Bahía Blanca | Sabado, 28 de junio

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El señor semáforo

Por Hugo Bugarini.


 Inventiva del hombre. Artificio urbanístico con el propósito de evitar choques de vehículos en las esquinas. Detener la marcha de unos para que pasen otros, personas o coches. Se trata de un artefacto electrolumínico que a veces consigue su objetivo; otras no, porque su creador, el hombre, burla las indicaciones de su invento. Es que el ser humano, haciendo gala de su gran capacidad, lo puede todo, hace y deshace; puede prevenir y desprevenir, parar o no parar.




 El lenguaje de los códigos universalmente difundido e interpretado forma parte de un paradigma y, realmente, son procederes que nos permiten entendernos entre todos, independientemente del idioma, la raza, religión o color de piel. En este elemento de señalización, justamente, hay colores claves que indican algo entendible por todo el mundo: el rojo nos detiene, el verde nos concede y el amarillo nos advierte un cambios de órdenes.




 Así es la cosa de sencilla, pero, en la práctica, puede observarse que inventos, aun en buen funcionamiento, no logran los resultados esperados. Hay un dicho que expresa "el que puede lo más puede lo menos". Inventar es lo más, burlar la razón de ser del invento es lo menos. Somos capaces de crear instrumentos o herramientas para nuestra seguridad, pero éstas también pueden servir para nuestra muerte. El caso más elocuente lo constituyen las armas: ¡Y los semáforos!




 En Bahía, al igual que en tantas ciudades, este artefacto viene incrementando su tasa de nacimiento. ¿Está bien que así sea? Existe una ingeniería de tránsito, técnicos, estudios, casuísticas de riesgo, etc. Por lo cual se supone que cada aparición "semaforil" fue producto de una gestión preconcebida, intelectual e inteligentemente fundamentada. Sin embargo, me surge la duda si se tuvieron en cuenta otras alternativas tendientes a ordenar el tránsito, evitar demoras en el movimiento vehicular (lo que no quiere decir correr) y, sobre todo, evitar accidentes.




 Como resultado de la observación, al haber vivido en una ciudad de la provincia de Madrid, conocí otro método para evitar riesgos en el tránsito urbano y me dije: "Esto hay que copiarlo". Como decía un amigo mío, "las ideas no se matan, se copian". Claro, si no están patentadas, como en este ejemplo, no hay delito y vale como atención dar gracias por la idea.




 La ciudad a que hago referencia tiene unos 75 mil habitantes y no había semáforos (o muy pocos). Tiene una alta tasa de densidad automotor, como es común en el primer mundo, y todos muy modernos. Pero lo destacable es el uso de un sistema viejo para el control vehicular: las glorietas (rotondas). Este antiguo diseño de la ingeniería de caminos consigue hacer que un conductor se detenga; al menos, reduce la velocidad. Es un moderador. Debe hacer una maniobra de giro que lo obliga, porque corre el riesgo de terminar sobre la plazoleta en actitud imprudente y ridícula. Esta construcción, en alguna medida, actúa como chicana.




 No cabe duda de que este sistema es más barato que el artefacto lumínico, y ni hablar del costo de mantenimiento. Claro que no puede hacerse una rotonda en toda esquina, ya que necesita un espacio mínimo para giros. Pero, aparte del costo, tiene ventajas, porque no obliga a una detención brusca por cambio de luces, "parar en seco" aunque no venga nadie. El tiempo de espera es mínimo y útil. Dar lugar al que viene girando sobre la rotonda y el control peatonal se regula con las señalizaciones convencionales.




 En Bahía existen modelos similares, unos pocos, y dan resultado, pero en otros sitios que dan lugar para este método se instalaron costosos y confusos semáforos, con luces de giro, de larga espera y que confunden al peatón. No los enumero para no extender el escrito, pero es fácil detectarlos.




 Aquí termino. Mi intención no es hacer un informe técnico ni estoy capacitado. Sólo me limito a exponer lo visto y vivido, producto de ratos de esquinas observando el sistema.




 Semáforo: término de origen griego: sema significa señal y phoros, llevar. Significa que un semáforo "lleva señales".




 Hugo Bugarini es vecino de nuestra ciudad.