Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

Vértigo en otra historia de traiciones

Ya ha sido dicho que está sucediendo un revival de filmes sobre estafas y timadores. Pues bien, esta película se suma al lote, pero no con ánimo de competir con las precedentes (Atrápame si puedes, Los tramposos y La gran estafa, que fue una remake), pues no posee el mismo nivel, sino más bien de aprovechar su publicidad.


 Ya ha sido dicho que está sucediendo un revival de filmes sobre estafas y timadores. Pues bien, esta película se suma al lote, pero no con ánimo de competir con las precedentes (Atrápame si puedes, Los tramposos y La gran estafa, que fue una remake), pues no posee el mismo nivel, sino más bien de aprovechar su publicidad.


 La estafa maestra también lo es, pero en este caso de una película de 1969, basada en un guión de Troy Kennedy Martin, dirigida por Peter Collinson, interpretada por Michael Caine, Noël Coward, Raf Vallone, Benny Hill y calificada de "policial humorístico", que se lanzó en nuestro país con el título de Faena a la italiana y en video apareció como Trabajo en Italia.


 La acción de aquella comedia policial tenía como epicentro a la ciudad de Turín. En esta nueva versión, en cambio, la trama se inicia en Venecia, pero el segmento mayor se desarrolla en Filadelfia y, fundamentalmente, en Hollywood.


 La banda del veterano John Bridger y su "cerebro" Charlie Crooker, planea robar 35 millones de dólares en lingotes de oro, depositados en una caja fuerte guardada en un palazzo de Venecia. ¿Por qué están allí y quién es su dueño?, carece de importancia. Lo cierto es que la operación resulta un éxito.


 Aunque los delincuentes son perseguidos a través de los canales venecianos --una secuencia espectacular--, se encuentran para celebrar sobre la nieve de Los Alpes y planificar los próximos pasos.


 Pero en la banda hay un traidor que, con otros cómplices, se lleva el botín a Estados Unidos. Es el conflicto dramático que determinará la evolución de la historia, porque Charlie y sus amigos no están dispuestos a perder semejante fortuna.


 En el nuevo operativo --que ocupa, insisto, la mayor parte del relato--, Charlie va a contar con la ayuda de Stella Bridger, la hija de John, que aprendió de su padre a violar cajas fuertes, aunque su tarea es legal porque trabaja para la Policía. Pero le interesa la propuesta pues ve la posibilidad de tomarse una revancha personal.


 El grupo está integrado por blancos y negros, y como ocurría en La gran estafa, cada uno de los miembros tiene una especialidad que lo hace imprescindible.


 El director dedica mucho tiempo a la preparación de la operación, porque la planificación debe ser rigurosa y, a su vez, adecuarse a los cambios, obligados por diversos contratiempos, que contribuyen a matizar la historia. Estas secuencias son las que más se identifica con el original, inclusive por la utilización de tres Mini Cooper que hacen verdaderas maravillas.


 La película no posee el sarcasmo de La gran estafa y tampoco la impronta narrativa que le impuso Soderbergh. Gray se detiene muy poco en la descripción de los personajes, a los que caracteriza con sólo algunos rasgos. Prefiere la acción, el vértigo, el suspenso, algunas frases tópicas al uso y una considerable cantidad de efectos visuales y sonoros, pero volcados todos al servicio de la historia.


 Obviamente la eficacia de este filme no radica en su verosimilitud --está lejos de ser creíble--, sino en el buen uso de esos recursos, el sentido del movimiento y la capacidad de generar sorpresas que logran mantener la tensión de la trama.


 Corresponde destacar las actuaciones de Whalberg, Seth Green y de la bella Charlize Theron. Edward Norton, en cambio, no parece sentirse cómodo en la piel del traidor.

Calificación: 7

Agustín Neifert/Especial para "La Nueva Provincia"