Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

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La fundación olvidada (de las universidades de la ciudad)

La instalación del ITS y de la filial de la Universidad Obrera Nacional (devenidas luego en UNS y UTN) modificaron en forma radical el rumbo de Bahía Blanca.

La imagen de un momento icónico para la ciudad, algo que se redimensiona con el paso del tiempo.

Por José B. Marcilese / Especial para “La Nueva”

En la tarde del 5 de enero de 1956, una multitud eufórica recorrió las calles de Bahía Blanca festejando la creación de la Universidad Nacional del Sur para, luego, culminar su marcha en las primeras cuadras de la calle O´Higgins, en pleno centro comercial.

Se había concretado un deseo colectivo largamente esperado: la creación en la ciudad de una institución educativa con rango universitario y de carácter estatal.

La fundación de la entidad educativa fue precedida por varios intentos fallidos. En 1924 el diputado bahiense Mario Guido propuso, por medio de un proyecto legislativo, la creación de la Universidad de la Costa Sur, pero la iniciativa no encontró apoyo. El mismo destino tuvo la propuesta que, en 1939, presentó el legislador Samuel Alperin, quien impulsó en el Congreso Nacional la apertura de la Universidad Nacional del Sur con sede en Bahía Blanca.

Estos ensayos (no concretados) impulsaron a un grupo de profesionales bahienses a organizar una institución universitaria de carácter privado: la denominaron Universidad del Sur y comenzó a funcionar el 9 de marzo de 1940. El perfil del establecimiento era de orden profesional y técnico, orientado al desarrollo de la zona sur del país, como se indicó en su estatuto.

Sin embargo, a pesar de conformar un plantel docente y de contar con estudiantes inscriptos, la iniciativa no prosperó debido a la falta de recursos financieros. Esto motivó a sus autoridades a gestionar, en 1941, la instalación en la ciudad de una Facultad de Ciencias Aplicadas de la Universidad Nacional de La Plata, desde donde se envió una comisión para evaluar la factibilidad del proyecto. La respuesta fue favorable, pero el golpe de estado de 1943 impediría su concreción como consecuencia de la cesantía que recayó sobre el rector platense Alfredo Palacios.

Dr. José B. Marcilese es licenciado y profesor de Historia, investigador adjunto del Conicet y docente de la UNS.

Con la restauración democrática en 1946, otro bahiense, Miguel López Francés, accedió a la Cámara de Diputados bonaerense y presentó un proyecto que tenía como fin la instalación en Bahía Blanca del Instituto Tecnológico del Sur. Se trataba de una institución de nivel superior que presentó —desde su creación— un perfil tecnológico que la diferenciaba del resto de los centros universitarios del país, congruente con el proyecto industrializador promovido por el primer peronismo.

La iniciativa fue aprobada por la legislatura provincial y resultó avalada, mediante un convenio, por el gobierno nacional. El texto legislativo indicaba que su objetivo principal era “(...) propender a la investigación científica y a la formación profesional y técnica contemplando sustancialmente las necesidades del pueblo argentino y de la Zona Sur en particular, sobre todo en su aspecto económico-social (…)”. Las clases comenzaron en marzo de 1948, a partir del cursado de tres carreras: Ingeniería Industrial, Química Industrial y Contador Público.

Para su funcionamiento se asignaron recursos de los Estados nacional y provincial. Esto permitió que se construyera el edificio del rectorado, en Avda. Colón 80, y que se comprara equipamiento e instalaciones, así como propiedades rurales para el desarrollo de una Escuela de Agricultura y Ganadería de nivel secundario. También se inició, en 1951, la construcción del complejo de la Avda. Alem, donde se proyectó una serie de edificios que totalizaban de 33.000 m2 para el funcionamiento de las carreras de Química e Ingeniería. Allí se dispondrían las aulas, las instalaciones administrativas, los laboratorios y una amplia biblioteca; mientras que en un área próxima se levantó un complejo de viviendas pensado para alojar a integrantes de la comunidad universitaria.

Por entonces, el ITS sólo contaba con poco más de 2.000 estudiantes, un dato que permite inferir cómo el nuevo complejo, cuya construcción culminó a mediados de la década de 1960, se planificó en función de una proyección de crecimiento, que le permite seguir siendo, aún hoy, el principal espacio con el que cuenta su sucesora: la Universidad Nacional del Sur.

