Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

"Todo conocimiento es útil, pero no tendría sentido si no le sirve a la gente"

¿Qué rasgo distintivo tiene el Conicet bahiense?, ¿adapta sus líneas de trabajo a las características de la región o recibe sugerencias marcadas desde la sede central? --Una mezcla de ambas cosas. Hay una línea común, claro, pero la particularidad que tiene Bahía Blanca, desde que existen los institutos de investigación, en la década del '60, es que el trabajo se ha caracterizado por tener una amplia relación con el sector socioproductivo de la ciudad. Si bien el Conicet siempre financió la investigación a través de los subsidios pedidos por los investigadores, las líneas de trabajo venían fijadas desde Buenos Aires. Pero en Bahía, muchas veces, los investigadores buscaron incorporar temas relacionados con lo local, algo que se dio mucho en la Plapiqui (Planta Piloto de Ingeniería Química), el IADO (Instituto Argentino de Oceanografía) o el Cerzos (Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida), básicamente porque tenían propuestas muy vinculadas a la región. Esto se mantuvo hasta 2007, cuando el Conicet cambió su estructura y en Bahía se creó uno de los 12 Centros Científico Tecnológicos (CCT) que hay en el país.




 ¿Qué rasgo distintivo tiene el Conicet bahiense?, ¿adapta sus líneas de trabajo a las características de la región o recibe sugerencias marcadas desde la sede central?


 --Una mezcla de ambas cosas. Hay una línea común, claro, pero la particularidad que tiene Bahía Blanca, desde que existen los institutos de investigación, en la década del '60, es que el trabajo se ha caracterizado por tener una amplia relación con el sector socioproductivo de la ciudad. Si bien el Conicet siempre financió la investigación a través de los subsidios pedidos por los investigadores, las líneas de trabajo venían fijadas desde Buenos Aires. Pero en Bahía, muchas veces, los investigadores buscaron incorporar temas relacionados con lo local, algo que se dio mucho en la Plapiqui (Planta Piloto de Ingeniería Química), el IADO (Instituto Argentino de Oceanografía) o el Cerzos (Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida), básicamente porque tenían propuestas muy vinculadas a la región. Esto se mantuvo hasta 2007, cuando el Conicet cambió su estructura y en Bahía se creó uno de los 12 Centros Científico Tecnológicos (CCT) que hay en el país.


 --¿Qué beneficios trajo esta modificación?


 --A partir de ahí comenzó a adquirir más protagonismo la mirada local, con una fuerte inserción regional. En ese sentido, el consejo directivo en Bahía tiene la misión de fijar políticas de investigación y elevarlas a la sede central para que sean incluidas en los planes nacionales. La idea es que se tenga en cuenta la mirada de cada CCT, diciendo qué es prioritario para su región y así pueda recibir el financiamiento necesario. Este nuevo enfoque también permitió que se duplique la cantidad de nuevos institutos de investigación, y así fueron surgiendo en los últimos años el IIIE (Instituto de Investigaciones en Ingeniería Eléctrica), el Ingeosur (Instituto Geológico del Sur), el Inquisur (Instituto de Química del Sur), el Ifisur (Instituto de Física del Sur) y el IIESS (Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur).


 --¿Cuál es el criterio académico para definir la creación de un instituto?


 --Fundamentalmente, contar con la masa suficiente de investigadores y gente capacitada, realizando proyectos que justifiquen la creación de un ámbito para estudiar una temática determinada. En el caso de Bahía, los institutos se crean en el marco de la universidad, cuando empiezan a juntarse profesionales y proyectos alrededor de ciertas temáticas generales, conformando grupos de investigadores. Y cuando esto adquiere una masa crítica suficiente, se le solicita al Conicet la posibilidad de ser incorporado a su sistema de institutos. El Conicet, en ese sentido, siempre ha propiciado que los institutos sean de doble dependencia, manteniendo vigente la idea original de (Bernardo) Houssay de que haya una vinculación permanente entre la investigación científico-tecnológica y la universidad. ¿Y por qué esa idea? Porque con la investigación se generan nuevos conocimientos, y esos conocimientos, a su vez, deben ser enseñados mediante la docencia, favoreciendo una educación actualizada y de vanguardia entre los futuros profesionales.


 --Considerando que el CCT de Bahía es uno de los más importantes del interior, ¿es factible pensar en la apertura de nuevos institutos, a corto o mediano plazo?


 --Con seguridad. Ya hay, por lo menos, uno que está cerca de concretarse.


 --¿En qué área?


 --En biología. Actualmente hay muchos grupos de investigación dentro del departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia de la UNS. Y si bien ya existe el Inibibb (Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca), la parte de biología es una de las que tiene mayor cantidad de investigadores. Eso da la idea de que ya están las condiciones como para crear un nuevo instituto dentro del Conicet, algo que les va a permitir nuclearse, contar con una identidad grupal propia y tener una mayor facilidad para conseguir subsidios para investigaciones y equipamiento.


 --¿Cómo se genera, a su vez, la vinculación entre el Conicet y los sectores socioproductivos de su entorno?


 --Esa es otra de las áreas fundamentales dentro del trabajo que realizamos, porque necesariamente debe hacerse una transferencia de conocimientos a la sociedad. Si bien todo conocimiento es útil por sí mismo, no tendría mucho sentido si no termina sirviéndole a la gente. Por lo pronto, esa transferencia no funciona en sólo un sentido. No es que generamos un conocimiento y luego lo llevamos a los sectores socioproductivos. Muchas veces también miramos a esos sectores para ver qué están necesitando, qué problemas tienen, qué soluciones requieren y qué respuestas podemos ofrecerles. De ahí sacamos temáticas para armar proyectos de investigación y hacer desarrollos. Ese fue uno de los objetivos que se planteó el Conicet al crear su nueva estructura en 2007, contribuyendo en todo lo que es acompañar las necesidades y potencialidades locales.


