Bahía Blanca | Domingo, 10 de agosto

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El placer de la risa

Dice Gabriela Acher: "la experiencia en teatro es única". Actriz, humorista, escritora, guionista, la uruguaya que, desde los años '60 desarrolló una larga carrera en la Argentina a través de la televisión, el cine y las letras, como columnista de revistas o como escritora de volúmenes dedicados al humor, cuenta que nada, absolutamente nada es comparable con subirse al escenario y palpar en vivo la experiencia de hacer reír a otros.

 Dice Gabriela Acher: "la experiencia en teatro es única".


 Actriz, humorista, escritora, guionista, la uruguaya que, desde los años '60 desarrolló una larga carrera en la Argentina a través de la televisión, el cine y las letras, como columnista de revistas o como escritora de volúmenes dedicados al humor, cuenta que nada, absolutamente nada es comparable con subirse al escenario y palpar en vivo la experiencia de hacer reír a otros.


 "No es muy fácil describir lo que se siente. Hay una mezcla de felicidad, satisfacción, placer, una adrenalina a la que resulta muy difícil renunciar", confiesa esta señora artista que, para repetir hoy esa dosis, debió permanecer en cama, tapada hasta la "ñata" y darse tregua por una faringitis.


 Al teléfono, la voz delataba el trance. No así, una risa abierta, clara y fácil de imaginar a partir de sus fotos de afiche.


 "Es hermoso trabajar con el humor. Pero la clave para hacerlo, yo creo, es aprender primero a reírse de uno mismo, exponerse y compartirlo con los demás", receta con autoridad.


 Por eso, El amor en los tiempos del colesterol cierra con la propia --insatisfactoria-- experiencia en materia de amor y sexo.


 "El espectáculo se basa en mi libro y se arma como un consultorio sentimental televisivo, donde la conductora recibe y responde cartas de mujeres que le cuentan de sus propias insatisfacciones amorosas y sexuales y yo les respondo los disparates habituales; y al final cuento mi propia historia", panea.


 Respecto de este regreso, Acher recuerda haber estado en Bahía Blanca el año pasado con otro unipersonal, Algo sobre mi madre (todo sería demasiado).


 "¡Y es uno de los públicos más divinos que tuve en el interior. Así los recuerdo. ¡Por eso me estoy cuidando! ¡No podría hacer otras funciones en el fin de semana, pero a Bahía quiero volver! Y lo hago con mucho entusiasmo".


 Será hoy, a las 20.30, en el Teatro Municipal.

Los triglicéridos, lo malo y lo bueno






 --El colesterol al que refiere el título, alude a la edad de las mujeres que mandan esas cartas, que les asegura cierta experiencia...


 --En realidad sí. Por un lado, El amor en los tiempos del colesterol habla de mujeres de una cierta edad, porque cuando se es muy joven, el colesterol no existe en nuestra vida. Así que acá hablamos de los 40 para arriba.


 "Pero además, a mí me gusta llamar los tiempos del colesterol a esta época en que los hombres y las mujeres ya no podemos intercambiar los fluidos. ¡Ya pronto no vamos a poder intercambiar el saludo! Y porque me viene bien para hacer algunos chistes sobre el colesterol y mi edad".


 --Mujeres hay de todo tipo, forma, tamaño y color... Pero esas pacientes convergen en sus problemas.


 --Absolutamente. Hay un abanico enorme de mujeres. Están las solteras deprimidas, las casadas aburridas, las separadas escépticas pero voluntariosas, las frígidas anónimas, las mujeres grandes con hombres jóvenes, las que son carne de "quirófano", la cadena para mujeres, las que esperan un llamado que no llega, las menopáusicas trastornadas, las optimistas del futuro, y yo, claro.


 --Puesto que todas pertenecen a una franja con un piso generacional determinado. ¿qué mandatos nos hubieran tenido que ahorrar para que fuéramos menos insatisfechas?


 --En principio, somos insatisfechas porque estamos mal alimentadas espiritualmente por una cultura que nos hizo mirar al mundo con un solo ojo: el del patriarcado. Luego, a partir de que la mujer pateó el tablero y liberó su sexualidad, los hombres se retrajeron. Antes éramos objetos sexuales, ahora la cosa se reparte".


Cuando hay mucho en común







 --¿Cree en el cambio de roles?


 --Sí y no. Ahora somos todos objetos. Ya no queda gente. Pero la mujer sigue siendo la gran insatisfecha, porque la liberación femenina también produjo un éxodo de hombres que temen a la comparación y a la exigencia.


 "Sumado a que demográficamente somos más que ellos y a que todavía quedan mujeres del modelo anterior, las de 40 para arriba estamos complicadas para encontrar lo que queremos y ellos están como quieren".


 --Este libro fue escrito...


 --¡En el '98! ¡Pero si te digo que está más actual, ¿me creés? Las situaciones que en esos tiempos eran casi hipótesis, se han desarrollado, confirmado y potenciado. ¡Yo era una adelantada cuando empecé a ver este éxodo de los varones y una insatisfacción femenina!


 --Y el placer también es suyo...


 --Totalmente. No conozco nada más gratificante que provocar la risa en otro. Incluso habiendo hecho teatro con otros actores, nunca había encontrado el placer, esa magia de la que todos hablaban y que yo descubrí con el unipersonal. No tiene comparación esto de que el otro actor sea el público y que todos nos estemos riendo al unísono de nosotros mismos.