Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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Estación de vía muerta

"Estación vieja y deshecha que fuiste todo alegría / cuando era una romería en los tiempos de cosecha"... Nada mejor que releer las estrofas de "Estación de vía muerta", escritas por el recordado poeta Luis Domingo Berho --e interpretada, entre otros, por Alberto Merlo-- para conocer el presente de este pequeño paraje que terminó, como tantos otros de la región, sumido en el olvido.
Estación de vía muerta. Aplausos. La Nueva. Bahía Blanca


 FARO -- "Estación vieja y deshecha que fuiste todo alegría / cuando era una romería en los tiempos de cosecha"...


 Nada mejor que releer las estrofas de "Estación de vía muerta", escritas por el recordado poeta Luis Domingo Berho --e interpretada, entre otros, por Alberto Merlo-- para conocer el presente de este pequeño paraje que terminó, como tantos otros de la región, sumido en el olvido.


 Atrás quedaron las épocas en que Faro era puro movimiento, con sus cerca de 600 pobladores (en épocas de más trabajo), su ferrocarril en plena actividad, hotel, restaurante, cooperativa, taller mecánico y de calzado, comisaría y hasta una telefónica.


 Fue entre 1965 y 1970 cuando la estación comenzó a quedar reducida, sin prisa y sin pausa, hasta llegar, casi, a la nada. Lo que es hoy.


 La inhabilitación del ferrocarril fue, sin dudas, el punto de partida, puesto que buena parte de sus empleados dependía del paso del tren, en la línea que unía Coronel Dorrego con Necochea.


 Más tarde, las magras cosechas y la baja rentabilidad de la agricultura y la ganadería favorecieron el alejamiento de muchos encargados y peones rurales, que ya no encontraron trabajo ni horizontes de progreso.


 "...Hoy parece que te pecha el mancarrón del olvido / Quién sabe dónde se han ido bolseros y capataces, hombres fuertes y capaces que p'a siempre se han perdido..."


 Sólo 20 personas le dan vida al lugar. Claro, además de los chicos que asisten al jardín y a la Escuela Nº 13 Mariano Moreno. Ambos establecimientos cuentan, mayoritariamente, con una matrícula proveniente de la zona rural.


 El Club Atlético Faro, una de las instituciones más emblemáticas --y con un salón capaz de albergar a ¡400 personas!-- luce limpio y bien cuidado. Pero ya no tiene ni comisión directiva. Son los vecinos quienes, voluntariamente, se ofrecen a mantenerlo en condiciones.


 "¿Si me da pena ver lo que quedó? ¡Claro! Este lugar era puro movimiento, pero murió cuando levantaron las vías...", define Aníbal Fernández, nativo de la zona, ex almacenero y actualmente a cargo de la balanza pública.


 Su señora, Amalia Avendaño, reconoce que la vida aquí es, además de tranquila "como agua de estanque", muy similar a la del campo.


 "No hay diferencias. Aquí no quedó ni un comercio", acota.


 Aníbal y Amalia todavía recuerdan cuando el almacén que atendían tenía su clientela fija.


 Justamente la deserción llevó a bajar las persianas. Hoy, de ese lugar oscuro y sombrío, sólo quedan viejas balanzas y mostradores.


 Sin embargo, lo que más le angustia a este matrimonio, dorreguense de pura cepa, es la destrucción y el abandono que presentan el propio edificio del ferrocarril y las casitas aledañas.


 "Es un error", enfatiza Amalia y dispara: "Las ordenanzas municipales prohiben la demolición de construcciones, pero acá parece que cada cual hace lo que quiere".


 En parte, la mujer se refiere a la progresiva sustracción de la campana de la estación, el telégrafo y hasta sus pisos y aberturas.


 De todos modos, quienes aquí viven están exentos de otro tipo de delitos. Sólo muy ocasionalmente Faro es "visitado" por algún "ladrón de gallinas".


 "...Ya no hay muchachas bonitas paseando por el andén / que iban a esperar el tren en las lindas tardecitas / Contra tus vías limpitas no se estrella el sol radiante / y en esa quietud constante de las ruinas que allí quedan, ya ni se mueve la rueda de tu molino gigante"...


