Ahora, Scilingo habló de la ESMA
BUENOS AIRES y MADRID (DyN, Télam, EFE y Reuters) -- El ex oficial naval Adolfo Scilingo admitió ayer la existencia de detenidos en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), aunque negó que esa operatoria haya sido clandestina sino que, por el contrario, estaba oficializada.
Al presentarse durante la tercera jornada del juicio oral que se le sigue en España por violaciones a los derechos humanos durante la lucha antiguerrillera de los '70, el ex capitán de corbeta dijo no tener constancias de que en esas instalaciones, hoy convertidas en un "museo de la memoria", se haya torturado.
"Cuando estuve en la ESMA no podía conocer lo que hacían los `grupos de tareas', pero creo que estas actividades no pueden ser secretas porque se hacían dentro de la estructura militar", indicó.
"En la Armada uno cree y debe seguir ciegamente lo que dice su superior", redondeó y aclaró que el Código Militar exime de responsabilidades a la obediencia debida.
Scilingo reveló que decidió inculparse en episodios de la guerra antisubversiva, que después negó, para tomar revancha del entonces jefe de la Marina, almirante Emilio Massera, quien, según él, había ordenado detener a una hermana suya.
Con voz en ocasiones entrecortada y casi al borde del llanto, relató que la razón de imputarse ante la justicia y los medios de comunicación fue el pedido de arresto para María Adela Scilingo, también llamada Maia, catalogada por los servicios de informaciones del Estado como insurgente de izquierda.
Explicó que en 1973, cuando estaba destinado en un buque de la Armada, un militar le informó que existían indicios en cuanto a que la joven --de unos 23-24 años y docente de profesión-- andaba en "cosas raras y con gente no recomendable"; según comentó, empero, Maia trabajaba en un grupo católico que ayudaba a los carecientes.
No fue hasta noviembre de 1977 --ya en la ESMA--, cuando Enrique John, que pertenecía a las formaciones dedicadas al combate contra la sedición, le dijo que habían ordenado detener a su hermana por su supuesta implicancia con la guerrilla.
Scilingo relató que Maia consiguió huir gracias a que él avisó a su madre, pero indicó que, durante mucho tiempo, vivió como "una judía en un régimen nazi". Aseguró, además, que en esa época creyó en la Armada y que pensó que su hermana era una terrorista.
En la huida, a la joven le detectaron, según narró, un cáncer de pecho que le causó la muerte en 1994 y mostró su pesar por no haberla ayudado. "Ella no murió en la ESMA, pero podía haber muerto allí", aseguró.
El ex marino consignó que con sus declaraciones quiere que se investigue lo sucedido con cada uno de los desaparecidos.
"La Armada Argentina sigue escondiendo todo y el comandante, Jorge Godoy, trata a la institución como un partido político", remarcó e insistió que la información brindada al juez Baltasar Garzón durante la instrucción de la causa por la que ahora es sometido a juicio oral era falsa en lo referido a su persona.
Aclaró sin embargo, que el resto no, aunque muchos datos fueron extraídos del libro Nunca Más y de charlas con periodistas.
--¿Usted torturó?, quiso saber el abogado José Luis Galán, de la acusación popular.
--Yo soy electricista, ¿qué tenía que ver yo con eso?
A la vez, Scilingo enfatizó que el cuñado del actual embajador argentino en España, Carlos Bettini, fue arrojado consciente al Río de la Plata en uno de los "vuelos de la muerte", aunque negó haber participado en esos hechos.
Agregó que conoció a la víctima, Jorge Devoto, en la escuela naval, donde se hicieron amigos, y que incluso él asistió a su boda, en la ciudad de Bahía Blanca.
"Supe por el actual jefe de la Armada (Godoy) que Devoto fue al edificio Libertad a preguntar por su suegro, lo detuvieron y después lo arrojaron vivo al Río de la Plata", memoró.
Por la mañana, Scilingo había vuelto a negar una y otra vez su responsabilidad en dos de los llamados "vuelos de la muerte", en los que, supuestamente, se lanzó al mar a 27 detenidos vivos. "Dije 27 porque es el día que me casé, para acordarme", puntualizó.
El ex militar, de 58 años, manifestó que sus conceptos son fácilmente demostrables, a través de las pruebas y de los testigos. El juicio sigue hoy.