Bahía Blanca | Domingo, 10 de agosto

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La patada de Julito

Me lo crucé a Julito después de mucho tiempo. Estaba sentado a la mesa de un bar. Tenía una camisa, un saco, un jean y zapatos. Todo negro. Tenía muchos más años. Pero había algo que no se había alterado desde que lo vi la última vez cuando teníamos 10 años: los ojos seguían mirando triste.




 Me lo crucé a Julito después de mucho tiempo.


 Estaba sentado a la mesa de un bar. Tenía una camisa, un saco, un jean y zapatos. Todo negro.


 Tenía muchos más años. Pero había algo que no se había alterado desde que lo vi la última vez cuando teníamos 10 años: los ojos seguían mirando triste.

***






 A Julito lo quise mucho. Sobre todo después de aquel día. Aquel día de 1975.


 Julito le pegaba fuerte a la pelota en el patio del colegio. Tan fuerte que un día me sacaron esa pelota azul y roja que tanto quería: Julito había roto el vidrio de la puerta del aula.


 --¡Acá no se juega más al fútbol! -dijo una de las maestras.


 Es que en su tiro al arco simulado, Julito no sólo rompió el vidrio, casi le arranca la cabeza a una maestra.


 Ya sin la pelota, optamos por las figuritas, el ping-pong o el metegol. Aquel día de 1975 le hice un gol a Julito --un genio en el arco del metegol-- y, cuando se lo iba a gritar, Julito ya no estaba. Lo llamó la maestra. A Julito lo vinieron a buscar. Y se fue en la mitad del recreo.

***






 Sobre la mesa de Julito había un café. Cada tanto daba un sorbo. Cada tanto leía el diario. Cada tanto miraba... Triste, como siempre.

***






 Julito tenía 6 años aquel día de 1975. Lo vi de atrás con el gol atragantado. La maestra le puso la mano en el hombro. Caminaban a la puerta. Y ella le hablaba.


 Al otro día no fue al colegio. Al otro, tampoco. Y al otro, tampoco.


 Julito volvió el lunes. Entró contento. Lo miramos. Ya sabíamos que había muerto su papá.


 Salimos al recreo. Jugamos al metegol. Me pareció que hacerle un gol era desubicado. No se lo hubiera podido hacer, pero ni lo intenté.


 En 2º grado ya no lo tuve tan cerca a Julito. En 3º y 4º, menos. Pero siempre lo quise a Julito. Y estaba atento por si necesitaba algo.

***






 Sobre la mesa de Julito el café estaba vacío. Cada tanto leía el diario. Cada tanto miraba... Triste, como siempre.

***






 Cuando andaba por los 15-16 años, lo encaré a mi viejo:


 --¿Vos sabés lo que le pasó al papá de Julito?


 --¿Por?


 --No sé, estaba mirando fotos del colegio y me acordé...


 --Al papá de Julito lo mataron.


 --¡¿Qué?!


 --Sí.


 --¿Quién?


 --Y... viste, en esos años no se sabía bien qué pasaba... No sé.


 --Pero ¿fue un afano, un asesinato, algo de la política?


 --No sé, no sé...


 --¿Y él lo supo de chico?


 --No sé... Yo no tenía trato con la mamá de Julito. Ni siquiera fuimos con tu vieja a darle un beso al velatorio.

***






 Julito pidió la cuenta. Cerró el diario. Y se fue.