Misión cumplida: el "Irízar" ya está en Puerto Belgrano
Más de un millar de personas le brindó un respetuoso y afectuoso recibimiento a la treintena de hombres que cumplieron la encomiable tarea de regresar a puerto al rompehielos "Almirante Irízar".
Diez días después del incendio sufrido frente a las costas de Puerto Madryn, exactamente a las 20.48 de la víspera, el buque insignia de la Armada quedó apostado en la dársena ubicada junto a la plaza de armas capitán de fragata Sergio Gómez Roca, en la Base Naval Puerto Belgrano.
En tierra, tripulantes que habían sido rescatados de las aguas, como así también personal de las corbetas "Granville" y "Robinson" y del destructor "Almirante Brown", en un número levemente superior a las quinientas personas, le dieron un particular marco militar al arribo del buque siniestrado.
El acto, que contó con la presencia de una numerosa concurrencia civil, entre los que se encontraban familiares de la tripulación, estuvo presidido por el almirante Jorge Omar Godoy, jefe del Estado Mayor General de la Armada, a quien acompañó el vicealmirante Jorge Manzu, subjefe de la fuerza, entre otras autoridades navales.
Al acto también concurrieron Cristian Breitenstein y Néstor Hugo Starc, como máximas autoridades civiles de las comunas de Bahía Blanca y Coronel Rosales, respectivamente.
El rompehielos se incendió cuando navegaba a 250 kilómetros de Puerto Madryn y todos sus tripulantes fueron rescatados sanos y salvos, negándose a abandonar la nave su comandante, capitán de fragata Guillermo Nelson Tarapow.
Precisamente, a las 21.14 de la víspera, el comandante del "Irízar" terminó de recorrer la planchada y puso pies en tierra firme para brindar los primeros conceptos sobre la experiencia.
En el lugar, luego del recibimiento protocolar, Tarapow saludó brevemente a sus familiares, entre los que se encontraban sus padres. Anatol Tarapow, su progenitor, también realizó campañas antárticas y viajó especialmente para la ocasión, y su hermano Fernando supo formar en cuatro ocasiones parte de la dotación del "Irízar".
El buque insignia hizo su ingreso a la dársena naval a las 20.35 y, sesenta segundos después, ya había desplazada su acorazada figura dentro de ella.
A las 20.37, y respondiendo a las señales luminosas que se agitan desde el "Irízar", el público descargó su primer aplauso sostenido. A partir de ahí fueron incesantes los saludos lejanos, mezclados con algunos gritos eufóricos y el simbólico aplauso, que sintetizaba el reconocimiento al esfuerzo entregado en pos de mantener al buque sobre el mar.
El tren de remolque que acercó al "Irízar" a inmediaciones de la dársena fue realizado por el aviso "Suboficial Castillo", que efectuó las tareas desde la proa del rompehielos. Luego trabajaron cinco remolcadores, los cuales posicionaron a la embarcación hasta que se echaron amarras. Esta labor quedó cumplimentada a las 20.48 en la dársena, que había sido previamente despejada para una mejor maniobrabilidad.
El "Irízar" permanecerá allí hasta que se realice una evaluación de los daños y se determine un eventual ingreso a dique seco, e incluso determinar su futuro destino con la finalidad de completar su reparación.
Un favorable viento sur y una disminución del tamaño de las olas permitieron el adelanto del día del arribo que además resultó conveniente para evitar la navegación completamente nocturna a lo largo del canal de acceso a la ría de Bahía Blanca.
El buque se mantuvo controlado y náuticamente seguro, desplazándose a una velocidad de unos 9 a 10 kilómetros horarios.
Pasos a seguir.
El capitán de fragata Ricardo Helman, jefe de la División Comunicación Institucional del Comando de Operaciones Navales, en diálogo con "La Nueva Provincia", explicó los pasos a seguir a partir del arribo del rompehielos a Puerto Belgrano.
"El próximo paso es investigar (las causas del siniestro) con gente especializada de nuestros arsenales y, simultáneamente, determinar cuáles son los daños que ha producido. Esa evaluación va a permitir saber cuáles son los trabajos que se van a hacer y, fundamentalmente, evaluarlos", expresó.
"Concluida esa parte de investigación técnica --agregó--, se pasará a lo que es la reparación del buque, que no va a poder realizarse hasta tanto no finalice la primera. Esta segunda fase va a tener que esperar y aún no se sabe dónde se hará".
El capitán de fragata Helman afirmó que anoche mismo, tras la recepción oficial y saludos con la tripulación, los peritos comenzarían a desplegar las tareas tendientes a cumplimentar la primera fase.
