Bahía Blanca | Jueves, 03 de julio

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LA ELOISA

UNA ESTANCIA DEL SIGLO XXI La estancia La Eloisa, en el partido bonaerense de General Las Heras, se destaca por su oferta de golf, polo y tenis, deportes que se suman a las tareas propias de un campo en producción. Dos piscinas, un quincho cubierto, una casa de juegos y excelente gastronomía completan esta propuesta del turismo rural.



UNA ESTANCIA DEL SIGLO XXI

La estancia La Eloisa, en el partido bonaerense de General Las Heras, se destaca por su oferta de golf, polo y tenis, deportes que se suman a las tareas propias de un campo en producción. Dos piscinas, un quincho cubierto, una casa de juegos y excelente gastronomía completan esta propuesta del turismo rural.










 El casco de la estancia La Eloisa tiene unos 60 años y un definido estilo arquitectónico, el inglés; una veleta de hierro con forma de vaca en lo alto y, junto a la galería principal, un alcanfor frondoso cuyas largas y pesadas ramas cobijan un viejo aljibe.


 Está rodeado por un parque de diez hectáreas, "aunque el pasto corto abarca 30", dice Francisco Aguilar, 30 años, responsable de todo lo que se hace en esta pampa llana del Este de la provincia de Buenos Aires, aledaña a Luján, Mercedes y Cañuelas.


 La familia Aguilar compró, hace unos veinte años, 450 hectáreas de campo donde, además de una aguada y bosques de robles, pinos y araucarias, había una cabaña de toros que convirtieron en caballeriza y una vieja y olvidada fábrica de dulce de leche.


 El estanciero no desecha retomar, algún día, esa actividad y reflexiona: "lo estamos pensando".


 La apertura a la actividad turística, hace apenas dos años, es una experiencia que la gente de "La Eloisa" transita con firmeza, siguiendo una premisa: que los huéspedes se sientan como en su propia casa.


 Por eso, no hay allí nada semejante a las usuales dependencias hoteleras.


 Sencillamente, es una casa señorial que recibe a sus visitantes en ámbitos apacibles y luminosos, en los que se destacan las alfombras orientales, una biblioteca con libros diversos, entre ellos algunos sobre polo y otros que enseñan cómo hacer buenos asados, un reloj de péndulo Canterbury, de madera oscura, y una colección de cuadros con motivos camperos.


 Los pisos son una sabia combinación de madera y mosaicos, y tampoco faltan los desniveles --uno de ellos lleva hacia un bar, donde hay una pequeña bodega-- ni una pared color limón, que contrasta con el cuero negro de un larguísimo sillón chester.




 Hacia "La Aguada".


 Más allá de las cinco habitaciones del casco principal, a una distancia de dos cuadras se levanta "La Aguada", construcción colonial de muros amarillos que consta de un departamento independiente y de cinco habitaciones.


 Es el albergue ideal para familias numerosas o grupo de amigos.


 Esta casa tiene su propia piscina y una soberbia vista hacia el campo abierto y los potreros de animales.


 "En uso cotidiano tenemos 50 caballos", informa Francisco.


 Son caballos con los que la peonada realiza cabalgatas guiadas de unos 45 minutos y con no más de seis jinetes.


 "La Aguada" tiene una galería de techo de tejas, sostenida por troncos de madera que ofician de columnas, donde hay sillones de mimbre, macetas de barro cocido, un viejo metegol y una pila de troncos para alimentar el fuego de las chimeneas. Un sitio ideal para ver la caída del sol, sobre el horizonte largo.


 En el interior hay láminas de Molina Campos sobre las paredes, camas con respaldos de hierro y bronce, caracolas en los baños, cueros en los pisos y cortinas floreadas.


 Y al costado está la aguada que remite al nombre, ahora una hondonada seca, donde se dice que alguna vez hubo un barco. Un lugar para escuchar el incesante canto de los pájaros.


 El quincho alberga a unas 40 personas y forma parte de la oferta dirigida a reuniones corporativas y empresariales, que requieren de un servicio personalizado de alto nivel.


 Este espacio tiene una gran chimenea, varias cornamentas en las paredes y dos grandes arañas de bronce que cuelgan de un altísimo techo a dos aguas.




 La buena cocina.


 Además de la gastronomía criolla, se sirven platos de la cocina internacional y se pueden elegir vinos en la bodega.


 El chef Martín es el responsable de las empanadas que preceden al asado y a las achuras, que se acompañan con ensaladas cuya variedad supervisa Araceli, el ama de llaves de la estancia y quien asiste en todo a turistas y deportistas.


 Ella es la que prepara la merienda de la tarde, que se sirve bajo el alcanfor, y la autora de las tortas fritas y de una memorable y tibia pastafrola de dulce de membrillo.


