El camino de Santiago
En el patio de esa casa del barrio Patagonia Norte, el sol, la quietud y el silencio reinan a la hora de la siesta hasta que "Buka" se despierta por culpa de un gorrión.
Los Santiago siempre tuvieron collies, pero "Buka" los acompaña desde hace 5 años con su larguísima y alisada melena, con su paciencia y fidelidad.
Hace 12 años que la familia no vive en White y Rafael Emilio, "El Negro", hace 50 días que le puso punto final al camino que hace medio siglo inició en la radio.
Ahora, salvo una hora de los jueves a la noche, su escenario está dado por ese patio lleno de verde, con aire más puro que el que le ofrecía su puerto natal. Y se extiende unos metros más allá del aire libre, donde el marido-padre-abuelo-apasionado del básquetbol-cinéfilo y periodista de seis Juegos Olímpicos y cinco mundiales de fútbol se acomoda frente a una mesa redonda de madera, rodeado de las fotos de su vieja, su mujer, hijos, nietos... Cada rectángulo en blanco y negro o en colores atesora un montón de recuerdos.
Y allí, lejos de los micrófonos, Santiago tiene mucho por decir.
--¿La ciudad perdió una voz?
--Nooo. Sería muy presumido creerlo.
--Pero su retiro guarda un eco.
--He tenido, acaso exageradamente, una avalancha de homenajes, como un efecto dominó, pero pasará en unos días más. De todos modos, es estimulante porque a muchos de los que me dan a entender que sienten mi retiro y que me extrañan, ni los conozco.
--¿Y usted los extraña?
--Todavía no. Es muy prematuro. Es como si al que disfruta de la luna de miel le preguntan cómo se siente estar casado.
--Cinco años después de haberse jubilado, ¿su retiro de la radio fue una elección o una imposición?
--Una elección. La cima intelectual, la plenitud de información, de desarrollo y mecánica sucede entre los 40 y los 55/60 años. Después se pierde velocidad y yo le tengo mucho miedo a la decadencia, a irme un día después.
--¿Le cuesta aceptarlo?
--Lo acepto. En plenitud, quien se expresa en un medio de comunicación dibuja la imagen de lo que quiere decir y encuentra cinco, seis adjetivos. Tiene un montón de información en su disco rígido, donde mete mano y saca lo que precisa, pero cuando hurga y no encuentra debe darse cuenta de que algunos circuitos se le van apagando.
--¿Le dolerá perderse en el olvido, ser uno más?
--No. Bahía ha crecido mucho, hoy muestro el documento y la cajera del supermercado me lo toma. Antes, sobre todo cuando estaba en la TV, me decían: "No hace falta, sabemos quién es...".
--¿Le han quedado por decir cosas?
--Me ocupé, en general, de un tema "bellamente" secundario como el deportivo, donde se caminan frontales y físicos senderos de rechazo. El que investiga polución, corrupción, justicia o política sufre presiones más sutiles, pero más fuertes. Al deporte se lo magnifica, pero es un tema de los lunes y no he tenido que callarme.
--¿Ni siquiera cuando se desempeñó como panelista y trató otras cuestiones?
--Traté de fijar posición dentro de mi conocimiento. Hace años que no busco convencer a nadie. Si debo opinar lo hago por mí y digo lo que creo. --¿Y en qué no cree?
--En algunas estadísticas, como en una sobre el cáncer en Bahía, por la cual tuve una agría discusión. Pero admito que no todos piensan igual que yo.
--¿Soportó censuras?
--Choqué con temas que afectan ciertos intereses y tuve que dar explicaciones. Siempre consideré que para un medio de comunicación es bueno tener disonancia. Hablé y me identifiqué con nombre y apellido. Si metí la pata, fue mi culpa y no de la radio.
--¿Su audiencia valoró esas opiniones que fueron más allá de lo deportivo?
