El valor del estuario de Bahía Blanca
El estuario o ría de Bahía Blanca es un humedal costero de características geográficas y biológicas únicas, considerado uno de los más importantes de la Argentina en su tipo. Como habitantes de su costa, es necesario plantear un compromiso legítimo para su conservación.
Los humedales son ecosistemas que se inundan de forma temporal o permanente con una flora, fauna y suelos característicos. La presencia de agua es fundamental, ya que determina su estructura y funciones ecológicas. Incluyen diversos hábitats acuáticos interiores, costeros y marinos, como lagunas, ríos, estuarios, albuferas, etc. En ellos, ocurren importantes procesos hidrológicos y ecológicos y sustentan una gran biodiversidad. Brindan múltiples beneficios y servicios a la humanidad a través de sus: A) Recursos: que son aprovechados o explotados, como frutas, mariscos y peces. B) Funciones: provisión y depuración de agua dulce, protección de costas, control de inundaciones, retención de contaminantes, transporte y recreación. C) Atributos: estética del paisaje y valor sociocultural.
Parecen inalterables, pero su pérdida a escala global es superior al 50%. La de humedales costeros es aun mayor, ocupan sólo el 5,2% de la superficie terrestre y el 60% de la población se concentra en la costa.
Los estuarios son humedales costeros semicerrados en interfase entre la tierra y el mar. Las fuentes de agua dulce continentales, como ríos, arroyos y napas freáticas, contactan con el agua marina, dando agua salobre o mixohalina y gradientes de salinidad y temperatura que varían con las estaciones, vientos y mareas. La periodicidad de estas últimas es condicionante para la vida, con efectos antagónicos. Por un lado, genera estrés por sumersión, salinización y anaerobiosis (privación del oxígeno) y, por otro, subsidia al sistema removiendo sales, aportando oxígeno y nutrientes. Para soportar estos cambios, los organismos deben desarrollar adaptaciones; por ejemplo: las plantas eliminan la sal por las raíces (espartina o verdín), hojas (pelo de chancho) o diluyéndola en los tejidos (jume).
Los estuarios están entre los ecosistemas más productivos del planeta, superando a bosques y selvas templadas (incluso, al cultivo más eficiente, la caña de azúcar) e igualan a las selvas lluviosas. Esto se debe a la gran capacidad de las marismas o pastizales marinos para transformar la energía solar en compuestos aprovechables por las redes tróficas.
Las marismas son hábitats costeros que inundan las mareas colonizados por plantas adaptadas a tolerar la salinidad, como la espartina. Crecen en sitios protegidos, donde la baja energía de las olas permite la existencia de fondos barrosos. Gracias a las mareas, los restos vegetales de las marismas y materia orgánica particulada (detritus), más los aportes de los cursos de agua dulce, son circulados en el sistema. Esto origina una alta disponibilidad de nutrientes, que serán el alimento de numerosos organismos; en particular, plancton e invertebrados bentónicos o del fondo.
Las redes tróficas de los estuarios son las más complejas, se las nombra redes del detritus, por tener las marismas como protagonistas. Esta fertilidad aloja poblaciones numerosas, permitiendo la existencia de actividades extractivas, como la pesca. El 70% de los peces de valor comercial del planeta habita o pasa parte de su vida en humedales costeros.
Al estuario de Bahía Blanca se lo denomina "estuario de planicie costera", por su relieve bajo y la presencia de una extensa planicie en forma de embudo elongado. El término ría ha prevalecido en la tradición local y su uso debe mantenerse. Limita con los partidos de Coronel Rosales, en la porción externa, y con Bahía Blanca y Villarino, en la interna. Tiene 80 km de longitud y una superficie de 3.000 km2, de los cuales 1.200 km2 quedan expuestos en marea baja (intermareales). Es superado en extensión por el estuario del Río de la Plata. Los principales tributarios de agua dulce (72,9%) provienen de la cuenca superficial del río Sauce Chico y el arroyo Napostá Grande.
El paisaje es dominado por un mosaico de planicies de marea, cangrejales y marismas que alternan con islas como la Trinidad, Bermejo, Embudo, Monte y Ariadna, con el reino vegetal representado por estepa halófila, monte y pastizal.
