Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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La moda playera se consolida con líneas sencillas y curiosas contradicciones

Sensibles, divertidos y contradictorios cambios muestra la moda playera que este año está haciendo punta en este balneario, sobre todo a partir de la incorporación de interesantes modificaciones en los trajes de baño femeninos y la renovada irrupción de anteojos para sol, minifaldas y viseras. Si nos referimos a las mallas femeninas, esta temporada parece haber dos consignas contrapuestas: por un lado, el objetivo sigue siendo dejar la mayor cantidad posible de piel al descubierto para broncearse sin marcas; por el otro, un nada desdeñable éxito está teniendo la prenda conocida como trikini.
Para las chicas, no todo pasa por los trajes de baño. (Adrián Fortunati-LNP)


 Sensibles, divertidos y contradictorios cambios muestra la moda playera que este año está haciendo punta en este balneario, sobre todo a partir de la incorporación de interesantes modificaciones en los trajes de baño femeninos y la renovada irrupción de anteojos para sol, minifaldas y viseras.


 Si nos referimos a las mallas femeninas, esta temporada parece haber dos consignas contrapuestas: por un lado, el objetivo sigue siendo dejar la mayor cantidad posible de piel al descubierto para broncearse sin marcas; por el otro, un nada desdeñable éxito está teniendo la prenda conocida como trikini.


 La última palabra del párrafo anterior quizá lo haya sumido en cierta confusión. Es lógico: el prefijo "tri" indica la presencia de tres piezas o partes, mientras que el resto de esta suerte de neologismo evoca el vocablo bikini. ¿Hablamos entonces de un bikini de tres piezas? En efecto.


 La trikini es idéntica a una bikini, salvo por el hecho de que las partes superior e inferior del traje de baño están unidas por un corte de tela --usualmente de forma triangular-- que se extiende desde la base del corpiño hasta la cadera.


 No pocas mujeres se están animando a usar esta prenda, la cual resulta muy sexy a los ojos masculinos pero plantea un pequeño problema: no permite un bronceado parejo en la región abdominal. De esta forma, si se usa durante varias jornadas soleadas, sobre la panza se forma un contrastante triángulo blanco. ¿La solución? Usar la trikini día por medio, y complementarla con una buena prenda de dos piezas.


 Por este simple detalle, la bikini aún sigue siendo la reina de las playas montehermoseñas. ¿Las más usadas? Las que tienen corpiños con forma de triángulos --nada de tazas, aros, push up ni nada de eso--, ya sea con breteles finos que se abrochan en la espalda o con tiras anchas (de 2 a 3 centímetros) que se atan detrás del cuello.


 Si hablamos de colores, lo que se impone es la simpleza: los fuertes, lisos y llamativos siguen siendo los que mandan (rojo, lila, rosa, azul, verde, turquesa, naranja y demás), aunque también se han visto atractivas combinaciones blanco-negro.


 En la mayoría de los casos, las bikinis tienen uno o dos colores, aunque todavía hay lugar para algunos estampados de flores y rayas (siempre y cuando sean finas y de colores azul, celeste, blanco, verde, negro y sus combinaciones).


 También siguen teniendo buena aceptación los motivos bordados --sobre todo delicadas flores-- en corpiños de color blanco, rojo o rosa, en su mayoría. Lo mismo ocurre con los corpiños de tipo bandeau (sin breteles), aunque cada vez son menos usados porque, si bien son interesantes a la hora del bronceado, resultan muy incómodos si no se goza de una perfecta firmeza y turgencia.


 En cuanto a las texturas, la lycra sigue mandando. Ya no hay lugar para las brillantes prendas de lurex, todo un éxito durante el verano 2001-2002.


 ¿Y qué es lo que no va más? Sin ningún tipo de dudas, las mallas con motivos símil piel de reptil o leopardo, y mucho menos el degradee de tonos o el uso de tornasolados (que cambiaban de color según el reflejo del sol).


 También quedaron en el olvido los corpiños hechos con una doble tela superpuesta (la más superficial, calada con diminutos rombos, a fin de dar más volumen a la prenda), como tampoco las prendas superiores con terminaciones en forma de volado (efecto surfilado) o bien con su superficie completamente cubierta con ellos.


 ¿Y la pieza inferior de la bikini? La premisa sigue siendo la comodidad antes que la sensualidad pero, a diferencia de otras temporadas, este año hay una interesante novedad: el culote. Es una pieza audaz y muy sexy, de tiro alto (en relación con la tradicional prenda inferior de la bikini). Es especial para las mujeres de curvas interesantes pero muy armónicas, ya que contornea caderas como pocas prendas lo hacen.


 ¿Microbikinis? Hay poco y nada; sólo se le animan las más jóvenes y audaces.


