Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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El Barrio Colón y la historia del camino que aún no pudo ser

Los archivos refieren que las primeras edificaciones del Barrio Colón nacieron en 1910 y que se "estancaron" con el tiempo debido a los constantes anegamientos del sector. Allí, sobre la calle Brickman, entre la calles Donado y la avenida Colón, comenzó a construirse un circuito de casas que le darían un perfil propio y definirían uno de los tramos urbanos más pintorescos de la ciudad: el Barrio Inglés.
El Barrio Colón y la historia del camino que aún no pudo ser. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

 Los archivos refieren que las primeras edificaciones del Barrio Colón nacieron en 1910 y que se "estancaron" con el tiempo debido a los constantes anegamientos del sector.


 Allí, sobre la calle Brickman, entre la calles Donado y la avenida Colón, comenzó a construirse un circuito de casas que le darían un perfil propio y definirían uno de los tramos urbanos más pintorescos de la ciudad: el Barrio Inglés.


 El complejo de viviendas, hoy deteriorado por la eficaz e inexorable fusta del tiempo, fue construido por la empresa ferroviaria Buenos Aires al Pacífico (BAP) entre los años 1904 y 1908, simultáneamente con la usina ubicada enfrente.


 Las 14 casas, ejecutadas con ladrillo a la vista, cresterías de hierro y clásicas chimeneas, todavía siguen esperando "la puesta a punto" tantas veces prometida.


 El barrio completo se extiende hacia el sur de la ciudad y se encuentra delimitado por las calles Brickman, Donado, Fitz Roy, Avenida Frondizi (para los vecinos, "Segunda Fitz Roy), avenida Colón y la avenida Arias.


 Según Miguel Trzaska, presidente de la Sociedad de Fomento creada el 9 de octubre de 1966, fue en marzo de 1952 que el barrio comenzó a llamarse "Colón", merced a una ordenanza municipal que así lo dispuso.


 "Desde aquel entonces se lograron muchas cosas, tenemos todos los servicios públicos y muchas calles asfaltadas, pero existen obras pendientes que siguen cumpliendo décadas de olvido", destaca con evidente conocimiento del lugar.


 Puntualmente, Trzaska se refiere al Camino de Cintura, previsto para la década del 50 y que luego de tantos preparativos y anuncios, jamás pudo ser realidad.


 "Originalmente ese camino se iba a realizar al 1800 de todas estas calles que corren como Colón. Se demolieron las casas existentes --era un barrio que estaba completo hasta la avenida Arias-- y que hoy son todas manzanas vacías repletas de yuyales", explica.


 Si bien en el barrio se ve con agrado el crecimiento de Bahía Blanca como ciudad, también se reconoce que hace 20 años no se realizan obras importantes.


 Trzaska recuerda que 1980 se produjo la explosión de un tanque de la Oleaginosa Moreno, hecho que provocó el vertido en las calles de varios millones de litros de aceite de girasol.


 Para despejar el barrio se decidió ejecutar una zanja paralela a la calle Granada hasta las vías del ferrocarril y, desde allí, hacia Galván por la calle Fitz Roy.


 "Aprovechando una alcantarilla construida por los ingleses cuando hicieron el trazado de las líneas férreas se realizó una zanja al costado de las vías a Galván. Eso se satura de agua constantemente y es un problema de años".


 Y la lista continúa: entre las calles O'Higgins y Donado, contra las vías al Neuquén, desbordan los líquidos cloacales que corren por una zanja, sumándose así al foco infeccioso antes mencionado.


 Sobre este punto aún siguen vigentes las declaraciones del ingeniero Rubén Valerio, secretario municipal de Obras y Servicios Públicos, quien tiempo atrás aseguró "que tarde o temprano esa zanja será entubada no sólo por el drama del dengue sino porque cuando llueve se llena de agua hasta la mitad cubriendo casi dos metros de profundidad, algo que representa un peligro más que latente".


 Luego de siete períodos como fomentista, Trzaska se reconoce cansado.


 "Tengo 69 años y si bien lo hago con agrado y buena voluntad, estoy cansado. La gente no tiene ganas de participar. A veces creen que soy un funcionario municipal y vienen con muchas exigencias, pero cero aporte, teniendo en cuenta la cantidad de cosas que hay para hacer, sumado al mantenimiento constante que necesita la sede.. hay un tiempo para todo en esta vida", desliza.

Voces vecinales




 Ana María, quien camina todos los días por las calles del barrio con sus chiquitos a cuesta dice que "ciertos caminos resultan intransitables".


 Uno de los casos es el del terraplén que corre desde la calle Fitz Roy al 1500 hasta la avenida Arias, prácticamente abandonado, donde los vecinos solían cortar los yuyos para mantener mínimamente la sanidad del lugar.


 "Los yuyos tienen casi un metro de altura. Allí se esconden malvivientes o salen de la nada víboras enormes", dice, visiblemente enojada.


 Y Juan Carlos no se queda atrás en cuestión de reclamos.


 "En la esquina de avenida Frondizi y Granada hay una fábrica de bolsas y prensa de cartón donde los cirujas `seleccionan' el material que les sirve y, lo demás, lo tiran afuera. Una vergüenza, no sabés lo que es en verano, todo el lugar está lleno de moscas y ratas", se queja.


 Si bien los vecinos coinciden en ponderar el servicio de recolección de residuos, también reconocen que no dan a basto a limpiar "ya que hay sucios y desaprensivos" que se toman el trabajo de llevar basura al baldío de O'Higgins y Paunero, donde Sanidad Ambiental ya extrajo tres camiones repletos de mugre.

Actividades. En la sede de O'Higgins 1637 se dictan clases de yoga, gimnasia para la tercera edad, existe un servicio de psicólogas que brindan actividades a los adultos mayores en el taller de la memoria. También funcionan un coro y un taller de guitarra y piano, entre otros que son aprovechados por 300 personas del Centro de Jubilados y otros tantos que afrontan el pago de una cuota mínima de 2,50 pesos mensuales. Además atienden cuatro médicos municipales y otro de Pami, con servicio de enfermería.




 "Hay que rebuscársela con lo que hay porque la Municipalidad sólo aporta 230 pesos mensuales o, como en muchas ocasiones pasó, sacar plata de nuestro bolsillo", dicen.

Sólo buenas ideas
Entre los proyectos presentados por el ente fomentista a la Municipalidad y que han caído en el olvido, Trzaska destaca
el de la Plaza de las Américas.






 "Propusimos pequeñas plazoletas, con cero costo para el gobierno, y donarlas a los consulados o embajadas para que, a cambio de que las mantengan en buen estado, se les dejaría ponerles nombre, un monolito, etcétera y tuvieran un lugar donde celebrar sus fechas patrias, por ejemplo".


 También deslizó la posibilidad de aprovechar los vagones que "reposan" sobre las vías muertas que van hacia Galván y usarlos como espacio para recreación, recordatorios, actos o hasta alguna confitería o salón para enseñar folklore o tango".


 La idea también tendría como objetivo parquizar el lugar de manera tal que se pueda descentralizar un poco el Parque de Mayo, "que en un domingo lindo no se puede entrar por la cantidad de gente que asiste".