Marcos Antonio Córdoba, en la estación Castelar.
"Al principio, aparentaba ser un robo, pero tenía el dinero encima. Sólo le faltaba el celular. Hasta ahora es todo lo que supimos", dijo Edgardo Reynoso, delegado de la Unión Ferroviaria.
El sindicalista reclamó que se investigue hasta las últimas consecuencias y se castigue a los responsables.
El luctuoso hecho, según las primeras informaciones, ocurrió el viernes a la mañana en Villa Ariza. Temprano a la mañana, Andrada fue atacado mientras esperaba un colectivo en la esquina José María Paz y Malabia. "Iba al trabajo", señaló Reynoso.
El homicidio, bajo investigación de la comisaría primera de Ituzaingó, se conoció cuando faltan trece días para que se cumpla un año de la tragedia.
"Podría tratarse de un robo porque siempre llevaba un cortaplumas grande y hay indicios de forcejeos", explicó un alto jefe policial. También negó que el hombre haya denunciado amenazas. "Era una persona muy cerrada que no contaba nada ni a su madre ni a sus hermanos, con los que vivía", indicó.
Por el siniestro de Once están procesados, además del maquinista Córdoba, los exsecretarios de Transporte Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, y el exsubsecretario de Transporte Ferroviario Antonio Luna.
En similar condición están dos exjefes de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) --Pedro Ochoa y Eduardo Sícaro--, el extitular de la empresa que concesionaba el servicio (Trenes de Buenos Aires-TBA) Sergio Cirigliano y una veintena de directivos.
"Suena todo muy raro y un robo, evidentemente, no fue", opinó la abogada María del Carmen Verdú que, en carácter de querellante, representa a un grupo de familiares de las víctimas del choque.
"Andrada era un testigo importante. Fue quien entregó el tren a Córdoba en Castelar", corroboró.
"Ya había declarado en la etapa de Instrucción y, ahora, lamentablemente, cuando se realice el juicio oral y público, no podrá", remató.
Una semana después de la tragedia, Andrada dijo al juez Claudio Bonadío que el tren 3.772 salió "sobrecargado" de Moreno rumbo a Once porque en los dieciocho minutos previos no hubo frecuencias.
Por esa situación, estimó que subieron entre 1.800 y 2.000 personas, el triple de la capacidad que la formación debe llevar. Como consecuencia, el tren iba más lento y había que frenarlo con mayor antelación a la habitual.
La fiscalía y las cuatro querellas --dos de ellas no acusaron a Córdoba-- pidieron que los imputados sean juzgados por diversos delitos de estrago doloso o culposo y defraudación a la administración pública.
El planteo más duro corrió por cuenta de la familia de Lucas Menghini Rey, joven hallado sin vida dos días después dentro del tren: pidió que todos, excepto Córdoba, sean juzgados por asociación ilícita.
Andrada, de 53 años, estaba casado y tenía dos hijos.