Natalia Lobo, una actriz en permanente evolución
"Sigo avanzando lentamente. Es lo que vine haciendo en esta profesión hasta ahora", comentó Natalia Lobo en diálogo con "La Nueva Provincia".
Protagonista de Ella en mi cabeza que se despide de la gira nacional en Bahía Blanca --esta noche, a las 21; y mañana, a las 20.30, en el Teatro Municipal--, e invitada durante algunos capítulos de El tiempo no para --Canal 9 de Buenos Aires--, la actriz señaló que tratar de ser cada día mejor, sin detenerse, es la única manera que conoce para evolucionar.
"Pero en toda evolución existen saltos. Hay momentos de lentitud y otros de avance repentino. Hacer Ella en mi cabeza fue como saltar diez casilleros en el juego, porque trabajo con gente muy `grossa' y porque me ubicó en un mejor lugar", explicó, poniendo como ejemplo el trabajo que comparte desde hace un año y medio con Julio Chávez y Juan Leyrado.
Sencilla, sincera, directa, Natalia recordó sin reparos el tiempo en que su imagen aparecía entre los rostros del mundo fashion, en las páginas de las revistas.
"Era muy joven, recién empezaba, y cuando sos joven las luces del centro te encandilan. Te absorbe pero te gusta que te inviten a las mejores fiestas, o al menos me pasó a mí. Pero un día paré, me pregunté qué quería, cómo quería que fuera mi vida y cuál había sido mi sueño original, y elegí un camino.
"Fue un proceso. Sucedió mientras crecía y cuando llegó el momento de la decisión, ya estaba, ya lo sabía".
Lobo contó que ese momento se produjo poco antes de su protagónico en La mujer del presidente, junto a otro nombre destacado de la escena nacional como Ricardo Darín.
Entonces su look fue de un cabello muy corto y con permanente, una nueva imagen para un nuevo comienzo.
"Evolucionar es lo más importante, y eso se da únicamente con el paso del tiempo. Mercedes Morán es mejor actriz hoy que hace 20 años. Igual Meryl Streep o Nacha Guevara, quien me hizo `caer de espaldas' cuando la ví por primera vez en el pasillo de Canal 9, con 60 años y toda la energía de la juventud.
"Pasa que estamos en una sociedad a la que le parece que a los 25 años tenés que ser buena actriz, demostrar experiencia, ser lindo, famoso y exitoso. ¡Y no es así! A mí me parece que los años tienen su mérito, que son parte del proceso de crecimiento que necesitamos los actores. A algunos nos cuesta más que a otros y por ahí hay gente que a los 22 pega una. Pero tiene que ver también con cómo es cada persona. Yo soy tímida, insegura y necesito ir con tiempo, más lentamente".
Suerte y elección
Elegir qué hacer es primordial para Natalia, aunque, admitió, que "en ocasiones sólo hay que tratar de pagar las cuentas".
"Pero en lo posible trato de hacer cosas que me gusten y me enriquezcan en lo profesional. También he tenido suerte --confesó--, porque hay mucha gente que no puede, ni siquiera, acceder a una elección".
Prefiere los desafíos. Dijo que le atrae ponerse a prueba en el oficio del actor.
"Igual trabajo en tiras. Este año participé en Se dice amor que es una novela del mediodía, de Enrique Estevanez, que parece ser algo menor. Pero para mí no lo es y ahora estoy haciendo diez capítulos de El tiempo no para, un programa con muy buenos actores, del que soy fanática y que sigo desde abril", aseguró.
De que "todo es trabajo", no tiene duda.
"Aunque tenga un lenguaje distinto, a la telenovela hay que entrarle. La tele no es el teatro. Tiene su ritmo acelerado y por ahí, cuando uno se empieza a enganchar con el personaje ya se terminó.
"En teatro se va creciendo con el personaje mientras que en la tele hay que ponerle el cuerpo sin ensayos y desde el primer día en que se llega a grabar. Demanda ser veloz y efectivo, y a veces por serlo se apela a las mismas herramientas de siempre, las que uno conoce que funcionan.
"Lo bueno es que en cualquier lugar yo estoy feliz. La verdad es que este trabajo me encanta. En definitiva, lo que me gusta es actuar".
En otra etapa
En la actualidad, cuando Natalia Lobo ya no es la chica sexy de tapa, no reniega de nada y asegura que toda experiencia formó parte del camino.
"Mi día a día hoy es diferente. Ahora estoy terminando la gira y cuando no hago televisión (que ahora con el trabajo en teatro hice bastante poca) estoy en casa, voy al gimnasio, a yoga, a las clases de canto y hago un curso de historia del teatro. Cuando trabajo en tele es algo diferente porque dependo completamente de la producción. Te dicen `mañana a tal hora se graba' y tenés que estar", comentó.
¿Lo mejor? --según apuntó--: su familia lo aguanta.
"Se lo `bancan' bien: `mami es actriz'. Pero después de todo también tengo mi trabajo en casa. Tengo un hijo, Inti, de 4 años. Lo llevo al jardín, y aprendo a ser madre en el camino. Hago las compras, preparo la comida y lo que voy a guardar en el freezer para otro día. Hay días de alegría, y otros en que todo es una rutina. Cómo todos...
"Que mi hijo sea la mejor persona que pueda, que sea feliz, que crezca bien y sano, es mi objetivo primordial de cada día. Pero aparte de eso, para mí quiero que nunca me falte nada, que pueda seguir aprendiendo de mi trabajo y que pueda seguir dándole a los demás lo mejor".
María Inés Di Cicco
Cal y arena en la despedida
"Estoy como Julio, sí, en el sentido de que es la primera vez que vengo a Bahía Blanca y para cerrar la gira. Pero él, además, se despide de la obra y yo ya lo estoy extrañando", comentó Lobo acerca de quien fuera, durante un año, su maestro.
"Este es un fin de semana emocionante. Hacer Ella en mi cabeza con él y con Juan Leyrado fue, laboralmente, lo mejor que me ha pasado. Y va a resultar interesante que para la temporada de verano en Mar del Plata nos acompañe Darío Grandinetti, pero ocurre que Julio, además de una gran persona y buen compañero, es un hermano.
"Nunca me presionó el hecho de que él fuera mi maestro y así suelen ser los grandes actores: más generosos que otros que tienen actitud de `divos'. Pero esos se notan más en el medio televisivo y, cuando aparecen, los sorteo como puedo porque también son pruebas".
"Julio no es `un divo': él se ubica de igual a igual".