La teoría del pingüino rengo
Los Kirchner se fueron al sur con las frases políticas y los vaticinios de Eduardo Duhalde repiqueteando en sus pensamientos, charlas y discusiones: "2010 es el año del pingüino rengo". La frase del bonaerense, que no tuvo el eco esperado por el autor en los medios de comunicación, fue una provocativa adecuación de la teoría del "pato rengo" que se utiliza en los Estados Unidos para describir la lenta, pero significativa, disminución del poder de un mandatario que se va.
La presidenta y su marido reconocieron, en la intimidad y en algunas conversaciones con sus colaboradores, que la reaparición del dirigente de Lomas de Zamora iría de menor a mayor, pero que en ningún momento supusieron que iba a acelerar para romper el equilibrio en el peronismo como lo ha hecho en las últimas horas de 2009. "Esto los ha alterado un poco", fue la muy escueta y reservada información recibida desde las oficinas oficiales.
Entre los abrazos y besos de despedida del año, en su despacho de la Casa Rosada, Cristina Fernández recibió los comentarios de los funcionarios de su gobierno con mayor experiencia en el entramado del justicialismo bonaerense. En un intento por parecer cordiales y festivos, mezclaron su forzada simpatía con un símil de paternales consejos políticos, que la mandataria detesta, pero acepta por cortesía, cuando está de buen humor. Casi todos fueron con alguna sugerencia o advertencia respecto de los movimientos del ex presidente.
"En todos los casos, respondió con el mismo argumento que, según ella, es contundente: nosotros ejercemos el poder, tenemos los recursos --la caja según la terminología política cotidiana--, y las perspectivas de un año económicamente bueno", reveló un allegado directo a la familia K, en el edificio de la calle Balcarce.
El mismo fundamento utiliza el santacruceño Néstor cuando, con algún atisbo de preocupación, escucha a muchos intendentes que lo consultan con el temor en sus expresiones de perder sus parcelas de poder en la Provincia. En forma por lo menos semanal, le llevan y le transmiten la inquietud que provocan las palabras y augurios de Duhalde. En muchos casos, como lo confiesan con un toque de pánico entre sus funcionarios comunales, suenan como el preludio de una futura venganza o amonestación, si el caudillo de Lomas acierta con la tesis de un próximo pingüino rengo.
La coincidencia en el matrimonio no es ociosa. Ambos deben tener la misma letra para las respuestas. Y, especialmente, no mostrar el flanco más nervioso. Porque los Kirchner, en esas confesiones en la intimidad, detectan un alejamiento constante de jefes comunales de la provincia de Buenos Aires. Una prueba terminante fue la ausencia de muchos de ellos en recientes actos a los que fue llevado el patagónico, que, como primera reacción, se ocupó de acusar a Daniel Scioli por los faltazos.
En los escritorios oficiales, entonces, el interrogante suele ser el mismo: Si con el gasto que se hizo antes del 28 de junio último se perdió el distrito donde los votos definen una elección nacional y se repitió la constante de ser derrotados en las grandes ciudades del país, ¿qué garantías hay, de aquí a 2011, para revertir ese escenario, con menos recursos y más desgaste? Pero no es el único dilema que genera desvelos en el living de la residencia de Olivos o la comodidad de la lejanía en El Calafate. ¿Cómo revertir la imagen negativa del gobierno o la positiva que Néstor tiene por debajo del 17 por ciento? ¿Cómo recuperar las calles sin forzar a Hugo Moyano o a Luis D'Elía para que las ocupen como sea?
No son inquietudes menores, porque, sin duda, describen el escenario de los próximos dos años. Por ese motivo, no extrañó una idea que trascendió en los pasillos de la Casa de Gobierno, cuando, por las pantallas de la televisión instalada en cada despacho, se observaban algunos piquetes de fin de año cortando avenidas o pidiendo en los supermercados. Se trata de la segunda parte de un plan maestro para reintentar la instalación de una política clientelista que permita controlar las calles en los próximos dos años; al menos, en lo atinente a las organizaciones de la protesta social.
"Es casi seguro que vamos a triplicar los beneficiarios del plan Argentina Trabaja, van a pasar de 100 mil a 300 mil, con un refuerzo para los municipios de Buenos Aires, pero con una distribución de los programas de trabajo cooperativo a otros importantes centros urbanos", admitió una fuente gubernamental, antes de los cuatro días de descanso de fin de año.