--Ultimamente me dediqué más a temas generales, procuré ser natural y decir lo que me parece, que tiene un alto porcentaje de error.
--¿En qué otro tipo de periodismo le hubiera gustado probarse?
--En los grandes conflictos, como un corresponsal de guerra.* * *
--¿En cuántos países estuvo?
--En 30 y miré lo que pude.
--¿Y qué concluye del nuestro?
--Que corrigiendo muy poco es un país muy vivible para 100 millones de habitantes, pero somos 40 millones y muchos con apremios. ¿Cómo puede ser que haya gente que busque comida en la basura? Los argentinos no nos damos cuenta de lo que tenemos. Somos inconformistas, pero caudillistas, y nostálgicos quejosos. Cuántos dicen: `qué bien estábamos cuando estábamos mal' mientras tenemos alimentos por todas partes, lugares maravillosos, despoblados y sin odios religiosos ni raciales. Pero ojo, hoy vamos perdiendo la calle y se gasta más en seguridad que en educación.
--¿Bahía Blanca afronta problemas inquietantes de los que se habla poco?
--Poco y nada.
--¿Como el de la contaminación?
--Ese es uno.
--¿Cuánto le importa?
--Mucho, pero mucho más cuando vivía en White. Había mañanas en las que me sentía como en una estación de servicio. Fui muy feliz en el White preindustrial. Hoy, cuando llego a la curva del cementerio y tengo un panorama de la ciudad y del puerto, veo mi pueblo bajo una nube negra. No creo que eso "engorde", pero hay gente experta que tiene aparatos de medición y dice que "está todo bien".
--Pero se fue.
--Alguien, off the record, me dijo: "Andate, es una batalla perdida".
--¿Y se resignó?
--Sí. ¿Acaso van a sacar el polo? Ahora dicen que el manejo de los riesgos es mucho mejor, ojalá. Pero hay alergias y problemas que se van dando gradualmente. Nunca, por ejemplo, termina de definirse si la ría está contaminada. Siempre se la está estudiando, pero he visto pescaditos desfigurados.
--¿Hay que optar entre ser sano o tener "progreso"?
--Está a la vista. El problema es mundial y espero que no debamos arrepentirnos por este tipo de progreso.
--¿Qué le dicen sus amigos de White?
--Se acostumbraron. Cuando yo era pibe, la gente de White trabajaba en la Junta Nacional de Granos, en la Administración de Puertos, en el ferrocarril, YPF, Gas del Estado o en las casas cerealistas. Después Menem terminó con todo y las indemnizaciones hicieron florecer las verdulerías. Hoy, en cada familia hay un dependiente del polo. Se habla de progreso, pero eso tiene un costo y del costo no se habla. Me causa mucha gracia cuando veo a los auspiciantes del Día del Aire Puro...* * *
--¿Cómo se lleva con el tiempo libre?
--Me estoy poniendo al día con muchas cosas. Leo, veo películas, hago manualidades, aunque no tengo habilidad, y estoy con mis nietos.
--¿Cine en casa?
--Sí. No es lo mismo, pero... Es el arte que más avanzó y a esta edad, me engancho con películas que he visto hace años y muchas veces, como El padrino, Missisippi en llamas, Tomates verdes fritos o Blade Runner.
--¿Nada de radio o deportes?
--Escucho Bienvenidos, al principio, y la primera página de Radiovisión Deportiva, de la tarde. También voy a ver a Olimpo, a Estudiantes y los partidos de mis nietos que juegan en El Nacional.
--¿Nostalgias?
--En una época evocaba a Emilio, mi abuelo, que de Sayago, Zamora, se vino en 1904 para salvarse del servicio militar en Marruecos, al que describía como el cementerio de la juventud española. De profesión hojalatero, pasó por Río de Janeiro, pero se radicó en White, convencido de que la Argentina era mejor que Brasil. Mi otro abuelo era de León y había estado en la guerra de Cuba, pero de eso no quería hablar.
