Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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Basta de xenofobia y que nos orinen encima

Por Walter Daniel Gullaci/"La Nueva Provincia".

 Este tema de las actitudes xenófobas por parte de los hinchas en el fútbol nuestro debiera tomarse en serio. Muy en serio.


 Está claro que, de una buena vez, deben contemplarse como un exabrupto incomprensible. Por lo que no estaría mal aquello de parar los partidos hasta que los infradotados depongan su actitud. Terminen con su saña.


 Pero lo más sencillo es hacernos los distraídos.


 No todos, obviamente.

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 En el transcurso de Independiente-Boca, el domingo pasado, la parcialidad del Rojo la emprendió contra sus pares xeneizes al grito de "son de Bolivia y de Paraguay" --como si ello marcara un descrédito--, con el aditamento de tildarlos de "muertos de hambre" a partir de una "folklórica" lluvia de bolas de fraile y paragüitas de chocolate.


 Una aberración.


 Que se acrecienta no sólo por desperdiciar alimentos cuando muchos, pero muchos pibes pasan hambre allí nomás, muy cerquita del Libertadores de América.


 Sino, también, porque estos muchachos desconocen la historia grande de su propio club. Esa que dice que el máximo goleador histórico de Independiente se llamó Arsenio Erico. Y era paraguayo.

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 Pero no hay que caerle sólo a ese grupo de adeptos a Independiente, claro. Porque ya es costumbre en la mayoría de las hinchadas argentinas cultivar aquel canto racista en contra de los boquenses.


 Como tampoco hay que omitir otras situaciones de igual --o peor-- tenor que se suceden a diario en nuestras canchas.


 Recordar que, alguna vez, simpatizantes de Atlanta sufrieron la crueldad de unos imbéciles vestidos de hinchas de Chacarita, quienes exhibieron una bandera con la cruz esvástica, por aquello de que el club bohemio tiene un gran porcentaje de simpatizantes judíos.


 ¿Y qué ocurre cuando a una hinchada se la trata, por ejemplo, de villera, de leprosa u homosexual --para no acudir a otra palabra--? Eso también debería hacerse notar como un acto de discriminación. Aunque, en verdad, ¿cuál es el problema de pertenecer a cualquiera de aquellas franjas de ciudadanos?

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 Pero bueno. Quizás algo esté cambiando.


 De pronto, todos levantamos las banderas antiracistas. Y arengamos contra cualquier manifestación en tal sentido. Como, por otra parte, siempre debería haber sido.


 No obstante, suena un poco a hipocresía...


 Es que de golpe nos solidarizamos con la hinchada de Boca.


 Y omitimos que parte de esa parcialidad arrojó desde la bandeja alta bolsas con materia fecal, orina, piedras y otros proyectiles a gente de Independiente. Hechos que, insólitamente, no fueron registrados debidamente por la TV.


 ¿O Marcelo Araujo y sus obedientes Tití y Marcelito no estaban en la cancha para ver todas y no sólo algunas de las miserias humanas allí expuestas?

Walter Daniel Gullaci/"La Nueva Provincia"