Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

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VILLA MIRAMAR Cada vez más libre de los miedos del ayer

PRODUCCION: Cecilia Corradetti y Ricardo Aure "La Nueva Provincia" Síntesis Villa Miramar daba miedo con sólo nombrarla. Entre febrero de 1998 y abril de 2000, siete homicidios conmovieron a toda la ciudad. Once años después, en un escenario donde perduran varias necesidades, la mayoría de la gente va en busca de un mañana mejor con mucho esfuerzo.

PRODUCCION:
Cecilia Corradetti y Ricardo Aure
"La Nueva Provincia"





Síntesis

Villa Miramar daba miedo con sólo nombrarla. Entre febrero de 1998 y abril de 2000, siete homicidios conmovieron a toda la ciudad. Once años después, en un escenario donde perduran varias necesidades, la mayoría de la gente va en busca de un mañana mejor con mucho esfuerzo.




















 Angostas calles de piedra. Casi siempre de polvo, a veces de barro.


 Callecitas por donde bajan las aguas servidas y los humos del basural de Charcas al 1800 o de las estufas a leña.


 Por Laudelino Cruz, con las cercanas torres y chalets a su espalda, las casas de chapa por delante y los muros del cementerio más allá, camina Raquel Vera. Hace 23 años que nació en Villa Miramar. Aquí también nació su nena.


 --¿Miedo? ¿Por qué? Trabajo en El Hogar del Peregrino y siempre ando de noche. Y tranquilamente. Acá la gente no es mala. Los grandes problemas se terminaron hace unos 12 años, cuando se fueron algunos tipos muy peligrosos.


 Lo que dice Raquel es lo mismo que dicen todos: hoy la mala fama es puro cuento del ayer.


 --El barrio ha cambiado mucho, pero cuando vos decís que sos de Villa Miramar muchos vuelven al pasado --indica Evelín Stremel, que tiene 17 años, cursa segundo año del Polimodal y todos los días va y viene desde su casa, en Charcas 1900, hasta la Media Nº 2, en Corrientes 1200.


 Sonrisa tímida, carita ruborizada con piercings, Tania parece una niña, pero tiene 16 años. Ella también camina. Se levanta a las 6 y el trayecto hasta la Escuela Secundaria Básica Nº 310, en Dorrego y General Paz, le demanda poco más de media hora.


 --Nací aquí y se vive como en cualquier parte. Mis amigos son de otros barrios y nunca me sentí discriminada por ser de Miramar.


 Olga Lagos, desde la vereda de la sociedad de fomento que fundó en 1988 y que preside, mira con placer a los chicos que salen del Jardín de Infantes Nº 952, a los adolescentes y a los jóvenes que esperan a sus hijos. A todos los vio nacer y crecer. A muchos, en hogares sin luz ni agua ni gas ni cloacas.


 --En 2002 éramos unas 1.200 familias, cada una con cinco chicos de promedio. El barrio creció y ahora se extiende desde Ricardo Rojas a Fragata Sarmiento y de Laudelino Cruz hasta Pasteur, pero la Provincia no regulariza la cesión de las tierras a la gente que ha levantado su casa con grandes esfuerzos. Eso sí, se acuerdan de nosotros cuando hay que sacar el tránsito pesado del Patagonia, Palihue o Palos Verdes --se queja Olga.

* * *






  Villa Miramar vive su presente con su pasión por Bella Vista, con sus chicos por todas partes, con sus picados en las esquinas llenas de perros y con los dramas de cualquier otro barrio. Lejos están los tiempos de los tiroteos, de las muertes, de los incendios intencionales, de los ajustes de cuentas o de las familias enfrentando a las máquinas que trataban de derrumbar sus ranchitos levantados en tierras usurpadas.


 --Hubo un pasado de mucho dolor. Hace 30 años que llegué y se sobrevivía como se podía. Me quedé viuda cuando el menor de mis cinco hijos tenía 10 meses. Me los crié solita. ¡Sirvienta!, maldita palabra. A eso me dediqué toda mi vida, a fregar pisos ajenos en el Palihue o en el Patagonia, con sueldos en negro --dice Olga.

* * *






 La muerte de Alejandro "Coyote" Vivier, en febrero de 1998, abrió una larga cadena de sangre y fuego jamás vista en Bahía Blanca.


 Muchos, incluso, comparaban a este barrio con algunos del Conurbano bonaerense: en 25 meses se registraron siete homicidios, producto de las diferencias entre dos sectores bien diferenciados: los de "abajo" y los de "arriba", divididos por la avenida Fortaleza Protectora Argentina.


