Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

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Un relato que se ahoga en su propia aventura

Película de relleno. Una propuesta intrascendente, de esas que llegan a los cines como "cola de león" de los tanques y los títulos esperados tras la gran temporada de premios que encuentra su pico en los Oscar y que pasan sin pena ni gloria alguna. Tal es la condición de Sanctum 3D también conocida como El santuario, cuya única relevancia está en destacar el nombre de James Cameron entre sus productores y en aprovechar el tan en boga efecto tridimensional para aprovechar la imagen digitalizada de las profundidades de la tierra, allende el lecho submarino.

 Película de relleno. Una propuesta intrascendente, de esas que llegan a los cines como "cola de león" de los tanques y los títulos esperados tras la gran temporada de premios que encuentra su pico en los Oscar y que pasan sin pena ni gloria alguna.


 Tal es la condición de Sanctum 3D también conocida como El santuario, cuya única relevancia está en destacar el nombre de James Cameron entre sus productores y en aprovechar el tan en boga efecto tridimensional para aprovechar la imagen digitalizada de las profundidades de la tierra, allende el lecho submarino.


 Pero el relato que presenta a un grupo de expertos espeleólogos y submarinistas en la última zona inexplorada de la Tierra, no se adentra de manera tan comprometida en la historia como hubiese debido para conseguir un material digno de las cartas que saca a relucir.


 Se la vende como inspirada en una historia real. De hecho, se puede encontrar buceando en la web alguna que otra nota con citas del aventurero australiano Andrew Wight contando cómo en 2005 estuvo a 3.500 metros debajo de la superficie del océano, en un sumergible, trabajando con James Cameron para Discovery Channel en un programa en vivo sobre el hundimiento del Titanic.


 Wight recuerda en esos párrafos el momento en que el famoso director le dijo "esto es mucho más difícil que hacer una película. ¿Por qué no hacemos una película?".


 Después de esa experiencia que tuvo lugar en Australia hace dos décadas y donde fue acompañado por 14 expedicionarios más, todos sobrevivientes, Wight decidió meterse en el guión que desembocó en Sanctum.


 De la cinta se podría decir sin temor que "se ahoga en su propia acción". Porque aquí los protagonistas --ningún nombre de gran cartel en el elenco-- se tiran en paracaídas por un enorme agujero de varios kilómetros de profundidad y llegan a unas galerías subterráneas que nadie ha pisado antes que ellos.


 La emoción de lo encontrado los ciega al punto de no advertir que varios metros arriba una tormenta les prepara una trampa mortal.


 De allí la aventura toma niveles de adrenalina que bien podrían haberse dosificado para ofrecer un tratamiento más interesante a las consecuencias, incluso dramáticas, de los hechos. No obstante, el espectáculo visual logra hacer sentir al espectador y de igual modo las sensaciones de maravilla y de ahogo que viven los actores.


 No hay aquí mucho más para destacar, porque Sanctum 3D es la clase de película que se puede alquilar en un fin de semana cualquiera en el video y cuya única diferencia en tal caso con la asistencia al cine estaría dada por la impresión de sentir que el agua pesa un poquito más arriba de la cabeza del espectador.

Calificación: 6

M.I.D.C.