Bahía Blanca | Viernes, 18 de julio

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Detrás de la ventana

En un paisaje natural con características difíciles de igualar por su sobrada belleza, el director argentino Carlos Sorín filma su nueva película La ventana. La película, que se encuentra en su quinta y última semana de rodaje en la estancia "San Juan" --en La Vitícola, a unos 20 kilómetros de la ciudad--, está protagonizada por actores como Carla Peterson, Luis Luque y el uruguayo Antonio "Taco" Larreta, aunque el cineasta eligió trabajar también con no actores, tal como lo hizo en Historias mínimas, El perro y El camino de San Diego.
Detrás de la ventana. La ciudad. La Nueva. Bahía Blanca

 En un paisaje natural con características difíciles de igualar por su sobrada belleza, el director argentino Carlos Sorín filma su nueva película La ventana.


 La película, que se encuentra en su quinta y última semana de rodaje en la estancia "San Juan" --en La Vitícola, a unos 20 kilómetros de la ciudad--, está protagonizada por actores como Carla Peterson, Luis Luque y el uruguayo Antonio "Taco" Larreta, aunque el cineasta eligió trabajar también con no actores, tal como lo hizo en Historias mínimas, El perro y El camino de San Diego.


 La ventana es la sexta película que dirige Sorín, y está coproducida entre su empresa Guacamole Films (70 por ciento) y la española Wanda Visión. Si bien aún no se fijó la fecha de estreno, el director la exhibirá por primera vez el próximo 15 de mayo para su socio europeo.


 "La historia es ínfima y simple desde el punto de vista argumental, contada de forma meticulosa y que da tiempo al espectador para sentir, pensar o... aburrirse. La película se centra en un hombre mayor que espera a su hijo, un pianista reconocido que viene de Europa; se trata justamente de esa espera y esa llegada", dice.


 "Originalmente se iba a llamar 28 de septiembre y se iba a rodar en una vieja estancia de la provincia de Santa Cruz, pero después hubo un problema contractual; además le temía al frío y al viento porque nuestro protagonista (Antonio "Taco" Larreta) tiene 85 años. Por eso, decidí rodarla en una antigua estancia de los Esteros del Iberá, en Corrientes.


 "Estábamos prácticamente listos para irnos, cuando llegó la fiebre amarilla y se registraron dos casos a unos 80 kilómetros de ese lugar. Si bien nos habíamos vacunado todos, Antonio no pudo hacerlo porque son virus activos, entonces decidí cambiar nuevamente la locación y elegí la estancia `San Juan'.


 "Los interiores y los exteriores los filmamos íntegramente acá, lo que fue una gran ventaja porque así se optimiza mucho el tiempo de rodaje y no hay que hacer traslados. Además estamos viviendo en la estancia", acotó.

La simpleza de su gente




 -- Una historia simple, ¿pero con mensaje implícito...?


 -- Hay una frase de John Ford que dice: "Si vos querés mensajes, tenés que ir al correo". Ahora sería "... tendrías que revisar tus mails y no ir al cine. (risas)


 "Esto no significa que uno no hable y opine de algo, y que intente despertar sentimientos en el espectador, pero mis películas no son de mensaje".


 -- El elenco, por lo visto, mezcla actores profesionales y apenas aficionados.


 -- El gran protagonista es "Taco" Larreta, uno de los importantes escritores uruguayos que ganó los premios Planeta y Casa de las Américas, además de ser un actor teatral de vieja tradición y guionista.


 "También hay un grupo de no actores que siempre tengo en mis películas, generalmente proveniente de Santiago del Estero, y el encargado de este campo, Carlos, quien ya se ha transformado en actor.


 "Mis guiones --éste menos que otros-- son relativamente abiertos, una hoja de ruta y cuando empiezo a rodar, comienzan a aparecer elementos que luego incorporo, como el caso de Carlos. Además trabaja el bahiense Jorge Diez, Carla Peterson, Luis Luque y Arturo Goetz, entre otros. Un elenco un tanto ecléctico, pero me parece muy adecuado para este filme.


