Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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Lola Mora: otra vez la barbarie

REALMENTE TODO hace pensar que la sociedad cada vez se siente más desamparada ante el accionar de la barbarie urbana. Lo comprobamos cada día en múltiples y diversos acontecimientos. Vemos no pocas instituciones de bien público que son saqueadas y deterioradas con un resentimiento incomprensible, ya que los propios agresores son beneficiarios del bien que destruyen. Y ocasionan los daños sin siquiera buscar un beneficio personal, por propio impulso de su brutalidad. Hacer el daño por el daño mismo, como si fuera eso un mérito del que pueden jactarse.




 REALMENTE TODO hace pensar que la sociedad cada vez se siente más desamparada ante el accionar de la barbarie urbana. Lo comprobamos cada día en múltiples y diversos acontecimientos. Vemos no pocas instituciones de bien público que son saqueadas y deterioradas con un resentimiento incomprensible, ya que los propios agresores son beneficiarios del bien que destruyen. Y ocasionan los daños sin siquiera buscar un beneficio personal, por propio impulso de su brutalidad. Hacer el daño por el daño mismo, como si fuera eso un mérito del que pueden jactarse.




 YA DECIA Sócrates que la ignorancia es peor que la maldad. Porque el ignorante, en su irracionalidad, termina dañando a los demás y también a sí mismo sin saber por qué lo hace, mientras que la maldad es más calculadora y no emprende acciones que puedan depararle resultados negativos.




 UN CASO demostrativo, en tal sentido, es el daño causado a uno de los conjuntos escultóricos más relevantes de la ciudad, que es asimismo patrimonio de la cultura nacional e internacional. La fuente de Lola Mora.




 UNA ACCION carente de toda sensatez y propia de la irracionalidad reinante en algunos ámbitos. La consecuencia de alguien que obra impulsado por la estupidez de no saber que él mismo es una víctima más de su propio salvajismo. Porque degrada el ámbito en el que vive.




 HASTA ES probable que encuentren ante quién jactarse de lo que han hecho como si fuera una hazaña, cuando la hazaña es verdaderamente haber concebido y plasmado esa obra maravillosa que enorgullece a los bahienses. Algo que merece perdurar como expresión de los valores humanos más sublimes. Y que tal vez los descendientes de los depredadores, con algo más de instrucción y capacidad intelectual, sabrían justipreciar, admirar y agradecer en el futuro.




 LO REAL es que ante tantos hechos de esta naturaleza, o parecidos, de los que se tiene noticia con demasiada frecuencia, cabe preguntarse si seguiremos terminando siempre en la instancia de los lamentos. En el "qué pena", que no conduce a nada. O si ha llegado la hora de pensar con seriedad en formas más efectivas de reaccionar para controlar y evitar semejante barbarie.




 NO SABEMOS quiénes ni cuántos son los que, ante la carencia de metas más luminosas, hacen gala de estas conductas depredadoras. Pero sí, a esta altura, cabría reflexionar seriamente para adoptar medidas efectivas, suficientes para proteger un patrimonio tan valioso, que permanece expuesto al accionar de tan despreciables depredadores.