Los canales mayores se orientan de noroeste a sudeste; son el Principal, Bermejo, bahías Falsa, Verde y caleta Brightman, conectados por una red meandrosa de canales menores, como el Cabeza de Buey, La Lista, Tres Brazas, Embudo y riachos. En su conjunto, funcionan como conductos de nutrientes y energía mareomotriz entre el interior y el exterior.
Ante la aparente uniformidad ambiental, se distinguen dos sectores; el estuarial, cabecera o embudo interno, entre Villarino Viejo y el puerto de Ingeniero White, y el externo, desde este hacia la boca definida por las puntas Pehuen Co y Laberinto. Las mareas son semidiurnas (dos pleamares y bajamares por día lunar) y su amplitud es de 2,3 a 1,4 m, en el embudo, y de 3,8 a 2,7 m, en la cabecera. Esta última, por su ubicación, tiene baja renovación de agua y alta vulnerabilidad; aquí, el agua es salobre y hacia la boca, salada. Los sedimentos también cambian de limo-arcillosos (muy finos a finos) a arenas. La diversidad de invertebrados y peces es mayor hacia el interior, siendo, además, un área de crecimiento de especies de valor comercial.
El cangrejo cavador es el "arquitecto" del ecosistema; forma extensas colonias o cangrejales, tolera la exposición atmosférica y puede vivir lejos de la orilla. Hace cuevas en forma de embudo de 10 cm de diámetro y 1 m de profundidad. Su densidad llega a 70 cuevas por m2 y remueve de 2,5 Kg/m2 a 6 Kg/m2 de sedimento al día. Las cuevas oxigenan y drenan el suelo, beneficiando, además, el asentamiento de gusanos marinos y predadores, como las aves migratorias. La interacción entre cangrejos y marismas es, en parte, responsable de la recirculación de nutrientes e influirá en el diseño fisonómico del paisaje, aspecto relevante en la ría, donde existe una de las mayores concentraciones de la costa atlántica sudoccidental.
Se destaca por ser el hábitat de: A) Especies endémicas, raras y amenazadas (gaviota cangrejera, playero rojizo, delfín franciscana, burrito negruzco). B) Fauna y flora acuática y terrestre única. C) Reproducción y alimentación de la gaviota cangrejera, la única especializada en comer cangrejos; su población es menor de 5.000 parejas (el 85% cría aquí). D) Alimentación y descanso de aves migratorias del hemisferio norte y Patagonia (becasa de mar, chorlo pecho colorado). e) Especies carismáticas (flamenco austral, tonina o ferón). f) Grandes tiburones (bacota y escalandrún) y tortugas marinas (verde y cabezona) en extinción. G) Guanacos (uno de los pocos relictos de la Provincia). H) Desarrollo y cría de crustáceos, peces demersales y aves.
Los estuarios sirven de refugio para la vida silvestre, sustentan pesquerías y acuiculturas, exportan nutrientes y filtran tóxicos, evitando que lleguen al mar, y alojan especies que controlan plagas. La ría provee de múltiples bienes y servicios, algunos comercializables y otros que carecen de valoración económica, pero igual de importantes.
La pesca de camarón de rostro largo, langostino argentino, corvina, gatuso y pejerrey es el sustento de la pesca artesanal local. Algunos beneficios trascienden sus límites. Debido a la cercanía con "El Rincón", una de las áreas más grandes de cría de peces demersales, las aguas del estuario sirven de "guardería" para sus larvas, que son arrastradas hacia el interior. Es el caso de la pescadilla, que luego migrará hacia puntos distantes de la costa bonaerense, donde será pescada. Entre los no comercializables, están las actividades educativas e interpretativas de la naturaleza, náuticas, recreativas, observación de aves, etc.
La conservación y manejo de humedales se establece en conocimiento de los problemas que afectan su normal funcionamiento. Muchos estuarios se alteraron por las siguientes acciones humanas: 1) El dragado, que convierte aguas someras y productivas en aguas más profundas y menos ricas, afectando el medio físico, químico y biológico. 2) La eutrofización y polución, por el vertido de nitratos, líquidos cloacales y tóxicos. 3) La introducción de especies exóticas invasoras. 4) El relleno o tapado, para "ganar tierras al mar".
Por décadas, la ría sufrió diversos impactos y la contaminación ha sido, y es, tema de preocupación. Hay consenso sobre la condición de "punto caliente", en términos de polución. Los más notorios provienen de los ejidos urbanos, polos industriales y puertos, y son riesgosos para la salud humana y del humedal. Asociados a los sedimentos y agua, se detectaron bacterias coliformes (procedentes de la materia fecal), hidrocarburos aromáticos y pesticidas organoclorados en niveles superiores a los permitidos.