Guillermo Tarapow: "el hombre de mar no duda"
"Nadie quiere lo que no conoce, nadie defiende lo que no ama y nadie da lo que no tiene. Ustedes están aquí porque conocen al 'Irízar' y lo quieren; nosotros lo defendimos porque también lo amamos y todos los que están aquí, los medios de prensa y el público en general, tiene lo mismo que avivó a esta tripulación para sacarlo del fuego y ganarle ese 85 por ciento que nos quiso quitar".
Esas fueron las primeras palabras en tierra firme del capitán de fragata Guillermo Tarapow, comandante del rompehielos.
"El fuego no pudo a pesar de una pulseada de diez días y ocho incendios que, si bien no nos hizo dudar de nuestras fuerzas, por momentos hizo lo posible por arrebatárnoslo de una forma imprevisible, completamente instantánea y rápida", aseguró el hombre de mar.
"Si ustedes vieran dónde se originó el fuego, comprenderían mejor lo que fue la epopeya de estos diez días, en la cual hay cientos de héroes conocidos y anónimos que contribuyeron a que pudiéramos recuperar, en una situación verdaderamente compleja, el cien por cien de la tripulación, científicos, civiles y a gente que estaba como pasaje a bordo", dijo orgullosamente el comandante del "Irízar".
Tarapow agradeció a quienes cumplieron la tarea de rescatar a los náufragos.
"Pudimos asegurarnos el rescate gracias a la colaboración de todos los medios que se comprometieron, como el buque-tanque 'Scarlet Ibis', y los pesqueros 'Don Mateo', 'San Cayetano' y 'Magrit', hicieron que nuestra gente estuviera solamente entre seis y ocho horas en el agua y fueron rescatados absolutamente todos con vida", mencionó.
En el final de su alocución al pie de la plancha, el marino dejó una concluyente impresión.
"En este momento les digo que no perdimos el diez o quince por ciento del buque, sino que salvamos el 85 por ciento de un futuro que era inevitable".
Luego, cuando autoridades navales se acercaron a recibirlo y felicitarlo formalmente, reconociéndole su profesionalidad, Tarapow desnudó su pensamiento, al señalar que "el hombre de mar no duda".
Y, antes de un breve reencuentro con su paciente familia, amplió el concepto: "Cuando sepan realmente qué pasó a bordo, no tengo ninguna duda que la dimensión humana de esta epopeya va a cobrar todavía una perspectiva mucho mayor".
"Estos temporales los
puedo 'capear' tranquila"
"Esto es un sentimiento. Cuando lo conocí a él (Guillermo Tarapow) empezamos hablando del tema Malvinas, y nos 'enganchamos' y enamoramos con ese tema, en 1985. El me fue contando durante el noviazgo los riesgos que corrían las esposas de los marinos y hubo una Campaña Antártica que fue mi 'prueba de fuego'; la pasé y ahí estamos..".
Silvia de Tarapow, mujer del comandante del rompehielos, fue muy clara al reconocer que no le resulta novedoso que, cada vez que se le asigna una misión, su marido corre los riesgos de todo marino.
"Estoy siempre preparada para que ocurran estas cosas. Yo sé que él es uno de los más dolidos con lo que le sucedió al 'Irízar', porque a este buque lo está 'pidiendo' desde que era guardiamarina; creo que por eso se quedó apagando hasta el último fuego", agregó la mujer, quien se prestó al requerimiento de todos los medios que solicitaron conocer su impresión sobre el perfil del máximo responsable de la embarcación que se incendió en alta mar.
Silvia pudo conversar telefónicamente con Tarapow algunas horas antes de la llegada del buque a Puerto Belgrano, aunque la comunicación fue muy breve y apenas tuvo tiempo de interiorizarse por el estado de una lesión sufrida en la lucha contra las llamas.
"Le pregunté por la quemadura de la mano (izquierda) y otras cosas no demasiado profundas. Después, lo demás, lo vamos a hablar cuando estemos más tranquilos", señaló, para referirse al "clima" que se vivió en su casa durante los últimos diez días.
"Con mis cuatro hijos (de 16, 15, 13 y 8 años) hablábamos de lo que estaba pasando, lo veíamos por la tele, escuchábamos las informaciones y yo les transmitía lo que a mí me decían en el Comando de Operaciones, así que estábamos bastante al tanto", mencionó la mujer de quien llegó a la base naval puntaltense en 1989. Allí, Guillermo Tarapow realizó la mayor parte de su carrera, a excepción de un paso de dos años por Paraguay.
Cuando "La Nueva Provincia" le preguntó a Silvia si esta era un arribo diferente, respondió: "Es más esperada esta recepción".
"Hay muchas cosas que se decían que no eran tales, había que filtrar un poco de las cosas que se decían porque sino una se enfermaba. Es difícil, pero estos temporales los puedo capear tranquila", advirtió.