 En 1999, el comisario mayor retirado Raúl Emilio Mombelli estaba al frente de la comisaría Primera.


 --Tarde por medio debíamos entrar con 30 o 40 efectivos. Eran frecuentes las luchas entre bandas que se disputaban el poder del barrio. En cada pelea había un muerto en una familia y un preso en la otra.


 A más de una década de aquellos episodios, varios factores confluyeron para la transformación. Más allá de los vecinos, policías y funcionarios municipales coinciden en decir que la situación se aplacó con el alejamiento de algunas familias. También resaltan los efectos de una intensa y diversa asistencia social.


 --A muchos de los chicos "señalados" los conozco desde que estaban en la panza, pero hoy son gente de familia. Si cometen errores no lo sé, pero de ser así no los hacen dentro del barrio. Droga hay, claro, pero no podemos meternos. Cada uno es dueño de su vida mientras no afecte al otro --agrega Olga.


 Para Mabel Jaramillo todo empezó a cambiar cuando se fueron los Coronel.


 --¡Si los habré padecido...! Quisieron tirar mi casa abajo, y yo sola... Pero siempre los enfrenté --enfatiza Carmen Amasio.


 Rosa Millañanco también recuerda las épocas en que, apenas se escondía el sol, debía encerrarse junto a sus cuatro hijos.


 --Ahora, por suerte, no hay apellidos pesados --suspira aliviada.


 René Osorio, miembro de la comisión de fomento, advierte que los grandes ajustes de cuentas forman parte de la historia, mientras que Lidia Molina cree que muchas veces la prensa exagera.


 --Pura mala fama... Mi hijo, que vive en Monte Hermoso, me llama preocupado por episodios que pasa la televisión y de los que nosotros ni nos enteramos.


 José Millañanco, hermano de Rosa, llegó de Chile en 1985 y dice que, durante décadas, vivir en Villa Miramar fue insoportable.


 --Gracias a Dios conseguí empleo enseguida y pude criar a mis cuatro hijos, pero debido a la inseguridad pasé épocas muy difíciles.


 Margarita Villagra asegura que cuando se quiere se puede salir adelante. Hace 35 años que está en el barrio y asegura que hay mucha gente de bien, como su hija, que es enfermera profesional.


 A Lidia Molina le duele ver a los jóvenes tomando en las esquinas.


 --Es un tema de ellos, no es que molesten, pero no me agrada. Con la droga pasa lo mismo.

El cambio.
El encargado de la delegación municipal Centro, Edgardo Morán, sostiene que el cambio es muy claro.





 --Hoy, la gran mayoría quiere progresar. De hecho, en nuestra delegación hay empleados y beneficiarios de planes sociales de Villa Miramar. Puedo asegurar que son excelentes.


 Para Morán, la verdadera transformación se produjo en los últimos cinco años porque "se han formalizado una economía doméstica y nuevos oficios que generan, en algunos casos, buenos ingresos. Muchos han mejorado sus autos y los tienen en regla y con la VTV, hecho que marca ciertas pautas".


 Otra prueba, para Morán, se dio cuando el grupo de vecinos que había ocupado tierras destinadas a una plaza, en Laudelino Cruz y Fortaleza Protectora Argentina, aceptó desalojarlas.


 --Logramos, junto a la sociedad de fomento, que demolieran sus viviendas, algunas muy adelantadas. Allí avanza una plaza donde ya están las sendas y los bancos, pero resta iluminar, forestar y colocar los juegos.


 Para evitar que el sector continúe creciendo en forma ilegal, Morán considera que se deben marcar límites físicos reales, además de profundizar las tareas sociales y de brindar buenos servicios.


 La directora del Jardín de Infantes Nº 952, Julia Spagnuolo, destaca los buenos efectos de la Asignación Universal por Hijo y la colaboración de los papás, pero puntualiza la necesidad de abrir una sala para niños de dos años.

* * *






 Mabel Jaramillo, empleada doméstica, cuenta que hace poco trató de comprar un electrodoméstico en un comercio muy conocido, pero cuando mencionó su domicilio le dijeron que el crédito no iba a ser posible. Para conseguir trabajo también dice que a muchas mujeres del barrio les ha pasado lo mismo.


 Mabel asegura que no bajará los brazos. Ella, como todos sus vecinos, trata de encaminarse hacia un mañana con cloacas, gas y definitivamente libre del ayer que todavía condena a Villa Miramar.





El enfoque policial










 --Mucha de la gente conflictiva se fue. También es cierto que los adultos que manejaban grupos de delincuentes ya no están en condiciones de hacerlo --resume el responsable de la Primera, comisario Aldo Caminada, con jurisdicción en Villa Miramar.