Según la ampliación precaria del proyecto, porque no tiene, por ahora, una firma oficial, se sumarían a los ya 1.200 millones que se destinan para esa iniciativa, entre 1.500 o 1.700 más, con lo que la cifra total para establecer el sistema "antidesocupación", como le dicen en el entorno de Cristina Fernández, llegará a 3.000 millones. "Y si la plata no alcanza, hay superpoderes y decretos de necesidad y urgencia para reasignar partidas del presupuesto", explicaba, la semana última, un representante piquetero, al retirarse de la Casa Rosada.
Néstor Kirchner había dicho, cuando reconoció y cuando luego desconoció la derrota electoral de junio, que "las calles son nuestras", un concepto que, hoy, en la Argentina, no se formaliza sin dinero a las organizaciones de la protesta social. Precisamente, estas ya han hecho demostraciones de fuerza que torcieron algunas voluntades en el poder K y, ahora, para reforzar sus pedidos (no sólo quieren los recursos, sino su administración, para que no quede sólo en manos de los intendentes peronistas) y prometen concretar una megaalianza para lograrlo, si no las escuchan.
Esa advertencia tuvo una estridencia similar, aunque no tan brutal, con la reaparición agresiva de Eduardo Duhalde. "Los piqueteros quieren hacer una alianza nacional con la participación del Polo Obrero, Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa, y, si es posible, atraer a los grupos dispersos del norte del país", informó esa misma fuente gubernamental, que dejó, como dato concreto, que el primer jueves de 2010 habría un primer gran encuentro de dirigentes de las organizaciones sociales, para marcar la cancha de la distribución de los 1.200 pesos de sueldo cooperativo al gobierno nacional.
Con ese panorama, "ahora, Duhalde reaparece para inyectar en la política, y no sólo en el peronismo, una dosis de confusión que no puede dejar de perturbarnos". Tal fue la expresión que más resonó en los pasillos y despachos de la Casa Rosada, cuando se brindaba para despedir con anticipación el año.
Pero la vuelta del ex líder peronista del Gran Buenos Aires a la condición de candidato presidencial tiene, también, una interpretación que no sólo puede descifrarse en los vericuetos del poder K donde se producen desvelos. Ponerse el traje de principal postulante al sillón de Rivadavia no parece demasiado creíble para muchos dirigentes y legisladores del peronismo, quienes hacen hincapié en el momento y las circunstancias en las que ha hecho su lanzamiento el ex gobernador y presidente.
Entre los disidentes del partido, afectados por la modificación electoral que ha tenido como atrevida pretensión ser considerada una reforma política aprobada por consenso (según el libre pensamiento del oficialismo), la aparición de Duhalde es, simplemente, un "equilibrante" de las pretensiones continuistas de los Kirchner.
También las voces de los parlamentarios anti K suelen especular que, con el tiempo, por más que sea políticamente perentorio, el caudillo bonaerense volverá a definirse por algún candidato con un historial más saludable. Mario Das Neves y Juan Manuel Urtubey son dos de los anotados en la imaginaria lista que reúne a varios que todavía no están inscriptos.
Sin embargo, el propio Eduardo Duhalde se encargó de dar por tierra con esa conjetura, que parecía muy lógica. Explicó que la Alianza fue "lo nuevo" que se buscó en los albores del siglo XXI y fue una frustración que casi lleva al país al caos total. Reconoció que el segundo fracaso de buscar lo nuevo fue suyo. "Fue mío, porque pensé en lo nuevo y lo nuevo era, para mí, Kirchner". Para el bonaerense, ese es el argumento más sólido para ser él el conductor. "Si los Kirchner son lo nuevo, entonces, la gente va a tener que buscar a sus dirigentes en los geriátricos", dijo, con poca felicidad.
Pero a esa desesperanza añadió algunos elementos que marcan las diferencias entre el peronismo que dice encarar respecto de "la lacra", como suele mencionar a lo peor de los K. "Para ellos, el cambio está representado por Hugo Chávez, Rafael Correa o Evo Morales, todos ellos, en sus países, toman decisiones apresuradas y por eso están donde están. En cambio, la experiencia de Alan García y la de Lula muestran la diferencia por dónde hay que transitar", sentenció, como conocedor de la región y de que ya no hay tiempo para los nuevos, sino para los expertos.
