Bahía Blanca | Jueves, 17 de julio

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CURAZAO

LO MAS EUROPEO DEL CARIBE La isla de Curazao, en el Mar Caribe, es una perfecta maqueta de la Holanda europea en el trópico. Flanqueada por sus dos hermanas, Aruba y Bonaire, confluyen allí culturas y etnias. Por año la visitan unos 300.000 turistas. En las azules aguas del Mar Caribe hay una isla, Curazao, a la que, en tiempos remotos, llegaron los indígenas caiquetíos, parientes de los arahuacos, quienes navegaron desde Venezuela huyendo de feroces caníbales.


LO MAS EUROPEO DEL CARIBE


La isla de Curazao, en el Mar Caribe, es una perfecta maqueta de la Holanda europea en el trópico. Flanqueada por sus dos hermanas, Aruba y Bonaire, confluyen allí culturas y etnias. Por año la visitan unos 300.000 turistas.












 En las azules aguas del Mar Caribe hay una isla, Curazao, a la que, en tiempos remotos, llegaron los indígenas caiquetíos, parientes de los arahuacos, quienes navegaron desde Venezuela huyendo de feroces caníbales.


 La llamaron Curazao --vocablo parecido a corazón en portugués-- y vivieron serenamente hasta 1499, cuando llegó el español Alonso de Ojeda y ya nada fue igual.


 Para otros su descubridor fue el cartógrafo y explorador italiano Américo Vespucio.


 El florentino asombró al mundo con sus fantásticos relatos de viajes, de cuya autenticidad los historiadores descreen.


 Más allá de esta polémica, a Vespucio se le atribuye la frase "he llegado a la tierra de los gigantes", aludiendo a la altura de los nativos.


 Lo cierto es que Curazao fue colonia española hasta 1634, cuando pasó a poder de los holandeses, reino del que se declaró Estado Independiente, en 1966.


 La historia cuenta que se enriqueció con la subasta de esclavos, pero el gran crecimiento ocurrió en 1914, con el descubrimiento de las enormes reservas petrolíferas en el lago Maracaibo, de Venezuela, y con los envíos que se harían desde su puerto.


 La llegada, en 1916, de una poderosa petrolera, la Shell, atrajo a comerciantes sirios y libaneses y a un mayor número de judíos y también a trabajadores de las islas cercanas.


 Así, surgió una identidad que se formó alrededor de la tumba, la música del baile más popular; una actitud mágico-religiosa ante la vida, y una lengua como el papiamento.


 En suma, todas las influencias que nutrieron a la nueva "patria".




 Cómo Amsterdam.


 La ciudad de Willemstad, capital de Curazao y sede del gobierno de las Antillas Holandesas, es una Amsterdam en miniatura que tiene señoriales edificios de colores intensos y puentes que unen dos distritos comerciales muy diferentes: Punda y Otrabanda.


 En Punda están las tiendas elegantes y la historia y en Otrabanda --"del otro lado"--, la Basílica de Santa Ana, la Plaza de Brión y el Museo de Curazao, que ocupa el edificio de un hospital de 1853.


 En él está el fuselaje del "Snipe", el primer avión que unió Holanda con la isla, sobre el Atlántico.


 En cualquiera de sus callecitas se puede comer en los "truck di pan" --los buses de pan sin ruedas-- una bella idea de los duendes caribeños para los noctámbulos hambrientos.


 Pedir los karkó ki pika, caracoles picantes que van bien con la cerveza de la isla, que tiene el sabor único que le confiere el agua de mar destilada. La cerveza, innegable herencia holandesa.


 Las casonas de tejados pintorescos, apretadas sobre estrechos callejones, también denotan el linaje europeo. Pero basta mirar el salvaje paisaje caribeño para desechar esa alucinación.


 El holandés se escucha tanto como el papiamento --que habla la mayoría de la población--, una mezcla de lenguas europeas y africanas que pertenece a la familia de las lenguas "creoles" --criollas-- que son propias del Mar Caribe.


 Una diversidad que fluye en el Handelskade, el muelle de comercio que rodea la bahía de Santa Ana, un paisaje tan europeo que traslada a ciertos espíritus dos siglos hacia atrás.


 Pero esa no es la vieja Europa; es el Caribe exultante que se permite el desparpajo de un mercado flotante como el Sha Caprileskade, pleno de frutas, verduras, pescados y mariscos.


 Amarran en las aguas protegidas de la bahía de Santa Ana, cerca del estrecho pasaje que la une con el mar.


 Una geografía que hace a este puerto tan accesible como fácil de defender.


 Los holandeses lo advirtieron y construyeron dos fuertes, uno en cada extremo del canal, que hicieron inexpugnable al puerto pero dividieron la ciudad.


 Para unirlas, en 1888 se inauguró el Puente de la Reina Emma.


 En Willemstad están las fábricas de Licor de Curazao, la bebida hecha con las naranjas verdes de la isla, y después ir hacia el "cunucu", la campiña isleña salpicada de cactus enormes.


 Por allí, entre bahías y colinas aparecen las "landhuizen", las centenarias casas de las plantaciones, y un poco más allá Boca Tabla, una gruta natural que denota el origen volcánico de la isla.


 Y la casa embrujada de Jan Kock, de mitad del siglo XVII, cuando la sal era la mayor fuente de ingresos.


 Como otras "landhuis" holandesas, la casa de Jan está sobre un promontorio, cuya altura permitía que los hacendados vieran las señales de fuego que alertaban sobre inminentes peligros.


CORINA CANALE


Un verdadero pilar


La economía tiene su basamento en el refinado de petróleo y la minería, con la sal y el fosfato de cal. También son importantes la banca offshore y el turismo.


Deportes

El más popular es el beisbol. También se destacan el buceo y el windsurfing. El estadio principal es el Ergilio Hato, con capacidad para 15.000 espectadores.

En números

La superficie es de 450 kilómetros cuadrados, con un largo de 61 y, en su parte, más ancha, una extensión de 16 kilómetros. Posee 170.000 y el cerro más alto es el San Cristóforo, de 400 metros.


Imperdible


Un lugar donde no podemos dejar de ir es el Parque Nacional Subacuático y su academia de delfines.


Dónde alojarse

Un "super-inclusive" es el Breezes Resort Spa & Casino Curazao, de la Cadena Super Clubs, que tiene 341 habitaciones y suites. Existen promociones Especiales hasta el 31 de diciembre. Informes: www.breezes.com

Un símbolo

Curazao posee la sinagoga más antigua de América. Es la Mikvé Israel, construida en 1732, junto al Museo Judío.


50

kilómetros separan a Curazao de Venezuela.