--¿Y su padre?
--Ultimamente evoco bastante a mi viejo. A su generación, como a la mía, la educaron para trabajar. El, que fue toda su vida ferroviario y bombero por más de 50 años, se vino abajo cuando se jubiló. Era socialista, de Alfredo Palacios, y decía que Perón había tomado sus leyes sociales y que las había aplicado. Mi viejo fue un tipo muy sano y muy justo para elaborar pensamientos.
--¿Creer, sentir o saber?
--Creo en la fuerza del destino y en Dios, no en el aparato... Al sentir lo relaciono con el corazón y al saber, que por ahora sé poco.
--¿Falsa modestia?
--Para nada. Un periodista sabe un poquito de muchas cosas y por ahí confunde a la gente con datos epidérmicos. Ahora, con más tiempo, quiero profundizar períodos de la historia como la enigmática Edad Media. También me interesa la filosofía.
--Además de a la decadencia, ¿a qué le teme?
--Llevamos 49 años de casados con Isabel y le temo claramente a la soledad.
--¿Qué hace a las 10.50, la hora de "Equilibrio"?
--A veces ni me doy cuenta de que es esa hora.
Rafael Emilio Santiago nació en 1942, en Ingeniero White. Hijo de un ferroviario español, Pedro Argentino, y de una pampeana de General Acha, Estela Zulema Fernández, tiene un hermano menor, Raúl.
Creció en White. Hizo la primaria en el Colegio Sarmiento. De chico iba a los cines Jockey Club y Monumental. También jugó al básquetbol en Deportivo Whitense y al baby fútbol.
--En básquet soy el peor de la familia. Mi viejo se defendía, mi hijo Sebastián también y mis nietos, Ramiro y Pedro, prometen.-- 1959
Siempre soñó con navegar. Incorporado a la Armada a fines de 1959, fue destinado a la isla Martín García y luego a Puerto Belgrano. Integró la primera tripulación del "Rosales", un destructor galardonado durante la Segunda Guerra Mundial.
--Lo fuimos a buscar a Estados Unidos. Tenía aire acondicionado, convertidor de agua y manejaba su central de tiro por computación. En San Francisco, California, hice un curso para aprender a convertir los datos y ponerlos en una gigantesca computadora. En ese barco participé de los 3 primeros operativos Unitas.
A fines de 1962, Santiago, a bordo del "Rosales", estuvo en el inicio del bloqueo a Cuba ordenado por el presidente norteamericano John Kennedy, y del que intervinieron buques de varios países. Fueron horas cruciales para la humanidad, que quedó al filo de otra guerra con los misiles rusos apuntados desde la isla a la Florida. --No sabíamos a qué nos íbamos a enfrentar. Además, en cualquier momento se podía aparecer un submarino. Por entonces, yo fumaba y las instrucciones, ante el hundimiento, determinaban que tenía derecho a un cigarillo por día. Cuando de pronto sonó la alarma de combate, lo primero que agarré fue una caja de cigarillos como elemento de supervivencia...
Hubiera querido ser oficial. No tuvo la paciencia de insistir unos años más y dejó la Marina en mayo de 1963. En 1964 se casó con la whitense Isabel y tienen dos 2 hijos: Marisa y Sebastián.
Vendió libros y después lo emplearon en la tienda New London, que estaba en O'Higgins 28. Cierto día, atendió a una mujer que quería un sombrero de lluvia para su marido.
--Es más alto que usted --le advirtió.
--¿Juega al básquet?
--No, es periodista, se llama Omar Gómez Sánchez.
Santiago, que lo admiraba, le vendió un sombrero enorme. El primer día que llovió, Gómez Sánchez fue a cambiarlo. Era lo que esperaba. Así pudo contarle que conocía Estados Unidos, que había escrito algo sobre básquetbol y que si necesitaban uno...
