Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

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El dinero no alcanza y las emociones estallan

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Se denomina “luna de miel” a los 100 primeros días de gobierno tanto de un Presidente, Gobernador o Intendente. Como la metáfora lo indica son días en los que el “enamoramiento” está en su máximo esplendor y liderazgo, nivel de aceptación y popularidad juegan a favor para presentar las políticas públicas, que serán algo así como la hoja de ruta a seguir durante la gestión.

Un estudio llevado a cabo por la consultora Zuban Córdoba y Asociados, que involucró a 1.400 encuestados en todo el territorio nacional analizó la imagen del primer mandatario y la paciencia que la ciudadanía le tendrá. Un 37% le dará entre 3 y 6 meses de plazo antes de comenzar a evaluar la gestión. Un 32% de los encuestados y coincidiendo con los votantes que lo acompañan desde las elecciones consideran que hay que darle todo su mandato; el 60 % restante refieren que hay que darle margen de acción sin referir plazos.

Lo cierto es que la “luna de miel” pareciera proporcional al tamaño de los bolsillos y la pregunta es ¿cuánto tiempo puede resistir el aparato psíquico y evitar que las emociones estallen?

Tras un uso exagerado del concepto de resiliencia y de que toda crisis siempre encierra una oportunidad es momento de entender que no se pueden repetir frases sacadas del sobrecito de azúcar. Toda crisis es dolorosa y Argentina tiene una tendencia a la repetición de lo doloroso que lejos de forjar el espíritu lo que ocasiona es un malestar en la población con gran impacto en la salud mental.

Inflación, pobreza, dinero que pierde valor y personas que pierden capacidad de compra, incertidumbre económica y la inestabilidad constante, son los componentes de este combo que cercena proyectos se trate de tener una vivienda o realizar una simple salida familiar, como resultado nuestro aparato psíquico se va esmerilando y se forjan estas huellas traumáticas. 

El cuerpo “habla” y las emociones parecen estar en estado de ebullición. Aumento de la presión arterial, problemas cardiovasculares, digestivos, insomnio, son las manifestaciones más frecuentes. Aparece la angustia y la típica sensación de falta de aire, de que la garganta se estrecha y hay sensación de ahogo. Una excesiva y esperable preocupación por el futuro que opera como temor y miedo a lo que pueda venir derivan en ideas anticipatorias, dificultad para respirar, sudoración, síntomas característicos de los trastornos de ansiedad. La depresión es probable ya que cualquier sociedad que atraviesa una crisis tienen aumento en estos cuadros.

Hablan de tiempos difíciles y de resultados a 35 años, algo así como tener un estado inexorable de sufrimiento y de tener que vivir mal como un destino prefijado. No sé si la “luna de miel” se acorta” o las personas tienen menos tolerancia al padecimiento, pero tristeza, pesimismo, malestar generalizado desgastan las emociones, fragilizan los vínculos y corroen los lazos comunitarios.

Entre la Ley Ómnibus, el DNU, los recortes en las jubilaciones, los salarios diluidos, los aumentos imparables, la obra pública detenida no se puede negar que es un mes de enero atípico. Mientras algunos celebran que el gobierno decidió dar de baja al proveedor de medialunas y tostados de Casa Rosada, y, además, esta semana cumpliendo con el objetivo de reducir los gastos en el Estado “racionalizaron insumos” como café, fotocopias, celulares, contratos y el servicio de diario en papel, es innegable que nuestras emociones otra vez están puestas a prueba.