El hijo de Conditi aseguró que su padre sospechaba de Muñoz Avila
Leonardo Javier Conditi, hijo del ultimado dueño de la golosinería Ocean, reconoció ayer, al concluir la segunda audiencia del juicio oral y público, que su padre sospechaba de Pedro Bernardo Muñoz Avila, empleado de la empresa, primo político de la víctima y detenido como supuesto entregador del sangriento asalto.
Esa fue la novedad saliente de la segunda jornada del debate a cargo de los jueces Alejandro Salvador Cantaro, María Eloísa Errea de Watkins y Susana Amelia González La Riva Aristegui, del Tribunal Criminal Nº 2.
La audiencia continuará hoy, a las 9.30, con más prueba testimonial propuesta por el fiscal Eduardo d'Empaire (quien actúa conjuntamente con el fiscal Guillermo Petersen, instructor de la causa) y los defensores de los tres imputados.
Además de Muñoz Avila (asesorado por el doctor Daniel Weiman), están acusados del homicidio en ocasión de robo Leopoldo Daniel Alberto Balmaceda (cuyo defensor es el doctor Gustavo Barbieri) y Gabriel Alejandro Robein (asistido por el letrado Hugo Mario Sierra).
Conditi hijo declaró, poco después de mediodía, ante el público y el periodismo, pese a un intento en contrario presentado por el fiscal --alegando razones de intimidad y seguridad del testigo--y rechazado por el tribunal.
Dijo en principio que su padre administraba cinco negocios del mismo ramo y, a preguntas de una parte, enumeró a todos los empleados de la golosinería Ocean --escenario del crimen el 21 de abril de 2003--, entre ellos Muñoz Avila, quien cumplía funciones de repartidor y percibía un haber mensual que oscilaba entre 400 y 500 pesos.
Acerca de la relación familiar con ese imputado, Conditi aseguró que era "normal", aunque señaló que "no era muy fuerte".
Consultado acerca de supuestos comentarios de su padre respecto de la seguidilla de saqueos en el local, el hombre respondió que "podía haber algún problema por la forma de los robos, porque eran directos a determinada mercadería".
Detalló incluso que un par de sustracciones se consumaron días después de la llegada de una importante cantidad de productos.
Preguntado, en el mismo sentido, si su padre le había formulado alguna referencia especial sobre la persona de Muñoz Avila, el joven sostuvo: "Me comentó que, analizando su remuneración y el buen pasar y teniendo en cuenta que su esposa (empleada del Hospital Italiano Regional del Sur) no cobraba en tiempo y forma, llegó a sospechar".
Informó Conditi hijo que días antes del atraco se habían incrementado las ventas por la Semana Santa y que su padre habitualmente manejaba el dinero, de ingreso y egreso, en bolsas negras de la golosinería Din Don --también a su cargo--o blancas de la Cooperativa Obrera, a la vista de los trabajadores.
Al momento del ilícito, el ladrón que asesinó a Conditi le solicitó "la plata de la bolsa", cuando la misma se encontraba dentro del cajón de un escritorio, situación de la cual se desprendió la existencia de un entregador.
Otro relato. También prestó declaración Sergio Martín Correa, ex cuñado de Cristian Pérez, quien estuviera bajo sospecha en un primer momento y después se convirtiera en testigo clave de los investigadores.
Confirmó que en la época del hecho vivía en Mendoza 2070 y que para ese entonces vino su hermana --fallecida el año pasado en un accidente--junto con Pérez desde Río Negro, donde éste supuestamente trabajaba.
Dijo que Robein, a quien sólo conocía, en esa oportunidad fue a buscar "a Cristian" a su casa y le pareció que eran amigos.
Respecto del día del homicidio, admitió que en su casa vio a una chica que no conocía y que esa misma tarde fue a declarar a la DDI, porque, supuestamente, buscaban a Pérez "por el auto de Gabriel", en referencia a Robein.
En cuanto a Aníbal "Tito" General, también sospechado en principio y devenido en testigo de valor, reconoció que era amigo de Pérez y que andaban todos juntos, incluyendo en esa nómina a Robein.
Preguntado sobre el paradero actual de Pérez --al igual que General, hasta ahora no pudo ser localizado para el debate, pese a insistentes búsquedas--, Correa aseguró que lo desconoce y que virtualmente desapareció después del accidente que tuvo por víctima moral a su hermana Silvana, a fines de noviembre último.
Testigos de la fuga. Al principio de la audiencia de la víspera prestaron declaración tres testigos que alcanzaron a observar la fuga de los asaltantes de la distribuidora aquella fatídica mañana, aunque ninguno aportó datos de relevancia para aclarar el caso.
En principio se escuchó la versión de Diego Néstor Gómez, quien mantenía trato comercial con la golosinería y el 21 de abril de 2003 estacionaba su auto a unos 20 metros del lugar, segundos después de consumado el atraco.
"Veo que sale uno caminando ligero y otros dos corriendo, uno de ellos, de campera celeste, llevaba como una bolsa contra su cuerpo, aunque no pude identificar a ninguno porque los vi de costado", relató.
Al advertir las consecuencias del robo, por la salida del negocio de distintos empleados y los gritos para que los persiguieran, Gómez, sin descender de su vehículo, giró el coche a contramano por Brandsen, tomó Lamadrid y, por General Paz, llegó hasta Corrientes, aunque no pudo seguir la huida de los sospechosos, ya que desconocía datos concretos del coche en que se movilizaban.
Posteriormente declararon Marcos Wilfredo Albornoz y Rodolfo Pablo Castiñeira, quienes aquel día trabajaban en la colocación de baldosas frente a una panadería ubicada en la calle Lamadrid, a corta distancia de donde había sido estacionado el rodado en el cual huyeron los delincuentes.