 El rostro de Amalia se ilumina cuando observa a la escuelita. No es para menos: se considera --y autodefine-- como "la abuela" de todos los niños.


 El próximo 24 de junio, precisamente, el colegio celebrará 80 años, con la presencia de una gran cantidad de personas, entre ellas, exalumnos, docentes, vecinos y niños.


 Su fachada y sus aulas --curiosamente con varios alumnos-- demuestran la labor de los padres y de la propia cooperadora.


 Maestra de EGB, además de exalumna, Viviana Re tiene a su cargo un total de 17 chicos de distintos niveles.


 "¿Cómo es el trabajo? Difícil, pero hermosísimo...", advierte y cuenta que para una mejor organización, trabaja con tarjetas.


 "Los chicos de campo son más inocentes y eso hay que rescatarlo. Hay situaciones que se viven en las ciudades que aquí, por ahora, no las padecemos tanto. Todo se comparte y formamos una gran familia", compara.


 Tanto Viviana como Natalia Pérez --maestra del SEIM-- vienen de Dorrego todos los días. Para eso, se turnan con los vehículos. Es que el estado de los caminos vecinales constituye, además, todo un tema.


 Sin embargo, ambas coinciden en señalar que esta experiencia no la cambian por nada.


 "Claro que sin ayuda de los papás todo esto no lo hubiésemos logrado", asegura Natalia y sostiene: "La comunidad se ocupa de verdad".


 
El lugar que inspiró a un poeta



 Además de poseer un gran talento, capaz de observar y componer vivencias de la saga rural, Luis Domingo Berho era un trabajador golondrina que durante algunos años se desempeñó como bolsero en la Estación Faro.


 "Fue, por sobre todas las cosas, un modesto trabajador del campo e hijo de su mismo esfuerzo, a quien nada le fue regalado. Sobresalió por su talento", comentan en estos pagos.


 El periodista y escritor Rubén Benítez, en una publicación de "La Nueva Provincia" del 27 de enero de 2000 menciona: "Por un lado sus poemas, nostálgicos, exaltativos o laudatorios se alejan de las connotaciones definitorias de la literatura gauchesca. Están casi siempre más cerca de la pintura que de la narración. Unidos, forman un extenso y completo fresco de aquella laboriosa colonización pampeana, de sus herramientas, sus costumbres, sus alegrías, sus tristezas, sus pobladores, y elentorno que la caracterizó".

Enfoque

Una luz que aún perdura






 ¿Cómo luchar contra el olvido?


 ¿Cómo evitar que estos sitios inhóspitos no queden a merced de una globalización que cada día avanza más?


 Ya ni las vías quedan en este rincón del pueblo dorreguense, que años atrás florecía con sus vagones que iban o venían cargados con trigo o con pasajeros...


 Ni el telégrafo ni la campana resuenan en la vieja estación devenida casi en escombros.


 Hoy, sólo el zumbido del viento y el canto de los pájaros son testigos y protagonistas de este paraje convertido, caprichosamente, en campo abierto.


 Cuántos añoran aquellos tiempos de cosecha, de encuentros en sus calles pobladas, del hotel y sus visitantes...


 Cuántos quisieran volver a contemplar el tren que detenía su marcha, alegre y cargado de bullicio...


 Hoy sólo quedan los recuerdos de unos pocos: de quienes aún eligen esta tierra y la seguirán cuidando hasta la partida del último habitante.


 Sencillamente, porque hasta que ello no ocurra, ese Faro seguirá encendido...

Cecilia Corradetti/Enviada especial

Ubicación






 * Faro está situado en la zona sureste del distrito.


 * Está situado a 23 kilómetros de Coronel Dorrego (15 kilómetros por camino de tierra y 8 pavimentados por la ruta Nacional 3).


 * Algunos habitantes e historiadores sostienen que su nombre se debe al Faro Recalada, ubicado a 33 kilómetros al sur, en el partido de Monte Hermoso. Otros, que debe su denominación al apellido de casada de la primera directora de la escuela.


 * La estación ferroviaria fue habilitada el 14 de diciembre de 1911.


 * Los primeros pobladores, vinculados al quehacer agropecuario, construyeron viviendas y motivaron la habilitación de algunos comercios.