Bahía Blanca | Miércoles, 09 de julio

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Natascha ahora trata de liberarse de su pasado

"Me siento bien, dadas las circunstancias. Intento relajarme y recuperarme del estrés de la huida". Con un pañuelo en la cabeza que deja traslucir su pelo rubio, la joven de 18 años muestra su rostro pálido y sus ojos azules por primera vez desde su huida, hace dos semanas, y ante un público cada vez más conmocionado por su dramática historia.
Las imágenes de Natasha cautivan a los vieneses. (NA)


 VIENA (EFE) -- "Me siento bien, dadas las circunstancias. Intento relajarme y recuperarme del estrés de la huida".


 Con un pañuelo en la cabeza que deja traslucir su pelo rubio, la joven de 18 años muestra su rostro pálido y sus ojos azules por primera vez desde su huida, hace dos semanas, y ante un público cada vez más conmocionado por su dramática historia.


 Apenas mira a las cámaras y baja los párpados porque sus ojos son muy sensibles a la luz. Su voz está afectada por un resfrío.


 Natascha Kampusch se ha mostrado ante la televisión de su país. Los ocho años que pasó secuestrada en un sótano cerca de Viena empiezan a entrar en un pasado del que busca liberarse.


 Hasta ahora, las únicas imágenes de ella difundidas por los medios de comunicación habían sido fotos de cuando tenía 10 años. El 2 de marzo de 1998 fue secuestrada mientras iba a su escuela.


 "Suelo hablar por teléfono con mis padres. Mamá nunca perdió la esperanza de encontrarme viva. Ayer y anteayer (por el martes y el lunes) estuve con ella. También ayer me reuní por primera vez con mi hermana mayor", comenta.


 Natascha confía en el equipo de psicólogos que la trata, pero fundamentalmente en su familia y en sí misma.


 A la pregunta de lo que quiso decir en una carta leída por su psiquiatra a la prensa tres días después de su liberación, al señalar que se sentía bien con las personas que la acompañaban pero un poco bajo tutela, responde:


 "Todos quieren de alguna forma influir sobre mí, con buena intención. Pero, por ejemplo, en las primeras noches querían hacer algo para que durmiera. No podían comprender por qué estoy despierta a las 4 de la mañana y no me voy a la cama antes de la una, pero los pude convencer de que podré arreglarlo por cuenta propia, sin medicamentos para dormir", señaló en un elocuente alemán.

El mañana, el ayer




 El pasado 23 de agosto, hacia el mediodía, Natascha Kampusch consiguió escaparse de su secuestrador en la localidad de Strasshof, al norte de Viena, y ser recogida por la policía.


 A media tarde, los padres confirmaron la identidad de la joven. A las 21, el captor, el técnico electrónico Wolfgang Priklopil, de 44 años, se suicidó arrojándose bajo un tren en las afueras de la capital austríaca.


 Sobre su futuro más inmediato, Natascha indica que desea terminar su formación escolar y tal vez estudiar luego en la universidad.


 Asegura, también, que tiene muchas cosas que hacer y que se encuentra muy estresada y ofendida por las cosas falsas que se han publicado sobre ella en los últimos días, pero sobre todo por las fotos del calabozo en el que estuvo encerrada.


 "Se trata de mi habitación, no es asunto de nadie", se queja Natascha, quien precisa que durante los primeros seis meses de su secuestro no salió ni una sola vez de ese espacio.


 "Después de ese medio año, mi secuestrador me dejó subir a la casa para lavarme. El era sumamente meticuloso y controlaba todo, por su paranoia."


 De sus primeros días de cautiverio sólo puede decir que tiró botellas de agua, que golpeó con sus puños contra las paredes del calabozo y que debió resignarse a una terrible impotencia.


 A los dos años del secuestro tuvo acceso a una radio y comenta que su captor le hacía regalos para Navidad, Semana Santa y para sus cumpleaños.


 "Muchos niños se pueden comprar cosas, yo nada podía comprarme allí adentro."


 Más de 120 canales de televisión de todo el mundo solicitaron emitir al menos parte de lo que en Austria se ha calificado ya como la entrevista del año.

Decisiones y sentimientos

* "Al principio estaba muy desesperada y furiosa, con rabia porque no cambié de vereda cuando vio el auto de Priklopil en la mañana de mi secuestro o porque no fui a la escuela con mi mamá".
* "Nunca me sentí sola, ya que en mi corazón estaban mi familia y los recuerdos felices. Un día me juré que iba a crecer, a ser más fuerte para poder liberarme".







 Ese día llegó el pasado 23 de agosto, cuando Kampusch notó que Priklopil, distraído con una llamada telefónica, se alejaba mientras ella pasaba la aspiradora por el auto, y se dijo: "ahora o nunca", tras lo cual huyó a una casa vecina en busca de auxilio.
* "Quiero crear una fundación para ayudar a otras personas que hayan pasado por mi trance, como por ejemplo las mujeres secuestradas en Méjico".