Bahía Blanca | Domingo, 29 de junio

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Un pequeño mundo aparte

Hay que ver las cosas que Daniel Puccinelli tiene en el living de su casa en Rosendo López. Más de 10 muñecos de Papá Noel, tres arbolitos (el más alto de 2,40 metros), unas 20 cajas de música con melodías típicas, una pista de colección de patinaje sobre hielo y un objeto vedette: el marco general para toda esta ornamentación es una tela azul oscuro que semeja un cielo nocturno, con estrellas resaltadas por lucecitas, más una aldea pintada y una figura regordeta de barba blanca montada en su trineo.
Un pequeño mundo aparte Un pequeño mundo aparte
Muñecos de Papá Noel, carruseles y cajas de música, entre muchas otras cosas, colecciona Daniel Puccinelli. (Adrián Fortunati-LNP)


 Hay que ver las cosas que Daniel Puccinelli tiene en el living de su casa en Rosendo López. Más de 10 muñecos de Papá Noel, tres arbolitos (el más alto de 2,40 metros), unas 20 cajas de música con melodías típicas, una pista de colección de patinaje sobre hielo y un objeto vedette: el marco general para toda esta ornamentación es una tela azul oscuro que semeja un cielo nocturno, con estrellas resaltadas por lucecitas, más una aldea pintada y una figura regordeta de barba blanca montada en su trineo.


 Sin embargo, para Daniel hay dos objetos preferidos. El primero es una cajita musical antigua que compró hace unos 10 años, a poco de fallecer sus padres. No funcionaba, pero él la hizo andar. Y ese fue el punto de partida para este berretín.


 El segundo es el pesebre, que incluye una pequeña cascada. "Porque siempre lo armamos en familia, con mis hijos Carlos y Julieta, y mi mujer Silvina", explica.


 Religiosamente, el 8 de diciembre Daniel comienza con el trabajo y arrincona en otras partes de la casa la mesa del living, el aparador y cualquier otro obstáculo.


 Más de 40 objetos alusivos a la Navidad tiene en apenas 15 metros cuadrados. También hay carruseles musicales, xilofones, un pequeño circo y un Papá Noel automático, de unos 40 centímetros, que escribe en su escritorio de madera.


 Daniel cuenta que cada vez que viaja a otra ciudad, va a ver negocios donde pueda encontrar alguna novedad.


 "Esta es una fiesta que sentimos muy adentro, tanto mi familia como mis amigos. Y todo lo hacemos para contagiar esperanza y paz, en tiempos donde parece que ese espíritu se va perdiendo", dice este empleado de EDES, que invita a todos aquellos de buena fe a que lo acompañen a disfrutar ese pequeño mundo que ha montado en San Lorenzo al 2700.