Bahía Blanca | Jueves, 26 de junio

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Entre la autonomía y el sometimiento

Es un lugar común que, en momentos de crisis económica o en momentos en que existe una sensación que apunta a esa coyuntura, empeoran las condiciones laborales de la gente. Ahora bien, ¿es una condición suficiente el hecho de que haya poco dinero para justificar fenómenos como el acoso laboral?

 Es un lugar común que, en momentos de crisis económica o en momentos en que existe una sensación que apunta a esa coyuntura, empeoran las condiciones laborales de la gente.


 Ahora bien, ¿es una condición suficiente el hecho de que haya poco dinero para justificar fenómenos como el acoso laboral?


 "No es la situación de crisis económica, sino la manera como se entiende la labor, la manera como se organiza el tiempo y las relaciones, lo que genera las condiciones", explica el psicólogo David Mazzitelli, director ejecutivo de Salud Activa, institución que, junto con el CIAPSI, organizó el Segundo Congreso Internacional, III Nacional y IV Regional Violencia, Maltrato y Abuso", realizado, la semana pasada, en la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador.


 El sistemático maltrato recibido en el ámbito laboral, el acoso u hostigamiento, ha sido reconocido mundialmente como un problema de salud e incorporado como daño psíquico bajo el nombre de "mobbing", término acuñado por el psicólogo sueco Heinz Leymann, en la década de los '80.


 Quien ejerce acoso laboral puede ser una persona o un grupo.


 Implementado con una suma de poder y perversidad, el acoso psicológico mina la estabilidad psicológica de la persona que resulta ser la víctima, su reputación y sus redes de comunicación.


 También perturba el ejercicio de sus funciones, a través del descrédito y los rumores, aprovechando deficiencias del sistema organizativo.


 "Se practica de manera que la víctima estigmatizada no puede defenderse, no puede hablar o de modo que su palabra ya no tenga ningún valor", explica el psicólogo.

Los elementos y la trampa




 En una relación de acoso hay, al menos, un acosador, una persona acosada, un desequilibrio o asimetría de fuerzas.


 Existe alguien con características de perversidad que detecta a su victima y apunta directamente a sus puntos débiles, fundamentalmente a esa fuerza por excelencia de la autodestrucción que es el sentimiento de culpabilidad.


 Mazzitelli marca un eje central en la cuestión, que tiene que ver con el entorno social.


 Señala que el abuso de poder siempre existió; sólo que, en la actualidad, aparece disfrazado.


 "Se fomenta la autonomía y la iniciativa pero, a la vez, se exige sometimiento y entrega", puntualizó.


 La amenaza de despido y la situación crítica en una empresa suelen combinarse de manera muy particular, favoreciendo climas de temor e incertidumbre.


 Generalmente, se entiende al acoso laboral como una relación entre un superior jerárquico y un subordinado, pero el sentido puede ir en otras direcciones.


 Un empleado puede presionar a sus jefes o bien puede darse el coso horizontal, entre compañeros que están al mismo nivel.


 ¿Las consecuencias?


 Trastornos orgánicos, adictivos, pérdida de motivación, de la autoestima, insomnio, frustración, trastornos gastrointestinales, ansiedad, falta de concentración, merma de la creatividad, deterioro del ambiente de trabajo, ausentismo, entre otras.

Buscando salidas




 Las situaciones perversas sólo se desarrollan si se las alimenta o se las tolera.


 Claro que, a veces, el estado de necesidad que suele dominar en el mundo del trabajo puede hacer que esa "tolerancia" vaya más allá de los límites aceptables, desde lo ético o lo moral.


 Entonces, es el cuerpo el que empieza a "hablar", a través del malestar.


 Definir condiciones, tareas y funciones dentro del lugar de trabajo suele ser un recurso muy valioso.


 "Recordemos que el acoso aparece cuando el dialogo se ausenta. Por lo tanto, prevenir supone volver a instaurar el dialogo y la comunicación", señala Mazzitelli, quien remarca el rol del medico y el psicólogo laboral que pueden recibir la consulta.


 En su libro El acoso moral, la doctora Marie France Irigoyen habla de "la educación de los responsables, a los que hay que animar a considerar al ser humano del mismo modo que consideran la rentabilidad".


 En todo caso, señala Mazzitelli, se debe hacer saber que el proceso de acoso existe, que es frecuente y que se puede evitar.


 "En caso de sospechar que se está sufriendo una posible situación de acoso, por muy leve y reciente que sea, no hay que callar", aconseja.


 Recomienda comunicar la situación a compañeros de confianza, delegados, comité de seguridad y salud.


 También, sostiene que recurrir al ministerio de Trabajo, puede ser también un valioso recurso, ya que implica la presencia de un tercero mediador, capaz de restituir un orden de legalidad que se perdió.


 "Es necesario socializar el tema. Hay que evitar luchar solo, dado que, además de comportar problemas de salud, puede dar la sensación de ser uno mismo el problema", afirma.

Dónde informarse




 Más información se puede hallar en la web: www.congresoviolencia.com

Opinión

Caminos






 El desprecio por el trabajo realizado, el maltrato, la agresión verbal y el cuestionamiento permanente e injustificado en el ambiente laboral son los principales síntomas del abuso psicológico, un mal que afecta a miles de personas y causa serios daños físicos y emocionales.


 Aprender a detectarlo y frenarlo a tiempo es clave para dejar de ser rehén de esta situación.


 Los agresores pueden ser indistintamente hombres o mujeres, aunque en los países latinos la mayoría de las víctimas son mujeres, porque los hombres se comportan con ellas como no se animan a hacerlo con otros hombres.


 Y también suele suceder que muchos casos de acoso sexual se transformen en abuso psicológico, después de que la mujer rechaza al hombre.


 Ante la primera sospecha de que se está siendo objeto de maltrato, es imprescindible consultar a un profesional especializado en mobbing o abuso laboral.


 Lo peor que puede hacer un acosado es dejar pasar el tiempo, sin hacer nada.


 Llegar a pensar que nadie nos puede manipular es la primera puerta de entrada para un manipulador, es su mejor arma.


 Si creemos que somos invulnerables, paradójicamente seremos vulnerables a un manipulador experto. Cuanto más tiempo se sufre, más daño se produce.


 A menos que la víctima lo desee, no es conveniente dejar el empleo.


 La solución empieza por hacer frente a los acosadores.


 Lo adecuado es mantener una postura asertiva, autoafirmativa y una respuesta organizada.


 Por ejemplo, pedir explicaciones de cuál es la razón por la que se le está maltratando y saber que se puede buscar y recibir ayuda.

Mirta N. Casas, autora de este comentario, es Psicóloga Clínica.