La descarga de efluentes cloacales crudos o insuficientemente tratados produce la proliferación de bacterias que consumen oxígeno y liberan toxinas peligrosas para otras especies. Metales pesados, como mercurio, plomo y cadmio, se hallaron en cangrejos, peces y aves marinas (gaviota cangrejera) en concentraciones elevadas. Las especies del fondo absorben estos contaminantes (se bioacumulan en los tejidos progresivamente) y los transfieren a eslabones sucesivos de la cadena.
Los impactos del dragado del canal Principal no se evaluaron correctamente. Algunos autores plantean una merma del volumen de peces que ingresa a la ría desde la profundización a 45 pies, por la reducción de sus fuentes de alimento. La colonia de gaviotas del Islote del Puerto fue dispersada por el volcado de refulado. Los sedimentos extraídos del canal, hoy expuestos en distintos sitios, no se trataron, entre otros aspectos que debieron implementarse oportunamente.
Diversas normas buscan proteger de forma integral el ecosistema. Existen dos reservas naturales provinciales, "Bahía Blanca, Falsa y Verde" (ley 12.101/98) e "Islote del Puerto" (decreto 469/11), y una Reserva Costera Municipal de Objetivos Definidos (ordenanza 707/06). La ordenanza 12.671/04 declara especies "emblemáticas" de Bahía Blanca a la gaviota cangrejera, cangrejo cavador, tiburones, delfín franciscana, aves migratorias, etc. Fue declarado Area de Importancia para la Conservación de Aves (AICAS-BA15) y de pastizales. Es una de las 20 Areas Prioritarias para la Conservación de las Aves Migratorias Neárticas en los Pastizales del Cono Sur y candidato de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras. La Convención de Bonn protege a las especies migratorias (ley 23.918/91). Fue identificado como Humedal de Importancia Internacional por la Convención Ramsar. Este tratado fomenta el uso sostenible de los humedales y nuestro país, junto con otros 160, es parte (ley 23.919/92).
La Argentina es signataria del Convenio sobre Diversidad Biológica (ley 24.375/94) el cual, de forma vinculante, promueve la conservación de la biodiversidad. Creo oportuno transcribir parte de su preámbulo: "Cuando exista una amenaza de reducción o pérdida sustancial de la diversidad biológica no debe alegarse la falta de pruebas científicas inequívocas como razón para aplazar las medidas encaminadas a evitar o reducir al mínimo esa amenaza".
Los humedales fueron claves para la supervivencia de la humanidad y paradójicamente considerados como tierras marginales que debían ser "recuperadas" para producción agrícola o crecimiento urbanístico. Ante la crisis ambiental global, se plantea la necesidad de una valoración económica de sus servicios e inclusión en los activos del mercado. En Nueva Orleáns, se eliminaron 1.900 km2 de humedales costeros que amortiguaban el impacto de las tormentas, trayendo consecuencias devastadoras durante el huracán Katrina. Un total de 14.000 millones de dólares y 20 años serán necesarios para recuperarlos.
El informe del Banco Mundial y la UICN "Mitigación del cambio climático a través de la restauración y manejo de humedales costeros: desafíos y oportunidades", invita a la reflexión. De 15 humedales costeros monitoreados, 7 emitieron 500 millones de toneladas de CO2 (gas responsable del efecto invernadero) desde que fueron drenados, en el último siglo. Las marismas fijan el carbono en el suelo cien veces más rápido que las selvas tropicales. Los humedales costeros, con su pequeña superficie, pueden remover de la atmósfera la mitad del CO2 emitido anualmente por el sector transportista del mundo. De allí la relevancia de vincularlos a los mercados de carbono por mitigar el cambio climático global.
Conocer los beneficios intrínsecos y económicos de los humedales es clave para su puesta en valor. La conservación del estuario de Bahía Blanca debe ser prioritaria por sobre aquellas acciones que pongan en riesgo su existencia a largo plazo. Es nuestra responsabilidad con las generaciones presentes y futuras.
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Pablo Petracci ([email protected]) es docente de la cátedra Zoología III Vertebrados de la facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata; es autor del libro Aves marinas y costeras de la ría de Bahía Blanca, entre otros.