Bahía Blanca | Sabado, 28 de junio

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La infidelidad es una constante en la historia de la humanidad

Independientemente de la cantidad de visitas a terapeutas y sexólogos que la cuestión genere, para el doctor Juan Carlos Kusnetzoff, director del programa Sexología Clínica, división Urología del Hospital de Clínicas de Buenos Aires, la infidelidad está muy lejos de ser sólo una cuestión moderna.
La infidelidad es una constante en la historia de la humanidad . Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca


 Independientemente de la cantidad de visitas a terapeutas y sexólogos que la cuestión genere, para el doctor Juan Carlos Kusnetzoff, director del programa Sexología Clínica, división Urología del Hospital de Clínicas de Buenos Aires, la infidelidad está muy lejos de ser sólo una cuestión moderna.


 "La fidelidad y la infidelidad existen en cualquier parte del mundo, más allá de una época o circunstancia. Desde La Biblia, la historia de la humanidad está llena de este tipo de vicisitudes y sólo puede estudiarse desde el punto de vista sociológico o antropológico", define.


 Kusnetzoff explica que el ser humano, en la cultura occidental predominante, es monógamo por convención y que cualquier acto que esté en desacuerdo con ella es visto como una transgresión que en términos generales es llamada infidelidad.


 "Las personas estamos preparadas, o no, para ser monógamas. Eso depende de muchísimos factores, uno de los cuales (no el único) es que en los últimos 100 o 150 años, el ser humano vive más tiempo."


 "A principios del siglo XX, y de esto sólo hace un siglo, la persona vivía un promedio de 50 años, mientras que esa edad se ha estirado, por suerte, y la media se ha elevado a 70 u 80 años. Mucha gente, incluso supera los 80 años", prosigue.


 Respecto de esa prolongación, indica que ha generado muchos efectos desde el punto de vista biológico y sociológico. Por ejemplo, dice que una de las consecuencias es que el juramento que se efectúa cuando se contrae matrimonio, por el cual esta relación vincular es eterna --que ha tenido fuerte incidencia en el pasado--, se ha hecho muy difícil de sostener en los tiempos modernos y posmodernos.


 "No digo que vivir teniendo sólo una pareja a lo largo de toda la vida no sea corriente. Intento manifestar que el prolongamiento de la vida, con la calidad correspondiente, puede afectar a la supuesta fidelidad juramentada en acuerdo social de tiempos inmemoriales", redondea.

Más vida, menos fidelidad




 El paso del tiempo aportó, también, cambios en las convenciones sociales. Compara que, mientras en la época de las Cruzadas se combatió ferozmente a los infieles, ahora hay parejas o casamientos por segunda o tercera vez.


 "Esto es un signo muy claro de que la gente puede hoy, en la gran mayoría de los países del mundo occidental, separarse, divorciarse y poder recapturar una pareja corrientemente", sostiene.

Consecuencias de una aventura




 El profesional admite que, en algunos casos, y de acuerdo con su experiencia, una aventura ocasional aporta el beneficio de que el infiel consigue, terminado el affaire, centrarse más firmemente que antes en su matrimonio.


 "Este es un efecto beneficioso que se obtiene, a veces, al comparar a la persona con la que se mantuvo circunstancialmente el vínculo con la pareja que perdura, y uno siente que, aunque haya podido deslizarse hacia otros caminos, revaloriza al que ya transitaba antes", dice.


 Kusnetzoff remarca que no se trata de una regla general, ni de manera alguna recomendable en forma genérica.


 "Cada persona debe ser fiel a su estilo, manera de pensar, de sentir y a los valores que haya tenido y cultivado. Ser infiel no significa necesariamente que uno ha dejado de amar a su pareja. Que el amor es fidelidad también es un prejuicio que nos han introducido en el cerebro para la vida social con fuerte raigambre judeo-cristiana", señala.


 Detalla que, como la biología desconoce estas normas de índole social, aventuras ocasionales y situaciones que se presentan como deslices, a veces, terminan con los matrimonios ya constituidos.


 "Hay muchísimas variaciones en estas vicisitudes. Lo más importante es intentar tolerar algunas diferencias que se pueden manifestar respecto de los conceptos que uno puede tener, porque los valores de cada uno no son exactamente eternos e inmutables, sino, en la mayoría de los casos, circunstanciales y relativos", declara.


 Aunque se niega a dar recomendaciones argumentando no ser consejero, ni asesor sentimental, el médico rescata el saludable efecto del diálogo, al que define como la capacidad que nos caracteriza a los seres humanos, "una costumbre que debe primar por sobre todas las cosas, no sólo en la relación de pareja, sino también en el vínculo con los hijos, en su educación, en los intercambios que uno debe tener con los vecinos, etcétera".

Las "culpas" del e-mail




 "No me consta. En todo caso, ampliando el concepto, tenemos que decir algo de lo que dijimos antes: que la vida actual y la tecnología han favorecido en algunos aspectos numerosas aperturas que antes realmente no se tenían", afirma Kusnetzoff frente a quienes aseguran que los correos electrónicos y los mensajes de texto han favorecido el incremento de casos de infidelidad.


 "Hoy, con una computadora, podemos viajar por cualquier parte del mundo y conectarnos, ya sea por escrito o visualmente, con personas bastante alejadas de nuestra manera de vivir. Eso puede ser una de las tantas cosas que influyen en la infidelidad."


 Ejemplifica que hay algunas parejas que se han armado por chat y que luego se han consolidado, pero también otras que se han conocido de esa manera y el encuentro en carne y hueso les ha demostrado que no es lo mismo el conocimiento virtual que el real y concreto.

"El cosquilleo de la primavera es un invento"




 "No hay elemento fisiológico alguno que haga aumentar el deseo y la predisposición a entablar relaciones amorosas en la primavera o el verano", asevera Kusnetzoff al rechazar la consideración popular sobre ciertas estaciones del año que estimulan el inicio de las relaciones sentimentales.


 Explica que los seres humanos tenemos algo que técnicamente se llama homeostasis que determina que, tanto en el trópico como en la Antártida o el Artico, los parámetros internos se mantengan exactamente iguales.


 "Gracias a eso es la libertad que las personas tenemos de poder tomar contacto y adaptarnos adecuadamente en cada uno de los climas y en cada una de las épocas", agrega.


 Para este médico, el supuesto despertar de ciertas hormonas o mecanismos naturales a partir de la primavera son un invento periodístico. Tanto que cree que los jefes de Redacción buscan tener títulos "lo más llamativos posibles para poder capturar al lector".

Protagonista

* El doctor Juan Carlos Kutsnetzoff se recibió de médico en 1960, con diploma de honor,, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, y de médico psiquiatra, en 1968.
* Es asesor temporario de la Organización Panamericana de la Salud, en las áreas de Psicología de la Adolescencia, Sexología de la Adolescencia y de la Familia.
* Es autor de 11 libros sobre psicoanálisis, psicoterapia y sexología clínica, publicados casi todos ellos en castellano y portugués.
* Miembro de Número de la Academia Internacional de Sexología Médica, se ha desempeñado como profesor invitados en varios países.

Verónica Saeta/"La Nueva Provincia"