La UNS se creó el 5 de enero de 1956 y fue receptora del patrimonio inmueble y equipamiento, al igual que del personal del ITS, integrado por un heterogéneo conjunto de profesores. Algunos eran bahienses, otros habían llegado de Buenos Aires o La Plata y varios provenían de Italia, Alemania o Rumania, de donde habían partido escapando de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. En su conjunto formaron un plantel que permitió constituir la estructura de los ocho departamentos fundacionales. Este formato ideado durante el rectorado de Vicente Fatone, a diferencia del ordenamiento en facultades —mayoritario en el sistema universitario argentino— favorece un mejor uso de los recursos materiales y del personal.

Los inicios de la UON

Pero esa no fue la única institución educativa de nivel superior que se radicó en Bahía Blanca en los años 50; en 1953 también comenzó a funcionar una filial de la Universidad Obrera Nacional, la institución universitaria creada en los años del primer peronismo para fomentar la formación técnica aplicada a la producción industrial. En 1956 cambió su denominación por Universidad Tecnológica Nacional, constituyéndose así la Facultad Regional Bahía Blanca. Su sede inicial fue la casona de calle 11 de Abril 461, en cuyo predio se construyeron edificios y ampliaciones hasta asumir el formato que presenta en la actualidad.

Es decir que Bahía Blanca, en menos de una década, pasó a ser la sede de dos universidades nacionales, una característica compartida por sólo un pequeño grupo de ciudades argentinas, todas ellas capitales provinciales. Esto significó un cambio sustancial en el rumbo de la ciudad, que resultó posible a partir de políticas públicas orientadas al fomento de la educación universitaria, sostenidas por un financiamiento adecuado y continuado en el tiempo.

Esta situación consolidó la articulación que la ciudad mantenía con el conjunto de las provincias patagónicas, al igual que con La Pampa y el sudoeste bonaerense. En buena medida, Bahía Blanca pasó a ser “la puerta y puerto del sur argentino”, conocido lema de los años 60, porque con antelación se había convertido en la ciudad que brindaba formación universitaria a toda esa región.

Del mismo modo, al constituirse a nivel regional como centro educativo de formación superior promovió un fuerte impulso a la economía local, en función de la cantidad de estudiantes que se radicaban en la ciudad que, en un primer momento, fueron centenares para luego ser miles; así como por el impacto que tiene el presupuesto de la UNS sobre el medio bahiense.

Asimismo, una parte importante de los miles de graduados y graduadas que culminaron sus estudios en ambas instituciones dinamizaron la actividad productiva e industrial, no sólo de Bahía Blanca sino también de una amplia región. Su formación afianzó a los sectores productivos en funcionamiento, al mismo tiempo que promovió el desarrollo de nuevas industrias y empresas, a las que brindó recursos tecnológicos y personal especializado.

Por otro lado, a partir del impulso académico de la UNS se establecieron un conjunto de institutos universitarios que, luego, dieron lugar a la conformación de nuevas casas de altos estudios. Es el caso de la Universidad del Centro de la provincia de Buenos Aires, con sede en Tandil; de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, en la provincia de Chubut y de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, radicada en Santa Cruz. Del mismo modo, en 1997 se estableció el Programa de Estudios Superiores en la Zona (Peuzo), con el fin de promover espacios de formación universitaria en distritos cercanos. De este último se originó la actual Universidad Provincial del Sudoeste (UPSO), una institución innovadora por su formato educativo y dinámica institucional.

En base a lo expuesto, y dada la trascendencia que la radicación de las universidades representó para Bahía Blanca, al igual que para una amplia zona de influencia, es posible pensar a la década de 1950 como un momento refundacional en la historia de la ciudad. Esto iría en línea con la idea de la segunda fundación que generó la historiografía para referirse al momento de la llegada del ferrocarril y la construcción del puerto de Ingeniero White, a fines del siglo XIX; o de la tercera fundación, noción que se articuló desde el gobierno local en la década de 1990, para enfatizar el impacto que el desarrollo del complejo petroquímico tendría para la ciudad.

Parece innegable que la instalación del ITS y de la filial de la Universidad Obrera Nacional, devenidas luego en UNS y UTN, modificaron el rumbo de Bahía Blanca en forma sustancial. Un proceso que sólo fue posible a partir de la inversión pública sostenida en el tiempo, en función de las necesidades y requerimientos de un entorno extenso y diverso. Esto le otorgó a la ciudad uno de sus rasgos principales: ser una ciudad universitaria, la primera en el sur argentino.

(*) José B. Marcilese es licenciado, profesor y doctor en Historia, investigador adjunto del Conicet y docente de la Universidad Nacional del Sur.