Bahía Blanca | Miércoles, 25 de junio

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Una puerta al desierto

Agadez, levantada entre los siglos XV y XVI, a las puertas del desierto nigeriano del Teneré y clasificada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, recuerda con añoranza los tiempos en los que el turismo era una de las principales actividades de la ciudad. "A finales del siglo pasado, Agadez era una etapa ineludible para los organizadores del Rally París-Argel-Dakar, lo que contribuyó a desarrollar el turismo que es una de nuestras principales actividades económicas", comentó Mohamed Agaly, un antiguo guía turístico que hoy ha buscado mejor suerte trabajando como artesano del cuero.

 Agadez, levantada entre los siglos XV y XVI, a las puertas del desierto nigeriano del Teneré y clasificada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, recuerda con añoranza los tiempos en los que el turismo era una de las principales actividades de la ciudad.


 "A finales del siglo pasado, Agadez era una etapa ineludible para los organizadores del Rally París-Argel-Dakar, lo que contribuyó a desarrollar el turismo que es una de nuestras principales actividades económicas", comentó Mohamed Agaly, un antiguo guía turístico que hoy ha buscado mejor suerte trabajando como artesano del cuero.


 Sin embargo, las rebeliones tuareg y los golpes de Estado que salpicaron el país a lo largo de la década de los 90 alejaron a los todoterreno del famoso rally, que pisó Agadez, por última vez, en 1997, y, poco a poco, fue debilitando el turismo.


 "Las rebeliones armadas, que comenzaron en los años 90, acabaron con nuestra principal fuente para ganarnos el pan. Los turistas blancos dejaron de visitar nuestro monumentos históricos o nuestro hermoso desierto por miedo a ser secuestrados", subrayó un apesadumbrado Agaly, antes de agregar que las recientes amenazas terroristas han empeorado aún más la situación.


 No hace mucho tiempo, 25 soldados murieron en un atentado suicida contra el cuartel militar de Agadez.


 El ataque, el primero de esas características ocurrido en Níger, fue reivindicado por los grupos Monoteísmo y Yihad en Africa Occidental (MYAO) y "Los que firman con sangre", cuyo cabecilla es el terrorista argelino Mojtar Belmojtar.


 
OTROS TIEMPOS





 Mientras termina de coser unas alpargatas de cuero, Agaly recuerda el tiempo en el que a la ciudad llegaban diariamente vuelos chárter de varias ciudades europeas, con viajeros y turistas ávidos por descubrir los secretos de este antiguo enclave comercial.


 Después, la UNESCO incluyó en su listado el centro histórico de la ciudad, levantado con ladrillos de adobe durante el sultanato tuareg de Air.


 En total, son once barrios que se extienden en 70 hectáreas, en los que destaca la Gran mezquita y su alminar de tierra que parece desafiar al cielo, el Palacio del sultán, la Casa del panadero o la del explorador alemán Henri Barth, que residió en la ciudad en 1850.


 Según el historiador nigerino Djibo Hamani, el origen de la ciudad, centro comercial entre el Africa septentrional y la subsahariana, se remonta al siglo XI.


 "La ciudad de Air fue una importante encrucijada comercial de caravaneros, un punto de unión entre el Africa negra y el Magreb, donde la hospitalidad es un valor esencial entre la población local", dijo la socióloga Sumana Adamu.


 Según Adamu, su nombre viene de la palabra "egdez", que en tamasheq, la lengua de la comunidad tuareg que fundó la ciudad, significa "hacer una visita".


 "Estos valores favorecieron la eclosión de la diversidad étnica en esta ciudad, donde viven etnias como la haousa, la árabe, la kanuri, la sonrai y la peul en perfecta simbiosis", agregó la socióloga.


 En algunas calles se percibe algo de actividad y de movimiento, pero las patrullas militares que recorren la ciudad de manera intermitente siguen recordando el sangriento atentado de mayo.


 "Desde que ocurrió el ataque criminal, que afectó a numerosas familias, el dispositivo de seguridad en la ciudad ha experimentado un refuerzo excepcional", asegura Agaicha Ibrahim, que regenta una tienda de lencería.


 Ibrahim se siente satisfecho por la presencia de las fuerzas de seguridad.


 "Están para proteger nuestras vidas y nuestros bienes de los grupos terroristas", agrega este comerciante del viejo zoco de la polvorienta Agadez.


 Por encima de esta situación actual, siempre se está en el pensamiento de todos, particularmente de los lugareños, la posibilidad de volver a recuperar a los turistas, que pueden encontrar aquí paisajes que no son frecuentes en cualquier lugar del mundo.


 Al margen, también poder echar una intensa mirada por el pasado, porque Agadés (otro de los nombres que se usan), formó parte del imperio Songhai.


 Cuentan que fue fundada hacia el 1400 y hoy tiene a la mezquita como el principal símbolo de ese período fundacional.


 Y se puede ver desde lejos, gracias a su imponente minarete tronco-piramidal, que datan de los mismos tiempos de los orígenes de la ciudad.


 Hoy Agadez constituye una importante ciudad para los nómadas Peul y Tuareg, de aproximadamente 55 mil habitantes.


 Y representa una de las ciudades más antiguas de Níger, pues fue fundada, como decíamos, en el siglo XV, adquiriendo rápidamente importancia gracias, en parte, al sultán de los Tuaregdel Air, Illsawan, que decidió abandonar el nomasismo y asentarse en Agadez, para luego convertirla en capital.






 > El acantilado de Tiguidit: Litografías rupestres, dinosaurios, bosque fósiles, pozos de pastores y campamentos nómades, paisajes de acantilados y dunas de arena.


 


 > Las inscripciones rupestres de Dabous: Yacimiento prehistórico reconocido por la belleza y la extensión de sus litografías: jirafas que miden 5,60 metros de altura.


 


 > Los oasis a las puertas de Agadez: Azel, un pueblo tuareg a la sombra de los palmerales; los huertos de verduras y frutas en las riberas del Teloua ; las tiendas tuareg de las pastoras del valle de Boghel, los camelleros de los campamentos tuareg de Teghazert.