El dólar paralelo se aleja del oficial
Aunque el Banco Central mantiene bajo control sin mayores inconvenientes el dólar en el mercado oficial, la semana última estuvo marcada por la volatilidad del tipo de cambio.
Claro que esto no se reflejó en la cotización de las pizarras, sino en las distintas vías de negociación que hoy existen para obtener divisas sin pasar por el filtro del gobierno.
La brecha entre el dólar oficial y el paralelo era de 5%, hasta las elecciones de octubre. Luego de los comicios y tras las medidas de mayor control por parte de la AFIP, se agrandó al 10% y en esos niveles pasó el verano. Pero ahora esa distancia aumentó un nuevo escalón y ya se ubica en cerca del 14%.
El tipo de cambio minorista que se observa en las pizarras del microcentro es de $ 4,37, pero quienes buscan hacerse de dólares lo pagan hasta $ 5; por ejemplo, a través de la compra con pesos de bonos dolarizados (el mecanismo favorito de las empresas para conseguir divisas legalmente).
No parece que vaya incrementarse en el corto plazo, pero de la misma manera es difícil que disminuya a los niveles anteriores.
Está claro que esa distancia está directamente relacionada con la expectativa del público y de las empresas sobre el tipo de cambio, pero también guarda relación con el grado de rigidez del control cambiario.
El proyecto que introduce sustanciales cambios en la Carta Orgánica del Banco Central actúa sobre las expectativas, aunque en la práctica no haya sucedido nada. Por ejemplo, se habilita al gobierno a recibir prácticamente el doble de financiamiento por parte de la autoridad monetaria, a través de adelantos transitorios. Esto significa, lisa y llanamente, más emisión de dinero para financiar los agujeros fiscales que se puedan presentar. Pero hasta ahora no ha sucedido y es posible que recién se utilice esta alternativa en el segundo semestre del año.
El efecto que tendría esta mayor emisión de dinero sin respaldo sobre el tipo de cambio y el dólar no debería sentirse de inmediato. Sin embargo, son tan conocidas las consecuencias de incrementar notablemente la cantidad de dinero circulante cuando las reservas se mantienen estancadas o incluso en baja que los ahorristas prefieren adelantarse.
No sería raro que lo mismo suceda en materia inflacionaria y muchas empresas opten por aumentar sus precios incluso en forma exagerada, porque intuyen que se aproxima un período de mayor inflación. En este caso, tienen un límite, que es el poder de consumo de la gente y la actividad económica.
2012 apunta a ser un año atípico, con una desaceleración muy marcada, pero, sin embargo, con una inflación alta y constante o, incluso, incrementándose en relación a 2011.
Las nuevas restricciones del Central limitando a los turistas el retiro de dólares desde cajeros en el exterior también provocaron mayor incertidumbre e incentivaron una suba en el mercado paralelo de alrededor de 10 centavos. Había finalizado la semana anterior a $ 4,68 y terminó la última en casi $ 4,80.
La medida, que se pondrá en marcha el 3 de abril (justo antes del feriado largo de Semana Santa) revela hasta dónde está dispuesto a llegar el gobierno en materia de control cambiario. Sucede que miles de personas tendrían que suspender sus viajes al exterior. O aquellos que quieren seguir viajando afuera son, en realidad, prácticamente obligados a operar ilegalmente.
¿Qué sucede con el público que no es autorizado a comprar divisas en el mercado cambiario, porque la AFIP considera que no tiene suficiente capacidad contributiva? En ese caso, no puede hacerse de dólares en la Argentina, pero tampoco cuando viaje afuera.
Es cierto que se puede comprar un pasaje de avión, alquilar un auto y contratar el paquete turístico desde la Argentina y pagarlo en pesos. También utilizar la tarjeta de crédito afuera para realizar determinadas compras y luego pagarlas en pesos al tipo de cambio oficial, de acuerdo con la conversión que efectúa el propio extracto bancario.
Pero, a pesar de estas alternativas, resulta impensable viajar al exterior sin poder acceder a un solo centavo en la moneda del país que se visitará. Aun en estos tiempos, el efectivo sigue siendo imprescindible en cualquier lugar del mundo. Por lo tanto, a quienes no son autorizados a comprar divisas y tienen planeado un viaje al exterior les quedan dos alternativas: o suspenden sus planes y no salen del país o compran dólares en el mercado paralelo, a un nivel sustancialmente más alto que el oficial.
La existencia de múltiples mercados y distintos tipos de cambio, que se divorcian cada vez más del oficial, no es nueva en la Argentina. Existió durante casi toda la década de 1980 y también luego del estallido de la convertibilidad, en 2002 y 2003.
Fueron épocas marcadas también por estrictos controles cambiarios, pero en aquellos momentos el país sufría una fuerte sequía de divisas, con términos de intercambio desfavorables. Ahora, ingresan muchos dólares (la soja volvió a superar los U$S 500 la tonelada), pero, al mismo tiempo, se mantiene una fuerte tendencia a la fuga de capitales, por la desconfianza.
La incógnita es cuánto tiempo se pueden mantener esos estrictos controles cambiarios. La situación de Venezuela, el otro país de la región que mantiene un esquema parecido al de la Argentina, demuestra que pueden durar mucho tiempo. Claro que a fuerza de endurecer paulatinamente su funcionamiento.
También aparecen los privilegiados del régimen: aquellos que pueden acceder a dólares oficiales, sin necesidad de recurrir al paralelo: Ante la falta de transparencia sobre el funcionamiento del sistema, nadie conoce cómo determina la AFIP quiénes podrán comprar divisas y quiénes no.
Un gobierno que todo lo quiere controlar no sólo restringe la libertad comercial, sino que empieza a influir activamente sobre algunos derechos individuales; por ejemplo, la posibilidad de salir del país.
Existen sólo algunos tristes ejemplos en el continente americano donde se mantiene este tipo de limitaciones, en un mundo cada día más globalizado.
No parece lógico que la Argentina pretenda emularlos.