"No creo que le diga nada en especial --agregó--; si puedo y me dejan, lo voy a abrazar, pero más que nada quiero que vea a los chicos, que estamos todos bien y espero que pueda ver a sus padres; su madre lo ha tenido primero que yo".
Silvia coincidió con la opinión del progenitor de los Tarapow, en el sentido de que Guillermo tomó la decisión correcta al optar por no abandonar el buque en llamas.
"Si se hubiera bajado, hubiera sentido como que no era la persona que yo conocía", concluyó.
"Guillermo piensa bien
y hace las cosas bien"
Confesó que, rebozante de orgullo, reventó más de una camisa y hasta se animó a compararse con el personaje del Increíble Hulk.
Anatol Tarapow, padre de Guillermo y con pasado en la marina, fue uno de los tantos familiares que anoche soportó temperaturas propias de esta época para poder estrecharse en un abrazo con el comandante del rompehielos.
"Por qué no esperan diez minutos y hablan con Guillermo...", lanzó el mayor de los Tarapow, en un intento por evitar la entrevista exclusiva con "La Nueva Provincia", a la que, de muy buen ánimo, finalmente accedió.
"Guillermo cumplió cabalmente con su deber; él piensa bien y hace las cosas bien y no me extraña que haya tomado esa decisión y que haya sido la correcta", expresó el hombre, vestido con pantalón de vestir saco y corbata.
Anatol admitió que el peor momento de los últimos diez días lo vivió cuando, por televisión, observó al buque en llamas y con un final incierto.
"Me preocupé cuando veía por televisión cómo estaba incendiado todo, porque sabía que él no se iba a bajar del barco, por más que las consecuencias hubieran sido malas. Gracias a Dios, el barco no explotó...", dijo aliviado.
Tras mencionar que él no pasó durante su carrera en la Armada por situaciones como la vivida por Guillermo, el padre de los Tarapow vinculó la decisión de su hijo con la formación que a sus hombre transmite la fuerza.
"A lo mejor, otro comandante hubiera hecho lo mismo. En general, la Marina nos forma así a todos, es lo que veo con mis hijos y los amigos de mis hijos", detalló.
El progenitor del comandante del "Irízar", quien tiene residencia en Mar del Plata, describió a Guillermo Tarapow como una persona que "piensa muy bien, razona muy bien y, después, hace las cosas bien".
"Es un tipo sereno, tranquilo, que medita las cosas y, en general, no necesita consejos, al menos no los míos. A mí me enorgullece mucho, sobre todo porque le da un ejemplo bárbaro a los hermanos y al resto de sus compañeros. He reventado las camisas como el Increíble Hulk...", dijo, entre risas, mientras buscaba un lugar en el sector destinado a los familiares del comandante y la tripulación.
"La tripulación del 'Irízar' apostó a la vida"
"La tripulación del rompehielos 'Almirante Irízar', en esta circunstancia, ha actuado de manera profesional. Su comandante ha tomado las decisiones correctas y ha cumplido con los deberes que le corresponden a un señor comandante en alta mar".
Con esas primeras palabras, el almirante Jorge Omar Godoy, jefe de la Armada, recibió formalmente a la treintena de personas que llegaron a bordo del buque insignia.
"La plana mayor y la dotación del 'Almirante Irízar' ha realizado un esfuerzo extraordinario para tratar de combatir este siniestro. Sé que han empleado todos los recursos y han hecho lo humanamente posible", amplió.
El almirante Godoy puso de manifiesto el sentimiento de la fuerza ante el difícil trance.
"La tripulación del 'Irízar' apostó a la vida, con determinación y gran profesionalismo. Señor comandante: usted ve que tiene aquí a los 240 hombres que integraban la dotación. Eso no hubiera sido posible sin la concurrencia y el cumplimiento de las responsabilidades de cada uno de los niveles en esta estructura que conforma la campaña antártica", aseveró.
El jefe de la Armada puso al descubierto la visión que tiene la fuerza sobre lo ocurrido en alta mar.
"Experiencias como ésta, sin ninguna duda, nos dejan una gran enseñanza. Tenemos que aprender de este siniestro. Seguramente tomaremos las lecciones y las experiencias para ser mejores", sostuvo.
Luego de agradecer a empresas privadas que actuaron en la emergencia y a las autoridades civiles que colaboraron ante el episodio, Godoy destacó la total predisposición del personal a su cargo.
"Quiero destacar la diligencia y el profesionalismo del personal de la Armada. Ni bien se dio la orden de zarpar, toda la flota se puso a disposición", aseguró.
Y tuvo un agradecimiento similar para un sector determinado de la Armada.
"Nuestra aviación naval, que con sus aviones, en las horas de la madrugada llevaron una esperanza a los hombres que estaban en las balsas, alumbrándolos y diciéndoles que la Armada estaba presente", manifestó.