Un "Fin de fiesta" que llegó al medio siglo
Se cumplieron 50 años del estreno de Fin de fiesta, de Leopoldo Torre Nilsson, sobre un guión del director, con la colaboración de Ricardo Luna y Beatriz Guido, autora del libro original. Los personajes fueron interpretados por Arturo García Buhr, Lautaro Murúa, Graciela Borges, Leonardo Favio, Lidia Lamaison y Osvaldo Terranova.
Después de dirigir La casa del ángel, El secuestrador y La caída, en las que prevalecía un universo subjetivo, Torre Nilsson dio por concluido ese ciclo y decidió afrontar una realidad en la que predominan los elementos políticos, el caudillaje, el fraude (que llegó a llamarse "patriótico"), el matonismo y la corrupción, ambientada en la época conocida como "década infame".
El rodaje comenzó el 3 de agosto de 1959, concluyó el 16 de octubre y se desarrolló en una mansión ubicada en avenida Libertador y Tagle, que estaba próxima a ser demolida, las residencias de las familias Alvear y Pueyrredón, el colegio del Salvador, las adyacencias del Congreso Nacional, un tambo de San Isidro, una chacra en Villa Adelina, la estancia "El Talar de Pacheco", las galerías de Argentina Sono Film en Martínez, un viejo café de Avellaneda y algunas calles de Buenos Aires.
El filme retrata una época (los años treinta), un partido político (el conservador), un caudillo (inspirado en Alberto Barceló, 1873-1946) y un matón a su servicio, que posee caracteres que lo identifican con Juan Ruggiero (1895-1933), conocido con el apodo de "Ruggierito". En la ficción, estos personaje se llaman Mariano Braceras y Guastavino. También aparecen, entre otros, Adolfo Peña Braceras, nieto de Mariano, y Mariana Braceras, prima de Adolfo.
La historia.
Fin de fiesta es un prolongado flashback que se inicia cuando Adolfo, tras la muerte de su abuelo, regresa al caserón de los Braceras para "ver cómo es la casa sin él", y recuerda los hechos que le permitieron descubrir la verdad de un mundo en apariencia impoluto, pero que ocultaba una flagrante corrupción. Adolfo oficia de testigo, narrador y comentarista de los acontecimientos.
Esa misma noche, Adolfo es testigo involuntario del fusilamiento de dos opositores a su abuelo, que se negaron a proporcionar información. La masacre fue organizada y ejecutada por Guastavino, cumpliendo órdenes de su patrón. Al día siguiente, para disimular el crimen, Braceras ordena un funeral con todos los honores en homenaje a las víctimas, a las que alude cínicamente como "nobles opositores asesinados en nuestra ciudad, en ocasión de una pelea callejera".
El silencio que debe guardar Adolfo lo lleva a trabar amistad con Guastavino, quien le hace conocer la vida nocturna y las riñas de gallos con apuestas amañadas. El relato incluye, además, una jornada electoral con fraude incluido, el atentado contra la vida de Lisandro de la Torre en el Congreso, y el asesinato de Guastavino, por orden de Braceras, cuando el hampón pretende alejarse de sus funciones. Braceras informa del crimen a Adolfo, diciéndole: "Han baleado a Guastavino; murió sin tiempo para defenderse".
Cuando Adolfo descubre que el instigador de la muerte de Guastavino es su abuelo, lo acusa públicamente de "asesino" y éste sufre un infarto que lo deja postrado hasta el final de sus días. Desde ese momento, Adolfo observa --con placer-- la irreversible decadencia, física, política y social, de Mariano Braceras. Eso ocurre en 1945.
Simultáneamente, el filme también retrata el derrumbe de una familia aristocrática y poderosa. Y ambos hechos alegorizan, a su vez, sobre la inminente irrupción de las clases populares. En el libro, Beatriz Guido alude a ese hecho cuando dice: "En el puente de la calle Vieytes y el Riachuelo, nos detuvimos (se refiere a Adolfo y Mariana) para escuchar una radio que había quedado encendida en una casa de la orilla. Y escuchamos la voz de un hombre desde los balcones de la Casa de Gobierno y la respuesta de un pueblo que lo aclamaba". Pero Torre Nilsson descartó este final de la novela, quizás con la idea de concluir la historia antes del advenimiento de Perón.
Estreno y polémicas.
Fin de fiesta fue preestrenada el 23 de junio de 1960 en el cine Gran Rex.
"Mil quinientos invitados --señala Mónica Martín-- se encontraron a la salida del cine con parientes y partidarios de Barceló defendiendo su santo nombre y manifestando en contra de la película".
Con posterioridad, el filme se exhibió en La Plata, donde se repitieron los desórdenes y un grupo de hombres irrumpió en la sala al grito de: "Mentira, es una infamia. Viva Barceló". Calmados los ánimos, Torre Nilsson hizo las siguientes aclaraciones:
"Pienso que Braceras, Guastavino y Adolfo están en la realidad argentina. Braceras lo está atrozmente, en los viejos y nuevos políticos, pero muy especialmente en el prototipo del político conservador. (...) Yo soy como un boxeador que está parado en el ring, mira a su contrincante y piensa cuál es la mejor trompada que puede pegar. Cada película que hago es mi mejor trompada, no contra alguien, sino a favor del cine, de mi empresa y del cine argentino".
Pero la película fue vista con buenos ojos por el gobierno nacional. El presidente Arturo Frondizi envió a Beatriz Guido una nota en estos términos: "Permítame felicitarla por su obra y alentarla a proseguir ahondando en la realidad de nuestro país, que todos necesitamos conocer y comprender para poder alcanzar la superación que anhelamos".