 -- ¿Por qué prefiere los no actores?


 -- Hubo, hace aproximadamente 10 años, una fuerte tendencia en el cine mundial de trabajar en los límites de la ficción y el documental, con elementos absolutamente reales, no producidos. Por eso los actores no son tales, sino que se trata de personas muy parecidas al personaje. En esa línea experimenté Historias mínimas, El perro y El camino de San Diego, películas en las que el resultado fue óptimo.


 "Es una variante interesante pero tiene sus limitaciones, porque no se puede pretender hacer Macbeth con no actores. Este es, después de La película del Rey, mi primer filmw donde trabajo con actores, aunque La ventana es algo distinto en su formato y su puesta en escena.


 -- ¿Cómo encontró y por qué eligió este lugar?


 -- Me enteré de la existencia de esta estancia en un día de desesperación, ya que a una semana de comenzar a filmar se había suspendido la locación en Corrientes, y además ya tenía la producción armada.


 "Incluso, se me ocurrió filmar la película en mi casa que está en el campo, pero me pareció un disparate. Después de navegar no menos de ocho horas en Internet, descubrí esta estancia que era exactamente lo que quería porque es tradicional y turística, pero al mismo tiempo no está producida. Se conserva igual que hace 40 o 50 años.


 "A veces hay películas que nacen con buena estrella y los problemas que tenés terminan siendo ventajas, tal como sucedió en este caso porque esta locación es ideal. Por otro lado, los interiores y el paisaje, con estas suaves lomadas, rinden muy bien visualmente".


 -- ¿Siente seguridad a la hora de filmar?


 -- Sí. Sin embargo, existe una inseguridad básica que es intrínseca a la función de director. Porque si estás muy seguro, es porque no estás haciendo nada interesante; un director que arriesga tiene temores porque en este tipo de cine (más personal, experimental y menos industrial) se está en la niebla hasta que no se tiene la película terminada.


 "Si me ves cuando ruedo, vas a notar que soy muy seguro, pero lo hago para demostrárselo a los demás y que no se den cuenta de mis inseguridades. El equipo debe ser manejado por una mano segura y, si no me siento así, hay una gran cantidad de trucos para ocultarlo".

La vida de un ídolo




 -- El cine comercial forma parte de su futuro.


 -- Si bien no la produzco yo, Ringo (la próxima película que dirigirá sobre la vida de Oscar Bonavena) es un proyecto comercial y de una gran inversión, por lo que debe tener éxito. Acepté este proyecto fundamentalmente porque soy un amante del boxeo, algo que incluso amo más que el cine, y siempre pensé en hacer un filme al respecto.


 -- ¿Qué puede adelantar de Ringo?


 -- El actor principal será Rodrigo De La Serna, quien ya está entrenando a pleno para aumentar su masa corporal y parecerse a Bonavena. Es la historia sobre 10 años de la vida de este boxeador, una visión general de un personaje tremendamente atractivo y argentino como fue él.


 "Comienza a contarse a partir de los '60, del famoso mordiscón que le dio a un brasileño en los Panamericanos de Río de Janeiro, hasta la última pelea contra Mohammed Alí en el 70. No trata los seis años finales de su vida y su muerte en Reno, Estados Unidos.


 "Es una época muy variada de un personaje muy rico. De él, en general, sólo se conoce la imagen que ofrecía cuando se prendían las cámaras, pero existe otro Ringo mucho más vulnerable e interesante.


 "A mí me gusta el boxeo porque es una metáfora de la vida; con esa soledad en el ring con algo tan básico como los golpes, aunque haya reglas. Se suele decir: `Voy a jugar al fútbol o al tenis', pero nunca se dice `Voy a jugar al boxeo'".


 -- ¿Cómo ve al cine nacional actualmente?


