Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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Faros, esos ojos que todo lo ven

El arquitecto Sostrato de Cnido supo que tenía la solución ante el dilema que le había planteado el rey Ptolomeo II en 280 a.C.: debía construir una torre de 120 metros en la isla de Pharos, frente al puerto de Alejandría, coronada con espejos metálicos para reflejar luces que los navegantes pudieran ver desde 50 kilómetros.

 El arquitecto Sostrato de Cnido supo que tenía la solución ante el dilema que le había planteado el rey Ptolomeo II en 280 a.C.: debía construir una torre de 120 metros en la isla de Pharos, frente al puerto de Alejandría, coronada con espejos metálicos para reflejar luces que los navegantes pudieran ver desde 50 kilómetros.


 Y Cnido tuvo razón, porque dos milenios más tarde su invención sigue ahí, silenciosa y alerta, formando parte del paisaje de playas, islas, puertos, cabos, espigones y muelles en todos los continentes. Ningún sistema moderno de navegación logró hacerlos desaparecer y hoy continúan vigilando las rutas marítimas con la misma impronta eficaz.


 Son los faros, los centinelas del mar.

Finis terra




 La primera luz para barcos instalada en el país fue el pontón "República", levantado hacia 1833 en el barrio porteño de La Boca. Se trataba apenas de un palo con un farol de aceite en la punta, que intentaba facilitar las maniobras en la entrada al Riachuelo.


 Recién en 1879 se pensó en la creación de un sistema para facilitar la navegación en todo el litoral marítimo argentino. Y fue entonces cuando, una vez más, el nombre de Bahía Blanca ingresó a los manuales de historia gracias al efímero pontón "Manuelita" (ver aparte).


 En unas pocas décadas fueron emplazados unos 80 faros, de los cuales siguen trabajando 60. Hoy se los puede encontrar en un radio que va desde el "Punta Piedras", al norte de la bahía de Samborombón, hasta el "1º de Mayo", sobre la antártica isla Melchor.


 De aquella etapa el "Río Negro", ubicado al sur de Viedma, es el más antiguo en funcionamiento, y se hizo con un armazón de cemento, extraño para una época caracerizada por las estructuras de hierro.


 Estas construcciones pueden observarse en el "Recalada a Bahía Blanca", un mecano gigante de 67 metros -el más alto del país-, y también en las torres casi idénticas de "San Antonio", cerca de San Clemente, y de "Punta Médanos", un poco más al sur. El estilo varía considerablemente en los edificios de "Punta Mogotes", en Mar del Plata, y "Querandí" de Villa Gesell, por citar dos ejemplos.


 Es que los diseños, tanto en la forma como en la fachada exterior, deben ser únicos e irrepetibles para su fácil clasificación y reconocimiento en las cartas de navegación.


 Con todo, el más célebre es el bautizado como "San Juan de Salvamento", mejor conocido como "Del fin del Mundo" por su ubicación al noroeste de la isla de los Estados. Desde su construcción en 1884, la distancia lo envolvió en un halo sugerente que Julio Verne aprovechó para ambientar uno de relatos más emblemáticos.

Ultramar sur




 Hasta la apertura del canal de Panamá en 1914, todo el tráfico marítimo bordeaba la Patagonia hasta el estrecho de Magallanes y el cabo de Hornos para pasar entre los océanos Atlántico y Pacífico.


 Eso explica la gran cantidad de faros en la región extrema del continente, como los de "Buen Suceso", "Les Éclaireurs", "San Diego" y "Le Maire", verdaderos semáforos ante el peligroso remolino de las aguas fueguinas.


 Por entonces era imprescindible la tarea de los torreros, que apenas contaban con un caballo, un bote y una caja con provisiones como únicas pertenencias mundanas para resolver cualquier adversidad.


 Actualmente sólo quedan unos 13 fareros, verdaderos representantes de un oficio en extinción. O mejor dicho, últimos domadores de ese gigante que se despierta cada noche para recorrer el mar con su ojo de luz, justo ahí, donde parece que se termina el mundo.


 En todos ellos habita la naturaleza del faro, esa metáfora de leyendas, soledades y misterios que representa la aventura constante que propone el mar. En su luz arrojada hacia el infinito habitan todas las batallas entre el hombre y la tempestad, pasadas y futuras, esa lucha brutal y despareja en el nombre de Poseidón.

Luces de la Bahía




 Finalizada la campaña del desierto, el Gobierno posó su mirada sobre el litoral marítimo, y pronto reparó en la necesidad de señalizar las costas. Así nació la idea de un pontón-faro en el problemático "Banco del Norte", a unas siete millas náuticas del estuario bahiense.


 Y ahí fue el bergantín "Manuelita", equipado con lastre, cadenas y anclas para evitar el oleaje, pintura roja para la visualización y un palo en candela para montar en altura la lámpara de aceite.


 Pero el 13 de octubre de 1881, a sólo una semana de su puesta en servicio, una tormenta destrozó al bergantín. Con lo que pudo rescatarse, se erigió una torre provisoria en Monte Hermoso, el primer faro terrestre del país.

La lista




 El siguiente es el listado de los 60 faros que se encuentran activos dentro del territorio argentino. Están ordenados de acuerdo con su ubicación geográfica, de norte a sur, con su correspondiente año de inauguración.
* Buenos Aires: Punta Piedras (1917), San Antonio (1892), Punta Médanos (1893), Querandí (1921), Mar Chiquita (1932), Punta Mogotes (1891), Miramar (1929), Quequén (1922), Claromecó (1922), Recalada a Bahía Blanca (1906), El Rincón (1925) y Segunda Barranca (1914).
* Río Negro: Río Negro (1887) y San Matías (1924).
Chubut: Punta Tehuelche (1949), Almirante Brown (1949),
Punta Norte (1925), Punta Bajos (1927), Punta Delgada (1905), Morro Nuevo (1918), Punta Conscriptos (1929), Punta Ninfas (1916), Chubut (1933), Punta Lobos (1948), Cabo Raso (1925),
San José (1917), San Gregorio (1968), Isla Rasa (1917), Cabo Aristizabal (1917) y San Jorge (1925).
* Santa Cruz: Cabo Blanco (1917), Guzmán (1928), Isla Pingüino (1903), Beauvoir (1980), Punta Medanosa (1949), Cabo Guardián (1928), Campana (1928), Cabo Dañoso (1947), Cabo Curioso (1922), San Francisco de Paula (1917), Santa Cruz (1923), Coig (1948), Buen Tiempo (1917) y Cabo Vírgenes (1904).
* Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur: a) Continentales: Magallanes (1976), Punta Páramo (1934), San Sebastián (1949), Cabo Domingo (1933), Cabo Peñas (1916), Cabo San Pablo (1945), San Gonzalo (1928), Buen Suceso (1916) y Cabo San Pío (1919). b) en islas: Les Éclaireurs (1920), Año Nuevo (1902), Le Maire (1926), San Juan del Salvamento (1884) y San Diego (1934). c) antárticos: Esperanza (1952) y 1º de Mayo (1942).

Mariano Buren/"La Nueva Provincia"