 En cuanto a las mallas enteras, están lejos de pasar a retiro, ya que los fabricantes siguen experimentando y creando nuevos modelos. Para ellas, la premisa es la misma que está vigente para las bikinis: nada de excentricidad; sólo simpleza y comodidad. Teniendo esto en cuenta, el corte de la prenda, la calidad de las telas y el estilo del fabricante pasan a ser factores fundamentales.


 Predominan los colores lisos y fuertes, aunque también las piezas con ribetes, breteles y pequeños apliques en contratono, o delicados bordados. Definitivamente sepultadas en el pasado han quedado las texturas tipo símil reptil, las transparencias, el degradee de colores o la incorporación de toques brillantes.


 ¿Precios? En mallas de dos piezas, hay que partir de 20 pesos en adelante. En las de una pieza o trikinis, de 35.

Ellos




 Si hablamos de la moda masculina, se vive la misma contradicción que en el caso de las mujeres: por un lado, se intenta mostrar más; por el otro, cada vez más piel queda cubierta.


 Esta curiosidad está íntimamente ligada a la malla que alguna vez se denominó "surfera", la que ha terminado por imponerse, casi en forma absoluta, entre los hombres gracias a su enorme diversidad de colores, formas y modelos.


 Este tipo de prenda no admite elásticos en la cadera, sino uno o más cordones, bien visibles. El velcro y los botones tipo clip también corren.


 La franja de tela que ciñe la cadera tiene de 5 a 8 centímetros de ancho, y es allí, en ese sector de la prenda, donde reside la contradicción que señalábamos al principio, ya que la cadera nace lo más abajo que permite el buen gusto.


 De esta forma, se pueden lucir en todo su esplendor los abdominales trabajados a lo largo del año, en el gimnasio, y también, en algunos casos, incurrir en la infantil trasgresión de mostrar la ropa interior (estos modelos no vienen con malla interior, por lo que obligan a usar calzoncillos).


 Lo raro es que, mientras más se baja el alto de cadera y más piel se muestra sobre la parte superior de la prenda, menos se muestra debajo, ya que el largo de pierna es cada vez más extenso.


 La característica principal de este tipo de malla siempre fue el largo, ya que, a diferencia de las antiguas prendas, llega como mínimo hasta la parte superior de la rodilla. Sin embargo, los modelos más audaces que pueden observarse este año llegan hasta 10 centímetros más abajo que la parte inferior de la rodilla. En fin...


 Como ya se dijo, los colores y motivos son interminables. Sin embargo, las telas más utilizadas son lisas y de color azul, rojo, negro y verdes oscuros (no hay preferencias marcadas entre los colores fríos y los cálidos). Este verano, han ganado un importante lugar los colores amarillo y naranja.


 Las texturas floreadas en distintos colores, que al principio sólo se utilizaban para los detalles (anchas franjas de tela sobre el exterior de los muslos y sobre la zona de la pelvis) y que luego se extendieron a toda la pieza, ahora están en franca extinción.


 Una característica propia de toda la moda "surfer" es la incorporación de sutiles detalles, como retazos de neoprene (tela gomosa con la que se fabrican los trajes para surfear) en la parte de la cintura.


 Algo muy común, también, es que las costuras simples estén remarcadas por un pequeño doblez de tela a contratono, generalmente blanco en las mallas oscuras y negro en las más claras.


 En cuanto a texturas, son de materiales livianos. La más utilizada es la denominada "microfibra peach" (durazno), que se llama así porque, al contacto con la mano, es similar a una gamuza (mucho más delgada, por supuesto). Es un material muy suave que, entre otras particularidades, tiene mucha caída, calce perfecto y se seca muy rápido. El velcro es lo más utilizado como cierre de bolsillos.


 Los precios varían entre 20 y 65 pesos.


 ¿Otros modelos de malla en auge? Quizá los clásicos, de marca reconocida, ya que nunca pasan de moda. Sin embargo, ni piense en un instante en los motivos cuadrillé... están más extintos que los dinosaurios.

Los accesorios




 Las principales novedades entre los accesorios que no forman parte del traje de baño son, este año, las minifaldas con tablas, las viseras y --cuando no-- los anteojos para sol.


 Las primeras son realmente lo más novedoso de este verano, y confieren a quienes las usan una onda muy similar a la que han impuesto las chicas que suelen aparecer en los videos del grupo Babasónicos.


 ¿En qué consisten estas minifaldas tableadas? Simplemente, se trata de una faja de tela de 8 a 10 centímetros de ancho bien ceñida a la parte más baja de la cadera, rematada por un corto retazo de tela con 8 o más tablas anchas (de 7 centímetros o más). El tableado le da a la prenda un movimiento que a más de un varón deja con la boca abierta.


 Los cortes son simples, sin bordados, calados ni nada que se le parezca. ¿Texturas? Vale todo: desde telas blancas y livianas hasta tela de jean azul oscuro.


