Libia, la OTAN y el "dictador" Muamar El Gadafi
La intervención de la OTAN en Libia, donde se acusa a Muamar El Gadafi de crímenes de lesa humanidad, es vista por algunos países como un mal augurio porque renueva viejos vicios del colonialismo.
Sin embargo, tanto los partidarios del líder libio como los rebeldes están responsabilizados por eventuales crímenes de guerra, y las Naciones Unidas pidieron al Consejo Nacional de Transición (CNT) que frene las venganzas de uno y otro bando.
A diferencia de la invasión estadounidense en Irak, en 2003, la intervención fue aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, con gran protagonismo de Francia y el Reino Unido y un papel menor de EE.UU., Rusia, China y Alemania se abstuvieron.
En una declaración, publicada el 18 de marzo pasado, la Cancillería alemana expresó su "extremo escepticismo" respecto a la intervención militar aliada, pero pidió que el "dictador se marche y responda por sus crímenes".
Es cierto que la Liga Arabe apoyó la Resolución 1973, pero luego consideró que no era necesaria una intervención militar de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) para proteger a civiles. De todos modos, la medida fue respaldada por países como Qatar --que envió aviones-- y Emiratos Arabes Unidos.
Scuds y gas mostaza.
Gadafi tiene, o tenía en su poder, unos 240 misiles Scud con un alcance de 304 km, así como varias toneladas de gas mostaza que no desmanteló cuando destruyó unos 3.000 obuses en 2004.
De aquel líder del Tercer Mundo, que quiso ayudar a la Argentina durante la guerra contra Gran Bretaña por las islas Malvinas en 1982, el líder libio pasó a ser acusado por la Corte Penal Internacional por supuestos crímenes de lesa humanidad, así como por varias organizaciones, entre ellas Amnistía Internacional.
También se lo responsabilizó por el atentado contra una avión de la aerolínea estadounidense Pan Am que cayó en la localidad escocesa de Lockerbie, donde murieron 288 personas, en 1988.
El investigador de la organización humanitaria Human Right Watch, Peter Bouckaert, enviado a Libia, dijo que un grupo de observadores vieron "imágenes de miles de prisioneros asesinados, vendados y atados, muchos vestidos con uniformes militares y de policía".
"Según la fuente que nos las suministró, habían rechazado la orden de disparar contra la población civil, y fueron ejecutados por las propias fuerzas de seguridad", explicó Bouckaert al diario español "ABC" el pasado 22 de agosto.
Por eso, la ONU aguarda la captura de Gadafi, por cuya cabeza el presidente del CNT, Mustafá Abdeljalil, ofreció una recompensa de 1,5 millón de dólares a quien lo entregue "vivo o muerto".
Actitud ambigua.
A lo largo de 42 años de gobierno del coronel Gadafi --quien llegó al poder tras un golpe de Estado que derrocó al rey Idris--, Occidente tuvo una actitud ambigua con el líder libio: fue denostado y aborrecido, e incluso el ex presidente estadounidense Ronald Reagan bombardeó Trípoli en 1986.
Pero también fue recibido con honores por el ex premier británico Tony Blair y el actual jefe de gobierno italiano, Silvio Berlusconi, entre otros mandatarios.
¿Hubieran llegado los rebeldes a Trípoli sin la intervención de la OTAN?
"Los ataques aéreos fueron lanzados por un puñado de países --esta no fue una victoria para la OTAN-- con la condición de proteger a los rebeldes, pero los planes para el fin del juego se estaban elaborando en otra parte", afirmó Richard Norton-Taylor.
En un artículo en el diario británico "The Guardian", el analista dijo que el conflicto en Libia dio nacimiento "a una nueva variedad de intervención militar encubierta".
Por otra parte, el analista político de la cadena qatarí Al Jazeera, Marwan Bishara, opinó que "ciertamente, los bombardeos de la OTAN ayudaron a los rebeldes, pero esta fue una victoria revolucionaria por excelencia".
Bishara afirmó que "la batalla fue ganada primero y principalmente en el corazón de los libios, al igual que los egipcios".
"Además, después de décadas de complicidad con los dictadores árabes, Occidente tiene que compensar esa actitud. Ellos se insertaron a ellos mismos en la revolución Libia después que Gadafi formulara una amenaza genocida contra su gente", dijo el analista.
¿Todo por el petróleo?
De todos modos, siempre quedará la sospecha de que la intervención en Libia fue motivada por el petróleo, ya que es el país con más crudo de Africa.
Desde que empezaron los enfrentamientos entre los rebeldes y Gadafi, a mediados de febrero, se detuvieron las exportaciones de este país miembro de la OPEP (países petroleros), lo que causó un aumento de los precios.
Pero los rebeldes conquistaron Trípoli en menos de 72 horas, ante el repliegue de las fuerzas de Gadafi.
La caída del ex líder libio es otro capítulo de la llamada "primavera árabe", que se inició el 14 de enero pasado con el derrocamiento de Zine El Abidine Ben Alí en Túnez, que gobernó ese país durante 23 años.
Aquéllos que defienden al régimen gadafista señalan que Libia tuvo una tasa de alfabetización del 89% en 2009, de las mejores que se registraron en Africa, según el Banco Mundial.
Pero para otros, el líder libio no es más que un ostentoso dictador africano con el pecho lleno de medallas de dudoso origen.