Polémica por la apertura de una disco gay en un pueblo
CORDOBA (NA) -- La localidad cordobesa de Las Mojarras, ubicada a ocho kilómetros de Villa María, es el típico paraje de tierra adentro: tiene apenas 50 habitantes, una escuela donde asisten unos 30 chicos, una capilla, un destacamiento policial, una garita de colectivos y apenas unas pocas casas.
Pero en los próximos días también tendrá una discoteca destinada al público homosexual, a menos que alguien pueda impedirlo.
Por lo pronto, lo que hay es una fuerte división y polémica entre los vecinos que apoyan la iniciativa y la Iglesia, que se opone de manera terminante.
Mientras que un grupo de residentes consideró al boliche gay como una inversión y fuente generadora de trabajo, el párroco de Las Mojarras, padre Gustavo Piva, se quejó ya que --según sostuvo-- "la cuestión es la homosexualidad", a la que consideró como "una enfermedad que conlleva una inmoralidad".
Ahora se instalará la disco, debido a que su dueño no encontraba tranquilidad en Villa María, donde las inspecciones a veces alcanzaban a ser cuatro por noche.
"No vinimos a Mojarras para hacer las cosas mal ni evadir leyes. Tendremos todas las medidas de seguridad", aclaró el propietario.
Ante la novedad, hubo habitantes del pueblo que se mostraron a favor de la instalación de la discoteca, la consideraron "una oportunidad" para Las Mojarras y no expresaron prejuicios sobre el público que pueda atraer.
Frente a ello, el sacerdote Gustavo Piva explicó que la instalación del nuevo boliche causaría malestar entre muchos otros vecinos.
Trascendencia. El juez de paz de Las Mojarras, Jorge Roberto Ricardo, indicó en declaraciones a radio Del Plata, de Buenos Aires, que la instalación del boliche gay "es un negocio como cualquier otro".
"Creo que a esto le han dado mucha trascendencia, porque es un lugar muy tranquilo. El párroco se opone fervientemente, y quizás no coincide con el resto. Se lo respeta, pero no se hará lo que él decida", explicó Ricardo.
El juez de paz recordó que el boliche estuvo abierto durante un año y medio en Villa María, y también era para el público homosexual, tanto masculino como femenino.
El dueño del local se mostró contrariado por esta actitud del sacerdote, y se quejó porque "están discriminando a los gays cuando están dentro de la iglesia, del municipio, de la ciudad".
"Todos estamos conviviendo. Si al gay se le cobran impuestos y patentes, ¿no tiene derecho a contar con un lugar de esparcimiento?", se preguntó el empresario, cuyo nombre no trascendió.
"Inclinación errada". "No puedo tomar como normal y natural la homosexualidad. Decir la verdad no es discriminar. Yo ayudé a gente que tiene esa inclinación errada en su vida y ha podido encauzar su vida", dijo el párroco del pueblo.