 Si hablamos de anteojos para sol --el otro gran accesorio playero por excelencia--, las principales premisas de este año son tres: por un lado, mientras más grande, mejor; en segundo lugar, bienvenidos sean los marcos y patillas en colores claros, en abierto contraste con el color de los cristales; por último, las líneas rectas ya no son tan indeseables como dos o tres años atrás.


 Superada definitivamente la etapa de los cristales con pequeñas incrustaciones brillantes, ahora lo que se impone son dos tipos básicos de anteojos: los redondeados y enormes (5 a 7 centímetros de diámetro cada lente), con cristales muy oscuros y de marco negro; y los de marcos y patillas gruesas en color claro, líneas rectas con leves ondulaciones en los vértices y cristales oscuros.


 Los primeros son muy usados por las mujeres; los segundos, por los hombres.


 Otra línea que se mantiene en auge es la de los anteojos denominados "de aviador", similares a los que este año hicieron famoso al personaje de Fabián Vena en la serie televisiva "Mosca y Smith en el Once". Por supuesto que tampoco han dejado de tener absoluta vigencia los anteojos de la denominada línea "surfer", amplios y de formas abombadas, redondeadas y oblicuas, que se adaptan a la perfección al volumen de los distintos rostros.


 Estas dos últimas líneas son las que mejor admiten el uso de cristales de color azul (el más usado, después del negro), amarillo, violeta y demás.


 En cuanto a las viseras, no hay mucho que agregar. Se trata de una simple franja de tela que supone una protección contra la acción directa de los rayos solares sobre la cara, sujeta a la cabeza por una vincha elástica de 4-5 centímetros de ancho.


 ¿Valores? Si hablamos de las minifaldas tableadas, partimos de 12 pesos hacia arriba; anteojos de buena calidad, desde 75 pesos; viseras, desde 8 pesos.


 En cuanto a los accesorios que ya no van más, podemos mencionar que están en franca retirada los pareos largos o los cortos calados, los tejidos de hilo al croché y las minifaldas de lycra que se compraban con la misma malla.


 También parecen haberse retirado por completo de estas playas los shorts para mujeres hechos con los mismos modelos y texturas que las mallas de varones, pero más cortos y ajustados. Ni hablar de los pantalones "pescadores", en especial los de color blanco, de telas livianas.


 Si hablamos de los varones, las remeras sin mangas siguen en pleno auge. Eso sí: de colores lisos, sin estridencias (a lo sumo algún pequeño detalle) y bien ceñidas al cuerpo.


 Como sucede desde hace dos o tres veranos, lo mejor es nada de cadenitas, tobilleras o cosas por el estilo.


 ¿En los pies? Siguen usándose ojotas, sobre todo las que son bien chatitas y colores bien fuertes.

Lo que se viene

* Charlas: el biólogo Aníbal Seleme, especialista en biología del comportamiento y bioética, presenta hoy su conferencia "Nosotros y los otros", en el marco del ciclo de charlas gratuitas "Leer es Verano", de la Biblioteca Popular Monte Hermoso.






 Con algunos toques de humor, el científico reflexionará junto al público sobre las difíciles relaciones que se entablan entre los seres humanos, especialmente en algunos lugares de "convivencia forzada" como los lugares de veraneo.


 La charla comenzará a las 22, en el Centro de Convenciones.
* Noche romántica: en el Cine Monte se presentará hoy, a las 22, la cantante Estela Raval. Las entradas para disfrutar el show se pueden adquirir en el lugar y tienen un costo de 30 y 35 pesos.



 Mañana, en tanto, llegará al balneario César "Banana" Pueyrredón, con entradas a 20 y 25 pesos, desde las 22.


 El último artista anunciado es José Larralde, aunque todavía no fue confirmado el día y la hora de su actuación.
* Teatro: el Evento Living que se lleva a cabo en el Complejo del Sol tendrá en cartelera, mañana a las 21, la obra Adorarte, interpretada por el Teatro Poquelín.
* Tango: Todos los martes, miércoles y jueves, a las 22, en Dufaur 23, se presenta un show de tango a cargo de Víctor Alarcón y Walter Chávez.
* Espectáculos gratuitos: El anfiteatro Charadía, de la peatonal Dorrego, ofrece, diariamente, espectáculos gratuitos.





 La actividad comienza a las 20, cuando se produce la presentación, en forma rotativa, de los circos Garibaldi y Pipistrela. El que no inicia la jornada actúa de 24 a 1.


 De 22 a 23 llega el turno de Maese Punch, un grupo de títeres montehermoseño, para, una hora más tarde, darle paso al grupo humorístico Rodo y Zacarías.


 En todos los casos, la entrada es libre y gratuita.

Juan Ignacio Schwerdt/Enviado especial