Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

Padecimiento: esta vez la motosierra

.

Al cabo de 10 años de columnas no imaginé que escribiría sobre el tema, pero dedicarse a la Psicología no implica ser infalible, es evidente que hay conductas y ciclos que se repiten. Tuve la ilusión de que cierto procesos ya eran parte del aprendizaje, pues esta película ya la vimos, la vivimos y la padecimos.

En la segunda mitad de los ´80 y principios de los ´90 en América Latina se da un profundo cambio en la situación política, económica y social, asistimos a la presencia de un nuevo escenario: el neoliberal, donde el mandato es la globalización de procesos productivos, comerciales y financieros, con un mayor disciplinamiento de empresas e individuos, es decir con una lógica del mercado. 

Este proceso se conoce como la crisis del Estado benefactor y nuestro Estado no es ajeno a esta lógica, pues comienzan a aplicarse ajustes y recortes presupuestarios en áreas como salud, seguridad social y educación. A su vez, a los despidos producidos por el propio Estado, se suman los de las empresas privadas que sufren la baja de sus ventas por la disminución del poder adquisitivo de los trabajadores, como así también por el aumento de la competencia con productos importados.

Luego llegaría la privatización de todas las áreas que hasta el momento pertenecían al Estado como así también la reestructuración o el cierre de servicios que, si bien cumplían una importante función social o de desarrollo, dejan de funcionar por ser deficitarios, como por ejemplo los transportes, los servicios educativos o sanitarios. 

Ante la variación del Estado de bienestar y su papel de regulador entre trabajadores y empresarios, los sindicatos pierden su papel de negociador. El empobrecimiento de los trabajadores, el cierre de empresas y la creciente desocupación, obligan a los que están en actividad a aceptar las nuevas condiciones de flexibilización laboral, es decir la reducción de los salarios reales, entendido como poder de compra o el empeoramiento de las condiciones laborales para disminuir costos y así poder mantener o mejorar el nivel de ganancias de los empresarios. La desocupación juega una pulseada con un trabajador en condiciones de suma inestabilidad laboral.

La reforma que realiza el gobierno en los ‘90 destruyó el modelo estatal de desarrollo, basado en la expansión de lo público nacido en la década del ´30, para sustituirlo por un modelo privado de gestión que activa al mercado como principio único de regulación macrosocial. Ajuste estructural, reducción del déficit fiscal, liberalización de los mercados, flexibilización laboral y búsqueda de inserción en el mercado internacional, conforman los pilares principales de la estrategia neoliberal, que si bien logra algunos éxitos en los indicadores macroeconómicos y en la estabilidad monetaria presenta déficit en la construcción de una política de crecimiento y fallas en la capacidad de integración social. 

¿Qué esperar?

Por todo esto, los lugares de inscripción e inclusión disminuyen, el tejido social pierde densidad y los lugares que dan sentido e identidad en los que generamos lazo y pertenencia a un colectivo como son el trabajo, los gremios, los clubes, las asociaciones barriales, entre otras pierden valor de referencia al compás del individualismo y el aislamiento. 

Por ende, esta reconfiguración deriva en la imagen de una persona poco solidaria, apática, desinteresada, sin compromiso por los temas comunes de la sociedad y la exclusión de amplios sectores de la población tanto del mercado del trabajo como de la protección social. Es una organización capitalista que incluye a pocos, donde los expulsados y excluidos del sistema deambulan por fuera del escenario sobreviviendo de distintas formas sin seguridad ni amparo colectivo. 

Son tiempos donde la noción cobijadora de lo público se corroe, donde aumenta la violencia, el odio y paulatinamente los otros pasan a ser prescindibles. Los cambios aumentan el malestar, se debilita el lazo social, los vínculos se fragilizan y asistimos a nueva subjetividad con gran impacto en la salud mental. Una vez más habrá que pasarla.