Duhalde ha buscado ganar espacios, en los últimos días, y el pronóstico es el de una batalla despiadada en el peronismo bonaerense. Por ahora, es llamativo el silencio de los otros dos protagonistas del distrito, Francisco De Narváez y Felipe Solá. No obstante, ambos abonan la "teoría del pingüino rengo", cuando les toca opinar sobre 2010 y las pretensiones del kirchnerismo.
La gran apuesta de los disidentes, en coincidencia con una oposición (que no contempla el oficialismo en su dimensión, cuando no se trata de "cuestiones de peronismo"), es dar la batalla real en el Congreso. Esa lucha en el escenario parlamentario tiene ya varios títulos para los capítulos que vendrán: DNU, Consejo de la Magistratura, reforma de la ley de Entidades Financieras, las reservas del Banco Central y sus afectaciones y varios más que presuponen debate y negociación.
Para la mayoría de los analistas, esa nueva dimensión de contienda política genera una expectativa diferente, que tiene que ver con la forma en que se vaya dirimiendo cada uno de esos capítulos en los que jugará, como sana novedad (al menos, en lo institucional), la Corte Suprema de Justicia. El alto tribunal, desde su fallo sobre la libertad sindical, ha comenzado a transitar por un camino que no era esperado: el político.
"No se trata de inmiscuirse en la competencia del Ejecutivo ni en la labor del Legislativo, pero el Poder Judicial no puede estar ajeno al contexto socio, político y económico que vive un país en sus fallos". Lo sostuvo, la semana que pasó, un hombre del gobierno en forma muy discreta y exigiendo el más respetuoso off the record, dejando entrever que el tema de la Corte está también presente en las charlas del poder.
Tanto en Olivos como en El Calafate, hubo alusiones a las posturas de los magistrados de la Corte y a lo que su influencia puede significar en un año donde el reacomodamiento de los dirigentes y de los partidos políticos jugará un papel clave, como preludio de 2011. No hubo, sin embargo, comentario alguno sobre ese detalle, que no es menor.
De todas formas, las inquietudes pasan por el andarivel político, como es el caso descripto sobre el regreso de Duhalde, junto con lo que se considera estrictamente como una cuestión de gestión de gobierno de Cristina. Es decir, la estrategia operativa y administrativa para 2010.
En ese sentido, todavía los Kirchner siguen evaluando el resultado de "sus dos encuentros favoritos de diciembre, la cena con los empresarios y el almuerzo con la CGT", confiesan los voceros del matrimonio Kirchner, no sin ofrecer un condimento de sabor político: "Algo que disfrutaron fue el último mensaje de monseñor Jorge Bergoglio, cuando, en la recordación de la tragedia de Cromañón, calificó a la ciudad de Buenos Aires como "vanidosa y coimera", porque, para Néstor y Cristina, hoy por hoy, la ciudad es sinónimo de Mauricio Macri".
Con los empresarios, se alcanzó, al menos, una suerte de entendimiento respecto de los efectos del año venidero que los expertos consideran como muy propicios, por el regreso del viento de cola; en especial, para los productores primarios y los exportadores. Hubo muchas sonrisas y brindis mesa por mesa y hasta se dejaron de lado (por un rato, solamente) las palabras previas y agrias de varios hombres de la Unión Industrial. "Además, fueron muchos los que se inscribieron para viajar con Cristina a China, el 20, en búsqueda de mercado; tal vez, esta vez es en serio", remató un comensal, cuando se servían los postres en la quinta presidencial.
Cuando estuvo la CGT, el almuerzo fue un curioso acto de silencios "gordos" y reafirmaciones de pactos por la vía camionera. Estos últimos levantaron las copas con Hugo Moyano y Cristina Fernández, quien circuló mesa por mesa, para reafirmar la alianza beneficiosa entre el movimiento obrero tradicional y el kirchnerismo y tratar de no inmiscuirse en las charlas a media voz de los llamados "Gordos", quienes recordaban: "Pensar que fuimos nosotros los que le aconsejamos a Duhalde que no convocara a cualquiera para ser candidato en 2003, sino que apelara al mejor, que, en ese momento, era Roberto Lavagna".
Curiosamente, en las primeras opiniones del año, aparecen, en los diarios, las letras de un pedido reiterado al caudillo reaparecido sobre su ex ministro. Pero ya muy tarde.