 Caminada asegura que el barrio fue y es habitado por buena gente, y que los conflictos más graves se desencadenaron entre los de "arriba" y los de "abajo".


 --Todo cambió y para bien. En general, en la ciudad existe un corredor de delincuentes que proviene de barrios carenciados, entre los cuales no se puede exceptuar a Villa Miramar. En los sectores más polémicos, las riñas entre delincuentes no suelen denunciarse. Se trata de un submundo con códigos muy propios.


 Para Caminada, el tema de la seguridad requiere de acciones conjuntas y, más allá de la labor policial, considera clave el trabajo social que trasciende lo estrictamente material.




Cuando tenga la tierra









 --Cada vez que hay elecciones aparecen las promesas de los políticos sobre las escrituras. Sólo unos pocos contamos únicamente con un precario papel que nos dio Duhalde, cuando era gobernador, y que sirve para determinados trámites. Pero nada nos garantiza nuestra propiedad --cuestiona René Osorio.


 Silvia Esquivel, del centro cultural El Huerto del Edén, y coordinadora de la orquesta juvenil que funciona en la sala médica y en el jardín de infantes, dice que ha ido al municipio miles de veces y que nunca le precisaron cómo marcha el trámite.


 --Vivimos en el aire. No queremos ser llamados usurpadores, sino arraigarnos y construir, porque sabemos que esto es nuestro --asevera.


 Estela Retta, subdirectora municipal de Tierras, afirma que cinco manzanas con subdivisiones, el primer paso para obtener la escritura, están próximas a regularizarse.


 --Hemos solicitado a la subsecretaría provincial de Tierras continuar con los trámites de subdivisión hasta poder, finalmente, obtener las escrituras en toda la villa --admite.


 


Cloacas, la otra urgencia







 El subsecretario municipal de Obras y Servicios Públicos, Rubén Lascano, espera un anticipo financiero para llevar a cabo la primera etapa de la red de desagües cloacales en Villa Miramar.


 La gestión se realizó a través del Programa de Asistencia Sanitaria (Proarsa) y el Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento (ENOHSA).


 Si bien no se conoce la fecha de inicio, apunta que beneficiará a unos 640 habitantes que residen en el área de riesgo sanitario.


 El proyecto abarca las calles Rojas, entre Pasteur y Charcas (dos cuadras); Rawson, entre Pasteur y Charcas (2); Interna, entre Pasteur y Fortaleza Protectora (una); Fortaleza, entre Pasteur y Charcas (2); Pasteur, entre Rojas y Fortaleza (2); Yapeyú, entre Rojas y Fortaleza (2), y Charcas, entre Rojas y Fortaleza (2).


 --Los pozos rebalsan. Además, se han derrumbado y la gente come y duerme sobre ellos. Ni hablemos del olor. Hemos vivido años con garrafas y podemos aguantar más; pero no sin cloacas --enfatiza la titular de la sociedad de fomento, Olga Lagos.


 El delegado comunal Edgardo Morán señala que pese a que la Municipalidad ofrece gratuitamente un camión atmosférico, hay vecinos que prefieren liberar las aguas servidas a la calle.


 Por su parte, en cuanto al gas natural, Lascano adelantó que para el 25 de julio próximo está previsto el inicio de la obra en seis manzanas comprendidas por las calles Charcas, Los Naranjos, Laudelino Cruz y Fortaleza Protectora.



Límites








 El sector se extiende por terrenos fiscales, desde Ricardo Rojas, entre Pasteur y Laudelino Cruz, hasta Fragata Sarmiento, a la altura de Garay al 2000. Los asentamientos son constantes.

Fuerte Apache






 Sobre 1996/97, varias familias desalojadas de las torres de Fuerte Apache, Gran Buenos Aires, se radicaron sobre las calles internas de la parte alta. La mayoría de ella se mudó a los seis meses.


Quehacer vecinal







 La sociedad de fomento recibió su personería jurídica en 1992. Su sede, situada en Laudelino Cruz 1802, se inauguró en 1997 junto al jardín 952 y la unidad sanitaria municipal. Desde mayo de 2009 es presidida por una de sus fundadoras, Olga Lagos, una jubilada de 67 años, quien tiene cinco hijos y 15 nietos.