Por aquellos tiempos irrumpía Atilio Fruet, que había pasado de Independiente a Olimpo, en Estudiantes surgía Beto Cabrera, el básquet explotaba en la ciudad y había que cubrirlo periodísticamente.
--La organización Olimpia, dedicada al deporte, me fue a buscar para un partido entre la selección de Bahía y Paz Juniors, de Córdoba, un equipo muy poderoso para la época. Así, en 1965, debuté en una transmisión de LU2. Salió todo bien y pronto Enrique Nocent me tomó una prueba en Estudiantes-San Lorenzo y empecé a colaborar en "La Nueva Provincia".--1971
El camino luego se proyectó por la corresponsalía de "Clarín", junto a Oscar Enrique Castro, canales 7 y 9, LU3 y LU7. El 1 de agosto de 1971 entró a LU2 y de inmediato fue enviado al Panamericano de Cali, Colombia. Campeonatos argentinos, sudamericanos y preolímpicos comenzaron a ser historias repetidas. Después llegaron los Mundiales de fútbol --Argentina 1978, Estados Unidos 1994, Francia 1998, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010-- y los Juegos de Barcelona 1992, Atlanta 1996, Sidney 2000, Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012.
--En Beijing, en la sala de prensa me encontré tomando café con tres extraordinarios exbasquetbolistas: el brasileño Oscar Schmidt, el australiano Andrew Gaze y el español Rafael Rullán. Empezaron a recordar, a repasar grandes partidos, hazañas. ¿Qué podía contar yo? Fue un momento muy largo para mí, que sólo había jugado en Whitense. En tiempos donde los analistas son exestrellas, que yo haya llegado hasta ahí no es poca cosa.
Santiago fue testigo de casi toda la campaña de Alberto "Beto" Cabrera --símbolo histórico del básquetbol bahiense--, a quien considera el deportista más cercano a lo ideal.
"Tuve el privilegio de comentarlo durante 20 años. Fue una persona de bien. Cuando jugaba mal, se destacaba y cuando jugaba bien, era robo. Nunca fue un profesional del deporte, sino un aficionado que jugó asombrosamente".... a "Manu"
"El alcance de `Manu' es incomparable. Se lo considera el mejor basquetbolista profesional latinoamericano de todos los tiempos y los argentinos, como no tenemos medida para compararlo, creo que nos quedamos cortos".
Triple campeón de la NBA, oro y bronce olímpico, campeón de Europa y subcampeón mundial, Santiago recuerda que Emanuel Ginóbili no fue goleador de la última olimpiada por un punto y que acertó los 34 libres que tiró.
"En Londres, tuve la distinción de que `Manu' se parara en la zona mixta y me diera la nota después de uno de los últimos partidos. La encargada de prensa trató de acercarlo hacia donde estaban los demás periodistas, pero él se quedó conmigo. `Es un amigo', le dijo, y pusieron otro micrófono para que sus respuestas fueran difundidas para todo el sector. Eso sólo se lo hacen a las grandes estrellas, como Manu o como pasó con Messi, en Beijing".
"Crecí en la posguerra, miré un montón de películas sobre el tema y me impactó ver el ingreso de las tropas alemanas en París, por eso me conmovió tanto que quedé frente al Arco de Triunfo".Vaticano
"Sin ser un gran creyente, el Vaticano me pegó en el pecho. Lo primero que hice fue llamar por teléfono a mi mujer, que sí es muy creyente. Fue particularmente emotivo".Boston
"Es una ciudad vieja donde me iría a vivir. Combina el poderoso modo norteamericano con el británico: las ardillitas en los árboles, la gente en bicicleta...".La Gran Muralla
"Los chinos tienen otro concepto del tiempo. Tardaron 24 siglos en hacer la Gran Muralla para que la invencible caballería de los mongoles no los invadiera. Hay tramos maravillosos construidos a 800 metros de altura, con asombrosos desagües de piedra".