Albornoz confirmó que se trataba de un Renault 18 celeste metalizado, con vidrios polarizados --tal como el que se secuestró en la propiedad de Gabriel Robein-- y aseguró que no pudo ver a su conductor, por las características de los cristales.
"De repente vinieron tres personas que subieron y se fueron, y atrás venían gritándole 'parenló'", indicó.
Castiñeira comentó que al auto le faltaba el vidrio de una óptica, tal como hallaron a la unidad incautada y mencionó que los tres asaltantes llegaron corriendo y subieron al asiento trasero del Renault.
"En el momento creo que dije que la patente era '789'", manifestó, de manera coincidente con el número de dominio del vehículo hallado en el barrio Los Chañares.
El largo camino de la investigación
La declaración más extensa de la víspera correspondió al teniente primero de policía Gustavo Adrián Berdini, de la DDI local, quien relató cómo fue la marcha de la investigación y de qué manera llegaron al supuesto esclarecimiento del caso.
Dijo que en principio se presentaron en el lugar del crimen, para recabar los primeros datos, y de allí surgió que la fuga de los malvivientes se había producido en un Renault 18 celeste o gris metalizado.
Después hubo un llamado que daba cuenta de un coche similar en la zona del Bajo Rondeau, ocupado aparentemente por "Tito" General --con antecedentes--y otras tres personas.
La pesquisa tomó rumbo hacia ese sector y allí, a partir de consultas vecinales, que denominó "timbre por timbre", surgieron otros nombres, como el de "Gabriel", en presunta referencia a Robein, y de "Cristian Pérez".
Otra comunicación telefónica permitió establecer el dominio del rodado --hasta ese momento se conocían sólo los tres números de la chapa--y de esa manera lograron secuestrar el coche en una vivienda del barrio Los Chañares, donde vive el padre de Robein.
"Coincidía el color y tenía la óptica rota, como dijeron los testigos. Estaba limpio y se encontraba en el fondo, como escondido, para que no se viera del frente", agregó.
Coronel y Pérez, enterados de que estaban bajo sospecha, se presentaron en la DDI a prestar declaración y ambos aseguraron que fue Balmaceda quien les había ofrecido tomar parte en el robo, pero que ambos se negaron.
Pérez, según declaró en la causa y también recordó Berdini, le habría advertido al ahora detenido que "era una locura" cometer el ilícito, mientras que General rechazó la oferta porque como "entregador" había un familiar de la víctima y esa situación generaba riesgos.
Los dos testigos también coincidieron en declarar que Balmaceda había realizado un llamado desde un teléfono semipúblico ubicado frente al quiosco de Río Atuel al 1100 dirigido a un empleado de la golosinería y esa circunstancia fue acreditada mediante los listados de la empresa de telefonía.
De esa nómina surgió el nombre de Muñoz Avila, quien recibió la comunicación la noche previa al fin de semana largo de Semana Santa, es decir unos días antes del cruento atraco, según explicó el policía.
A partir de otras averiguaciones, continuó, se pudo establecer que Balmaceda y Muñoz Avila se habrían conocido en un quiosco de Río Atuel al 900, que el ex empleado de Conditi abastecía como repartidor de Ocean.
Berdini también aclaró que Milton Bravo, hijo del dueño de ese comercio y también propuesto como testigo para el debate, recibió una llamada de Muñoz Avila después del homicidio, en la cual le hacía saber de su temor ante la posibilidad de que Balmaceda "hablara".
El hombre de la DDI explicó que supuestamente con Balmaceda y Robein habrían actuado en el atraco dos sujetos oriundos del Gran Buenos Aires, identificados sólo como "Pedro" y "Tito".
"'Pedro' existe, pero 'Tito' no lo sabemos, aunque no son Pérez ni 'Tito' General. 'Pedro' se hacía llamar en nuestra ciudad Pedro Cabrera, aunque no sabemos si ese es su nombre real", declaró el testigo.
En ese sentido, aclaró que en otra oportunidad, en Bahía Blanca, Cabrera se escapó de la policía en medio de un operativo, cuando había sido detenido en la vía pública con una camioneta con irregularidades y, según trascendidos, se lo vinculaba con la banda del "Gordo" Valor y de "La Garza" Sosa.
Dijo el teniente que supieron que se trataba de la misma persona porque el padre de "Tito" General recordó ese antecedente cuando lo consultó la policía.
Preguntado por el doctor Cantaro por qué focalizaron la investigación en los detenidos y dejaron de lado la línea de General y Pérez, el testigo respondió que sus testimonios "fueron veraces y creíbles" y, además, se correspondieron con otras constancias procesales.
Volviendo a la relación de Muñoz Avila con los ladrones, Berdini sostuvo que en oportunidad de un allanamiento en su casa del barrio Luz y Fuerza, se secuestró una agenda donde figuraba un celular que, invirtiendo los dos últimos números, pertenecía al de la madre de Balmaceda.
Agregó que estimaba que a su lado, incluso, figuraba el citado apellido, aunque esa versión recibió la respuesta espontánea de Muñoz Avila, quien dijo que "eso es mentira".
En esas circunstancias el tribunal pasó a un cuarto intermedio para localizar la agenda entre los efectos secuestrados, aunque Berdini no pudo ratificar sus dichos y manifestó no recordar --atento al tiempo transcurrido-- cuál era el número.
También afirmó Berdini que "Tito" General declaró que, después del homicidio, todos los autores del hecho, a excepción de Balmaceda, se "aguantaron" en su casa de Mallea 24.