 -- Ahora está en una coyuntura algo crítica. Evidentemente, se producen muchas más películas de las que puede absorber el mercado. Pero el cine no es solamente un producto comercial, sino también cultural, por lo tanto sus leyes no necesariamente resultan las mismas que las de un dentífrico o un detergente.


 "Por eso, que responda o no al mercado, es relativo y depende para qué película. Hay dos líneas de pensamiento: una establece que el Estado, a través del Instituto Nacional de Cinematografía, debe apoyar al cine que tenga recepción de público; y otra que promueve el respaldo a los creadores, especialmente a aquellos que recién comienzan su carrera y se basan en el ensayo-error.


 "Supongo que finalmente se trabajará con una postura intermedia. En los últimos 10 años, el cine argentino ha adquirido una pequeña posición internacional. Hoy en día, las películas argentinas se estrenan en muchos países europeos y eso es la llave del negocio.


 "El negocio del cine está cambiando fuertemente en el sentido de que la sala, la medición tradicional del éxito de una película, es cada vez menos significativa porque la gente va menos al cine y, cuando lo hace, generalmente ve filmes estadounidenses.


 "La gente ve cine a través de otros sistemas como el DVD, que ahora está en manos de piratas y ha crecido enormemente, o Internet, con la cual el negocio del cine se vuelve global.


 "Se trata de un cambio para mejor y se van a beneficiar las cinematografías como la nuestra, que todavía no se encuentran demasiado estructuradas. La flexibilidad hace que puedas resistir mejor a los cambios".


 -- ¿Hay mucha influencia del cine norteamericano?


 -- No, al contrario. Hay un fenómeno mundial en el que se inscribe también el cine argentino: el gran avance de Hollywood, que hace producciones técnicamente impresionantes, provocó que en los últimos 15 años haya comenzado a crecer una necesidad de un cine de la diversidad.


 "Por eso, empezaron a tener éxito los cines iraní, coreano, indio y japonés, y comenzaron a gestarse circuitos de exhibición muy importantes en Europa y Estados Unidos para esas industrias cinematográficas, algo que es producto del cine americano.


 "Por ejemplo, El perro se estrenó en 67 salas de Francia, pero 15 años atrás hubiese sido imposible que suceda algo así con una película argentina. Esto ocurre porque hay un circuito de distribución para un cine independiente del de Hollywood.


 "Justamente, ése es el efecto benéfico, pero no querido por Hollywood".

No para de sufrir




 -- ¿Cómo es en la cotidianeidad?


 -- Mi vida va de sufrimiento en sufrimiento. Primero, cuando busco un tema para una película, estoy todo el día con eso en la cabeza y siento una incertidumbre permanente. Después llega el momento de armar el negocio, que también es incierto y por supuesto para nada fácil, ya que si bien hago películas de bajo presupuesto, siempre se necesita dinero.


 "Luego viene el rodaje y la incertidumbre, debido a que el director toma en soledad cientos de decisiones diarias. Por más eficiente que sea el equipo, hay un área del director donde él está solo. Posteriormente se realiza el montaje, que es la etapa más placentera de todo el proceso porque se trata de la verdadera escritura de la película. Yo mismo compagino en mi casa y no tengo horarios.


 "De repente me despierto a las cuatro de la madrugada y hago cortes. Es decir, que llevo una vida caótica y totalmente absorbida por la película. Terminado el filme surge la angustia por no saber qué pasará con él durante las primeras exhibiciones, y necesito cierto apoyo de, por lo menos, algunos amigos. Si la película tiene buena aceptación, se llevan a cabo exposiciones más grandes y los festivales internacionales, que son una crueldad.


 "En ese circo estás completamente expuesto ante cientos de periodistas y espectadores, y la noche que se exhibe mi película es terrible. Si gano algún premio, me relajo un poco, tomo un champagne y la paso bien por un rato, hasta que comienza el ciclo de la nueva película y vuelvo a sufrir buscando un tema.


 "Esa es mi vida y creo que a todos los directores nos pasa exactamente lo mismo".

Gerardo Monforte/Especial para "La Nueva Provincia"