Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Dubrovnik, la ciudad frente al mar más azul

Esta ciudad de Croacia es uno de los más sofisticados balnearios del Adriático. Situada en la región de Dalmacia está amurallada y al pie de la montaña de San Sergio.
Dubrovnik, la ciudad frente al mar más azul . Turismo. La Nueva. Bahía Blanca

Corina Canale

corinacanale@yahoo.com.ar

Llegué a la “perla del Adriático” cuando aún era la Yugoslavia comunista de Josip Broz, el Mariscal Tito, cuyos retratos en blanco y negro poblaban Dubrovnik, la ciudad frente al mar más azul que he visto.

Creo que hay destinos que nos eligen, que nosotros no elegimos. Este viaje fue una aventura que sabía iba a sorprenderme. Y lo primero que me sorprendió fue el nombre del Hotel Argentina. En él me hospedé.

A mitad de los ´80 era un edificio con una parte nueva y otra vieja, ésta con una pérgola cubierta de glicinas y frente al mar. Mi habitación en la parte vieja tenía un piso de listones de madera.

Me contaron que el nombre era un homenaje a mi país, porque el dueño había trabajado aquí varios años, le fue bien y regresó a su tierra.

Aquel hotel es hoy el Hotel Grand Villa Argentina, un 5 estrellas sobre el mismo acantilado, totalmente reciclado en 2007.

En la calle principal está la Iglesia de San Blas, Patrono de la ciudad y protector de la garganta. Una iglesia románica de 1368 muy dañada por el Gran Terremoto de 1667, y luego destruida por un incendio en 1706. En 1715 el escultor veneciano Marino Gropelli la reconstruyó en estilo barroco. Recuerdo la belleza de la estatua gótica del santo en el altar mayor, de plata y oro, que en sus manos sostiene una maqueta de la ciudad, como era antes del terremoto.

Como esa estatua no resultó afectada, algunos creen que fue un milagro. Otros dicen que estaba en un sótano.

Mi primera excursión fue a la pequeña y boscosa isla de Lokrum, en las lanchas que salen del puerto viejo y llegan al muelle de Portoc.

Para los venecianos era Lacroma, que viene del latín Acrumen y significa “fruta amarga”. Así la llamaban los monjes benedictinos horticultores, que en 1023 levantaron un monasterio para orar en paz.

Junto al monasterio está la mansión que el Archiduque Maximiliano de Habsburgo construyó en 1859, antes de ser Emperador de México.

Lokrum fue bombardeada por los serbios durante la Guerra de Yugoslavia, entre 1991 y 1995, ataques que no causaron graves daños. Tampoco dañaron al Jardín Botánico, donde crecen plantas de los cinco continentes.

En él conviven laureles, limoneros, pinos y olivos con magnolias, cactus y palmeras, un mundo de aromas y colores en el que viven los pavos reales que el archiduque trajo desde las Islas Canarias.

Donde no volvería es a Mostar, ahora parte de Bosnia-Herzegovina, aquella ciudad multiétnica donde católicos y musulmanes convivían en armonía. Ahora el puente es la frontera entre dos culturas diferentes.

Me costaría llegar a Mostar y no encontrar al viejo puente que era una obra maestra de la arquitectura otomana del siglo XVI. Un puente de 30 metros de largo, en forma de curva, sobre el río Neretva, destruido durante la guerra.

Cuando el conflicto que dejó 100 mil muertos cesó, lo reconstruyeron con las mismas técnicas que los turcos usaron hace 500 años. Quedó inaugurado en 2004. Con la caída del viejo puente sobre el río, también cayeron siglos de convivencia de los pueblos. En la montaña desde la que los croatas destruyeron el puente hay una cruz de 33 metros que está diciendo que esa tierra es de los cristianos.