Música, apoyo escolar y mucha solidaridad para los barrios
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Una iniciativa de la UNS combina música y solidaridad, en un puente que va desde el auditorio universitario hasta algunos de los barrios más alejados de la ciudad.
Las alfombras bordó por las que caminan premios Nobel y desfilan los graduados al recibir sus diplomas llegan simbólicamente hasta calles de tierra y lugares donde se pelea a las carencias con solidaridad y alegría.
Cada encuentro del festival “Por una vez que nos juntamos” no es sólo un momento para disfrutar de la buena música en salón de actos del Rectorado.
También sirve para recolectar donaciones que cerca de 80 estudiantes de la UNS llevan a más de diez clubes y centros comunitarios donde brindan apoyo escolar y realizan actividades culturales y recreativas. Los recitales se llevan a cabo una vez por mes con bandas locales y regionales.
Los voluntarios forman parte del “Programa de Apoyo Escolar e Inclusión Educativa” de la Secretaría General de Cultura y Extensión.
Semanalmente asisten a lugares como Spurr o Harding Green para trabajar con niños y adolescentes de primaria y secundaria, y orientar a quienes analicen cursar una carrera universitaria.
Las donaciones que el público entrega en cada recital son leche (en polvo o larga vida) y útiles escolares, y van a organizaciones como el Grupo Solidario Crecer por la Vida, la ONG Los Pibes de Machimbre, la Biblioteca Gabriela Mistral de Villa Nocito o la Sociedad de Fomento de Villa Cerrito.
Un lugar para estudiar
Khalil Vijande es de Bernasconi y está en quinto año de Geología. Todos los jueves colabora dos horas con el grupo Crecer por la Vida, y cuenta que la recepción y el trato con los chicos “es espectacular”.
“Todos tienen muchas ganas de aprender. Yo trabajo con chicos de 10 a 12 años, que vienen más que nada por Matemática e Inglés, las que deben resultarle más complicadas en cuarto o quinto grado. En muchos casos veo que no tienen dificultades de aprendizaje sino que vienen para hacer los deberes acá, porque en sus casas a veces no tienen un lugar para concentrarse o trabajar tranquilos”, dice.
También los hermanitos
“El espacio estaba pensado para trabajar con secundarios”, cuenta Daiana Trapé, a quien le faltan dos finales para ser Ingeniera Química y va a Villa Cerrito.
“Pero también empezaron a venir con los hermanitos que están en la primaria, así que trabajamos un poco con ellos”, agrega.
La mayoría va por Matemática, y también hay algunos de Lengua. Son cuatro voluntarias y trabajan con un grupo de unos quince chicos.
“Mientras estudiamos charlamos y tomamos mate, ya hay otra relación porque nos vemos todas las semanas”.
Laura Correa estudia Farmacia, para ingresar a Medicina. Es del barrio Pedro Pico y con otros cuatro voluntarios comenzó a trabajar en White con unos 25 chicos de secundaria, principalmente dando apoyo de Matemática y Química, aunque también Física e Inglés. Y también llegaron algunos hermanitos de los últimos años de primaria.
“Nos tratan muy bien, y el lugar (la “Siempre Verde”) es espectacular. Nos dicen profe, pero nosotros tratamos de evitar esa distancia, vamos a ayudarlos no sólo en lo escolar, sino en todo lo que podamos”, menciona.
“Nuestra idea es articular con organizaciones que estén trabajando para colaborar con la tarea social y educativa que realizan desde nuestras posibilidades”, explica Claudio Carucci el titular de esa Secretaría de la UNS.
“También intentamos motivar a los alumnos y despertarles el interés por colaborar con otros, en una etapa de la vida en que el estudio demanda mucho tiempo. Por suerte, hay un componente solidario muy grande en los chicos”, agrega.