 Por supuesto que, en invierno, tampoco faltan los guisos de cacerola y el puchero criollo, preparados con productos que se traen de la ciudad de Las Heras y con las especies aromáticas de la propia huerta, donde se cultiva orégano, salvia y romero.


 "Tenemos cinco bolsas de palos de golf y varias raquetas que ofrecemos como cortesía a nuestros huéspedes", comenta Francisco, quién agrega que "para copas específicas La Eloisa arma equipos de polo, ya que estamos inscriptos en la asociación de este deporte y en otras oportunidades nos piden el nombre".


 Además de la actividad turística, Aguilar señala que se siembra soja y también avena y otros forrajes para alimentar a los animales --los propios y los que pastan en potreros que alquilan-- y dice que los novillos son sólo para el consumo de la familia y los trabajadores.


 "Dentro de los negocio donde estoy poniendo más energías aparece el de los caballos de polo y en insertarnos como una oferta diferente del turismo rural bonaerense", afirma el estanciero.


 Y agrega: "nuestra ubicación, cerca del aeropuerto internacional de Ezeiza, nos permite ofrecerle a los comercializadores de este producto recibir a sus clientes cuando llegan al país, o despedirlos y trasladarlos por nuestra cuenta a tomar sus vuelos, que casi siempre son servicios nocturnos".


CORINA CANALE

DATOS DE INTERES

Dónde está

"La Eloisa" está a 45 minutos del Aeropuerto Internacional de Ezeiza y a menos de 100 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires.

Deportes

Posee una cancha de golf de 9 hoyos. También, canchas de tenis y paddle.

Otros juegos

En la Casa de Juegos hay mesa de pool, snooker, mete-gol y sapo. También juegos de mesa. En el jardín se arman canchas de croquet, voley y futbol.

Qué hacer

Entre las actividades que se pueden practicar están las cabalgatas, paseos en carruajes, bicicletas, trekking y avistaje de aves.

El alojamiento

Posee 9 habitaciones en suite, equipadas con televisión por cable, aire acondicionado y calefacción central. Cuatro habitaciones que comparten baño. La estancia tiene grupo electrógeno propio. En total se pueden alojar 50 personas.

Cuánto cuesta

Las clases de polo tienen un costo de 300 pesos. Taqueo, 200 y práctica 4 chukkas, 400 pesos. Un Día de Polo con almuerzo sale 600 pesos y con alojamiento "all inclusive". 1.000 pesos.


Dónde informarse

Más informes se encuentran en internet en: www.pololaeloisa.com y gloriadelafuente@fibertel.com.ar. También a los teléfonos (011) 15-6831-9542 y (0220)-476-2358. Este producto se comercializa a través de todas las agencias de viajes del país.



Homenaje a un guerrero










































 El partido bonaerense de General Las Heras recibió ese nombre como homenaje al General Juan Gregorio Las Heras, quien fue guerrero de la Independencia Argentina y gobernador de la provincia de Buenos Aires.


 La fundación de la ciudad se remonta al 25 de octubre de 1864, pero fue en 1872, con la llegada del ferrocarril y el remate de terrenos aledaños a la estación, cuando se registra un importante crecimiento poblacional y comienza su desarrollo económico y comercial.


 Las Heras está en el trayecto ferroviario que unió las estaciones de Merlo y Lobos.


 Actualmente la ciudad tiene 15 mil habitantes, en su mayoría dedicados a la actividad agrícola-ganadera, y funciona el Frigorífico Las Heras.


 En la Talabartería Las Heras, que está en la Avenida Villamayor 840, los deportistas encuentran todo lo necesario para la práctica deportiva de polo, pato y otras actividades criollas.




La historia del dulce de leche











 Se dice que el origen del dulce de leche fue una casualidad que el mismísimo Juan Manuel de Rosas contó en un manuscrito de 1829, cuando se preparaba para reunirse con su archienemigo, el unitario general Juan Lavalle.


 Al ver que éste llegó antes y se acostó a dormir, una cocinera que preparaba la "lechada" --leche con azúcar-- para cebarle mate al Restaurador, le fue a contar la novedad y olvidó esa mezcla en el fuego, que siguió hirviendo hasta convertirse en una sustancia espesa.


 Cuando Rosas pidió su mate la mujer le contó la verdad y éste, por curiosidad, lo probó y lo convidó a su rival, coincidiendo en que era muy sabroso.


 Rosas lo llamó "Dulce Criollo".


 El mundo lo conoció casi 100 años después, en 1921, cuando se realizó en Washington la Primera Exposición Regional de Lechería.


 Este fue el espaldarazo del dulce de leche, pilar de la industria láctea de la Argentina.