Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

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El legado monumental de Francisco Salamone

Quienes han tenido la suerte de recorrer distintos pueblos del interior de la provincia, descubriendo la obra de del ingeniero arquitecto Francisco Salamone, no han podido explicar claramente el sentimiento de ver esas torres increíbles, diseñadas como esculturas, plenas de escalones y entrantes, en juegos únicos y definidos.




 Quienes han tenido la suerte de recorrer distintos pueblos del interior de la provincia, descubriendo la obra de del ingeniero arquitecto Francisco Salamone, no han podido explicar claramente el sentimiento de ver esas torres increíbles, diseñadas como esculturas, plenas de escalones y entrantes, en juegos únicos y definidos.


 Y en edificios ajenos al estilo, como los mataderos y los fantásticos portales de los cementerios.


 Y todo de acuerdo con la inspiración casi anónima de la misma persona.


 Salamone nació en la región italiana de Catania en 1897, llegó con sus padres a la Argentina cuando apenas tenía dos años y con el tiempo se convirtió en ciudadano argentino.


 Lo que nunca se supo fue cómo aparece en sus obras el amor por lo monumental, Fue un secreto que partió con él en 1.959.


 Su obra llegó como parte de un intenso programa de obras públicas que había implementado para toda la provincia de Buenos Aires su gobernador, Manuel Fresco, un polémico político conservador que ocupó ese cargo entre 1936 y 1940.


 En ese lapso Francisco Salamone realizó 67 obras públicas en 28 localidades bonaerenses, todas con su gran aliado, el hormigón --al que se conocía como "piedra líquida"-- un elemento que le permitió alcanzar alturas hasta entonces inaccesibles.
Es evidente que todas las obras que el gobernador le encargó a su amigo responden a escuelas arquitectónicas modernas, pero con cierta arquitectura propia de los regímenes políticos autoritarios combinada con art decó y colosales escalas.


En Azul








 Cuando le encargaron la portada del cementerio, el artista optó por resaltar monumentalmente la frontera entra la ciudad de los muertos y la ciudad de los vivos, levantando enormes portales.


 En esa obra ensayó una curiosa celebración de la entrada a la "eternidad", desechando escenografías rituales de alegorías y símbolos, y emplazando una enorme escultura del Angel Vengador.


 Lo mismo plasmó en el edificio del matadero, que reemplazó a los precarios tinglados de chapa y madera.


 Nació art decó, pero en medio de una comunidad rural, y con una torre altísima que se convirtió en el orgulloso símbolo de la primera industria local.


 Otro símbolo de la ciudad es el Teatro Español, de corte neoclásico, que se inauguró en 1897.


 También es imponente la entrada al Parque Municipal Domingo Faustino Sarmiento.


En Coronel Pringles







 El edificio municipal de Coronel Pringles está ubicado en el centro de la Plaza y apenas uno ingresa en la ciudad su torre se convierte en un hito del paisaje urbano.


 La plaza ha sido ricamente equipada por Salamone con elementos art déco de diseño único. Bancos, maceteros, pérgolas, fuentes y farolas integran una propuesta de singular riqueza, donde el estilo está presente hasta en los más mínimos detalles.


 El otro aporte edilicio es el ex matadero municipal, con una torre, especie de cuchilla, que adhiere al destino original del lugar.


 Si bien el estado general de las construcciones es aceptable, han pasado ya 60 años de su ejecución y existen varias patologías propias de esta situación que requieren pronta atención.

En Saldungaray






 Salamone diseñó los bancos, el mástil y las columnas de alumbrado de la plaza central y de los edificios del mercado municipal, matadero y el portal del cementerio. Esta última obra conforma, realmente, un trabajo que despierta la admiración de quienes la visitan.


 Un círculo de casi 30 metros de diámetro, dentro del que se ubican una cruz y el rostro de Jesús, es parte de un trabajo escultural impactante.


 Las obras de Saldungaray fueron inauguradas en octubre de 1938, en forma simultánea con las ejecutadas en Tornquist.


 
Los conos en Laprida





 El portal del cementerio es otro monumental edificio de 430 metros cuadrados y 32 metros de altura (equivalente a un edificio de 10 pisos). Una obra simétrica con hall circular, con un cono central apuntando hacia la gran cruz. La escultura de Cristo es impactante. El cementerio está fuera del ámbito urbano, al final del camino que conduce a Laprida, por un camino arbolado de rica calidad paisajística. Su contraste con el entorno rural, sumado a sus formas tan expresivas, genera emociones especiales en cada visitante.