 --¿Cuáles son hoy esas prioridades?


 --El escenario es cambiante y cada vez más acelerado: una vez que se genera un nuevo conocimiento le llega de manera muy rápida a la gente y así se produce de inmediato una nueva necesidad. Por eso es tan necesario que la universidad, el Conicet y la sociedad estén mirándose permanentemente para ver qué se necesita, formando un círculo virtuoso. Hay que lograr que esa rueda funcione bien para que se generen nuevos conocimientos tecnológicos que, a su vez, tengan éxito en el mercado. Y ahí está lo que es el concepto de innovación, que es cuando la gente incorpora esos cambios para su vida cotidiana.


 --En medio de ese escenario en permanente cambio, ¿reconoce alguna diferencia entre los investigadores más jóvenes, en comparación con aquellos que integran el Conicet desde hace décadas?


 --Pienso que sí, básicamente porque hubo un tiempo en que todo estaba por hacerse, e incluso cada investigador debía ocuparse prácticamente de todo, hasta de administrar su subsidio y preparar la rendición de cuentas. En cambio ahora, con la estructura nueva, lo que se busca es que el investigador se sienta respaldado y pueda desligarse de cualquier tarea administrativa para ocuparse únicamente de su tema. Por eso creo que los más jóvenes están preparados para dedicarse exclusivamente a su tarea, lo que pienso que, en definitiva, es bueno.


 --Estos cambios positivos en el funcionamiento general, ¿cómo se traducen en logros científico-tecnológicos?


 --Bueno, por ejemplo, está el trabajo que realiza el IADO en la problemática de la ría, tanto para la conservación del ecosistema como para el funcionamiento del puerto. Es una tarea muy importante que, quizá, muchas veces no se ve o no sabe. Después, está todo el trabajo del Plapiqui con el Polo Petroquímico o el Cerzos en el área de agronomía, colaborando de manera directa con las estaciones del INTA de la zona, haciendo desarrollos como el cultivo de hongos medicinales con características terapéuticas, o la creación de un mapa ambiental de Bahía Blanca, para saber cómo evoluciona la contaminación. También está la reciente composición del Consejo Asesor, que está formado por todas las fuerzas vivas de la ciudad: el municipio, el Concejo Deliberante, la Unión Industrial, la Corporación del Comercio, la Región Sanitaria y el Consorcio del Puerto, entre otros, que tendrán el objetivo de abrir una base de datos con la oferta tecnológica del Conicet, de manera de intercambiar datos y potencializar el desarrollo entre todos. Esto es ni más ni menos que el Estado diciendo: quiero fomentar la ciencia y la tecnología.


 --En la teoría suena interesante, ¿pero hay infraestructura y recursos suficientes para concretarlo?


 --Tenemos que apuntar a nuevas formas. El Conicet otorga unas 1.500 becas por año para que los egresados obtengan un doctorado. Pero no puede absorber a tantos doctores para que se queden dentro del aparato científico porque, de ese modo, colapsaría. Por eso necesitamos que los nuevos doctores entiendan que pueden desarrollar su beca dentro de una empresa e incluso crear la suya propia. Si decimos que generar investigación es crear nuevos conocimientos, hay que encontrarle la aplicación, creando la infraestructura necesaria para apoyar a los nuevos becarios en sus emprendimientos.


 --¿Ese es el Conicet del futuro?


 --Eso es lo que queremos que sea.


"Una vez que se genera un nuevo conocimiento, le llega de manera muy rápida a la gente y así se produce una nueva necesidad. Por eso es necesario que la universidad, el Conicet y la sociedad estén mirándose permanentemente para ver qué hace falta".


Personal










 --¿Qué imagen de fondo tiene en su PC?


 --Una foto de mi nieta mayor, Lucía, cuando tenía 3 años.


 --¿Qué es lo que más extraña de San Juan?


 --La siesta y los amigos.


 --¿Adónde pasó sus últimas vacaciones?


 --En Junín de los Andes, en San Juan y unos días en Pehuen Co.


 --¿En qué parte del mundo le gustaría vivir al menos un año?


 --En Junín de los Andes.


 --¿Cuál es su hobby?


 --Armar rompecabezas.


 --¿CD o MP3?


 --CD.


 --¿En qué bar suele tomar un café?


 --En "Mi viejo café" o en "La Cibeles".


 --¿Qué otra carrera le gustaría estudiar?


 --Letras.


 --¿Cuál fue el gol que más gritó?


 --Uno de Riquelme, en una final de la Copa Libertadores.


 --¿Quién es su mejor amigo?


 --Mis tres hijos.




Biografía

* Pedro Ernesto Ugrin nació en la capital sanjuanina hace 55 años, pero prácticamente la mitad de su vida transcurrió en esta ciudad, al punto que ya se considera "mucho más que un bahiense adoptivo". Llegó a partir de una propuesta para una beca en el Conicet. "Lo hice y poco después me avisaron que debía presentarme acá el 1 de abril de 1985", recuerda.

* Casado con Cecilia, es padre de Pedro (de 31 años), Gustavo (29) y Alejandro (25) y abuelo de Lucía (9) y Julieta (6), ambas hijas de Pedro. Vive en el barrio Universitario.

* Egresado como ingeniero químico por la Universidad Nacional de San Juan, hizo un doctorado en Ingeniería Química, graduándose en 1991. Desde hace cinco años, es gerente del Conicet Bahía Blanca.

* Es docente en el departamento de Matemática de la UNS, donde brinda la materia Métodos Numéricos B, cursada generalmente por alumnos de 2º y 3º años de Ingeniería Industrial, y como materia optativa por los alumnos de Física.