Prioridades

1 Cloacas.

2 Escrituras de los terrenos.

3 Gas natural.

4 Mantenimiento de las calles.

5 Mayor presencia policial.

6 Iluminación.

7 Ampliación del recorrido de los colectivos de línea 509.

8 Una sala para chicos de 2 años en el jardín de infantes.



Ayuda social

* 109 son las familias asistidas por el municipio con la tarjeta alimentaria.
* 163 familias reciben la garrafa social.
* 4 instituciones disponen de las tarjetas alimentarias para la merienda reforzada.
* 50 chicos por día acuden al Centro de Promoción y Capacitación Comunitaria, donde se sucedieron inconvenientes con la calidad del agua, ya resueltos según se confirmó desde la Municipalidad. Allí se programan talleres de murga y teatro, clases de educación física y apoyo escolar y charlas para padres. Todo a través de la subsecretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia, que también brinda 40 almuerzos.
* 200, entre chicos y adolescentes, toman parte de los talleres abiertos a la comunidad.


Clases

* 71 alumnos tiene la matrícula del Jardín de Infantes Nº 952.
* 50 chicos reciben apoyo escolar en la sociedad de fomento.

Principios










































 La conformación efectiva de Villa Miramar se inició a mediados de los años '70, en tierras próximas al Parque Campaña del Desierto, entre las avenidas Pringles, Fragata Sarmiento, Fortaleza Protectora Argentina y Sarmiento.


 El proceso de regularización dominial comenzó en 1991, cuando la Municipalidad y la Provincia entregaron certificados precarios de tenencia. Los trámites posteriores sufrieron demoras y la situación legal quedó postergada. También se estudió su erradicación, hecho que generó una gran polémica.


El dato

7
homicidios se registraron en 25 meses, entre marzo de 1998 y abril de 2000, según este detalle:
* 6/3/1998, la víctima fue Alejandro Vivier (de 18 años), en Los Naranjos y Garay.
* 14/5/1998, Germán Ledesma (16) murió en Fortaleza Protectora Argentina y Garay.
* 15/8/1998, Nelson Eloy Rodríguez (41), en El Caldén 711.
* 22/11/1998, Jorge Alberto Barría (21), en la Interna 6, entre Charcas y Garay.
* 22/4/1999, Rubén Pilquinao (19), en Interna 3, entre Charcas y Garay.
* 22/1/2000, Daniel Parra (17), en Fortaleza Protectora Argentina y Garay.
* 8/4/2000, Manuel Arturo León Bernales (26), en Garay y El Caldén.

Vivencias

Casi una tierra de nadie


Juan Pablo Gorbal
"La Nueva Provincia"

























 La noche del 15 de diciembre de 1999, cuando la conflictividad alcanzaba el punto más álgido en Villa Miramar, junto con el reportero gráfico Alberto Blanco cubrimos la reconstrucción del crimen de Rubén Pilquinao, quien, meses antes, había muerto en la parte "alta", al recibir un balazo disparado desde 140 metros por Cristian "Caño" García.


 Los jueces del Tribunal en lo Criminal Nº 2 pretendían establecer si había mediado dolo homicida o sólo imprudencia en la acción del ejecutor, teniendo en cuenta la posición de ambos y la incidencia de la oscuridad reinante. No lo lograron.


 El operativo, con más de 50 policías y agentes penitenciarios, no alcanzó para contener la convulsión del barrio. Así, la diligencia duró apenas minutos.


 Una serie de silbidos, que se utilizaban como código en la clandestinidad, precedió la primera mueca de inquietud. La guardia decidió retirar al preso, por prevención, y los jueces, el fiscal y el defensor abordaron rápidamente sus vehículos y partieron.


 Quedamos casi en soledad con Blanco. Lo ayudé con su bolso y apuramos el paso hacia el auto, que había quedado detrás del camión carcelario, en la posición de la víctima (Interna 3 y Garay), a más de una cuadra del escenario montado para el inicio de la inspección ocular (Interna 3 y Charcas).


 El recorrido se nos hizo interminable en medio de las sombras y la irregularidad del camino.


 Nunca perdimos de vista a los penitenciarios que corrían con García de los brazos. Se escuchó una detonación, calculamos que de bala. En medio de gritos e insultos, comenzaron a volar piedras, que sólo se advertían por el zumbido.


 El sargento primero Américo Castro recibió un impacto en la cabeza que le provocó un corte y profuso sangrado, aunque siguió como pudo. Nosotros zafamos casi de milagro.


 A García, finalmente, el Tribunal de Casación lo condenó por homicidio culposo a dos años y medio de prisión.


 Hoy, la estadística delictiva y el desarrollo comunitario marcan una realidad casi increíble para Villa Miramar, sobre todo para quienes la conocimos como una tierra de nadie.